Zohran Mamdani anunció el miércoles su intención de mantener a Jessica Tisch como comisionada del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD, por sus siglas en inglés). La decisión de conservar a Tisch, miembro de la cuadragésima tercera familia más rica de Estados Unidos y actualmente al servicio del corrupto alcalde pro-Trump Eric Adams, revela los verdaderos intereses de clase que Mamdani representará si es elegido alcalde el 4 de noviembre.
Mantener a Tisch al frente del NYPD ha sido una exigencia clave de la élite empresarial y financiera de Nueva York, que quedó inicialmente atónita ante la victoria de Mamdani en las primarias frente a su candidato preferido, el desacreditado exgobernador Andrew Cuomo. En julio, cