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Trump y Hegseth intensifican los asesinatos militares en América Latina

Fuerzas militares estadounidenses atacaron dos pequeñas embarcaciones frente a la costa del Pacífico colombiano el miércoles, matando al menos a cinco personas. Los ataques fueron el octavo y noveno desde que el presidente Trump emitió órdenes el 2 de septiembre para lanzar una campaña de violencia militar contra supuestos narcotraficantes, una campaña que es tanto ilegal como inconstitucional.

Aunque Trump afirma que los ataques están justificados porque Estados Unidos está en guerra con cárteles de droga radicados en América Latina, la Casa Blanca no ha buscado una declaración de guerra del Congreso, ni siquiera una resolución del Congreso que autorice operaciones militares, como ocurrió en Afganistán e Irak.

El presidente Donald Trump y el secretario de guerra Pete Hegseth en el Despacho Oval de la Casa Blanca en Washington el viernes 21 de marzo de 2025. [AP Photo/Pool]

Los ataques violan flagrantemente el derecho internacional. El gobierno estadounidense no ha presentado ninguna prueba contra las personas que está aniquilando, y ni siquiera se conocen sus nombres. Los ataques militares se están llevando a cabo en aguas internacionales, donde las embarcaciones de cualquier nacionalidad supuestamente gozan de “libertad de navegación”, un derecho que Washington afirma defender en el mar de China Meridional.

El gobierno de Colombia declaró que los ataques equivalen a “aplicar la pena de muerte en un territorio que no les pertenece”. El viceministro de Relaciones Exteriores Mauricio Jaramillo, en declaraciones a la BBC, señaló que los ataques fueron “desproporcionados y fuera del derecho internacional”. No hubo “ningún proceso, ninguna orden judicial”, y los tripulantes de las embarcaciones “no tenían posibilidad alguna de defenderse”.

El secretario de guerra Pete Hegseth publicó en X: “Estos ataques continuarán, día tras día. No se trata simplemente de traficantes—estos son narco-terroristas… No habrá refugio ni perdón—solo justicia”. El post fue acompañado por un video en el que una embarcación comienza a arder tras ser alcanzada por una bomba o misil. El video aparentemente muestra un segundo ataque sobre los escombros, una técnica conocida como “doble golpe”, para maximizar el número de muertos y evitar la existencia de sobrevivientes.

Los ataques en el Pacífico oriental representan una ominosa escalada de la campaña militar estadounidense contra pequeñas embarcaciones en el Caribe, destinada a aumentar la presión política y militar sobre el régimen del presidente Nicolás Maduro en Venezuela. La semana pasada, Trump anunció que había autorizado operaciones encubiertas de la CIA contra el gobierno de Maduro, blanco tanto de administraciones demócratas como republicanas en Washington.

El jueves por la tarde, Trump organizó una celebración de una hora por los asesinatos en la sala del gabinete de la Casa Blanca, reuniendo a sus principales asesores en la guerra contra los inmigrantes, dirigida por el Grupo de Trabajo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca y coordinada por el subsecretario general y asesor de seguridad nacional, Stephen Miller. Trump y Miller estuvieron acompañados por Hegseth, la fiscal general Pam Bondi, la secretaria de Seguridad Nacional Kristi Noem y el director del FBI, Kash Patel.

Trump se regocijó por los asesinatos en alta mar. Cuando un periodista le preguntó por qué no buscó una declaración de guerra del Congreso, respondió: “No creo que necesariamente vayamos a pedir una declaración de guerra. Creo que simplemente vamos a matar a la gente que está trayendo drogas a nuestro país. OK, los vamos a matar, ¿saben?, van a estar muertos, ¿OK?”

Después de esta fanfarronería al estilo de un jefe mafioso, Trump repitió su mentira más frecuente del mes, afirmando que cada embarcación destruida salvó la vida de 25.000 estadounidenses. La cifra es absurda. Dado que el número total de muertes por sobredosis en Estados Unidos promedia 100.000 por año, la destrucción de nueve embarcaciones equivaldría a haber salvado más del doble del número anual de muertes por drogas.

Al igual que Hitler y Goebbels, Trump y sus cómplices creen que cuanto más grande es la mentira y más veces se repite, mejor les resulta. No intentan convencer, sino embotar la conciencia pública e intimidar a cualquiera que se atreva a oponerse a esta piratería asesina a escala internacional.

Trump elogió los “logros históricos extraordinarios” del grupo de trabajo de Seguridad Nacional, que, según dijo, ahora opera en los 50 estados. Señaló las redadas antiinmigrantes ejecutadas por agentes federales fuertemente armados, respaldadas por la movilización de tropas de la Guardia Nacional en Washington D.C., Memphis y otras ciudades. Reiteró sus amenazas de desplegar tropas en Chicago y Portland, Oregón, pero dijo que se abstendría de enviar fuerzas a San Francisco debido a los ruegos de los multimillonarios de Silicon Valley.

Tanto Trump como Hegseth utilizaron el evento para comparar a los cárteles de droga con el grupo Estado Islámico en Medio Oriente, y Trump amenazó con lanzar ataques terrestres además de los ataques marítimos, dado que el tráfico de embarcaciones en el Caribe prácticamente ha desaparecido debido al peligro de misiles y drones estadounidenses. “Las administraciones anteriores intentaron mitigar esta amenaza”, dijo Trump, “y nuestro objetivo es eliminarla. Nosotros no mitigamos. Eliminamos”.

Hegseth habló en términos igualmente homicidas: “Nuestro mensaje para esas organizaciones terroristas extranjeras es que las trataremos como hemos tratado a al Qaeda. Las encontraremos. Mapearemos sus redes. Las cazaremos. Y las mataremos”.

Stephen Miller fue el más descarado en adular a Trump: “Déjeme decirle, señor presidente, que este país estaba condenado sin usted… Los cárteles reclamaban más y más territorio. Los servicios municipales estaban al borde del colapso. Este país estaba a punto de morir, y usted solo lo salvó”.

“El presidente Trump es el único líder estadounidense, no solo en nuestras vidas sino en toda la historia, que realmente se ha enfrentado a los cárteles de droga para tratar de erradicarlos, y lo está logrando”, elogió Miller. “Solo el presidente Trump pudo haber hecho esto. Y quiero decir una última cosa: su valentía ha sido una inspiración para todos en esta sala. Así que presidente Trump, gracias por su liderazgo, su audacia, su coraje y su visión. Es un honor servir bajo su mando”.

Estas palabras merecen ser citadas únicamente para ofrecer un retrato de la depravación moral e intelectual que reside en el centro de la Casa Blanca y de la cúpula del gobierno de Trump en su conjunto.

Hegseth también fue interrogado sobre las críticas—en su mayoría por parte de demócratas del Congreso—de que la “guerra” contra los cárteles de droga es una distracción ante desafíos mayores que enfrenta el imperialismo estadounidense, sobre todo Rusia y China. Declaró: “Definitivamente mantenemos la vista sobre adversarios de poder equivalente al mismo tiempo, pero creemos que enviar un mensaje a estos cárteles, estos narco-terroristas, es algo muy, muy importante dentro de nuestro hemisferio, que durante demasiado tiempo otros presidentes—como señaló el presidente—han ignorado nuestro propio patio trasero y permitido que otros países aumenten su influencia aquí…”.

Cuando se le preguntó directamente sobre un memorando filtrado del Pentágono en redes sociales, que detallaba el establecimiento de una fuerza de respuesta de la Guardia Nacional entrenada para suprimir “disturbios civiles” y desplegarse en los 50 estados para abril de 2026, Hegseth confirmó indirectamente los planes. “No voy a responder sobre algo que aún pueda estar en proceso de planificación,” dijo. “Pero definitivamente contamos con múltiples niveles de fuerzas de respuesta de la Guardia Nacional, ya sea en cada estado, regionalmente… o en Washington D.C.”

Las declaraciones de Trump y Hegseth demuestran que los mismos métodos de violencia ilegal que se están aplicando contra la población de América Latina están siendo implementados también dentro de Estados Unidos.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de octubre de 2025)

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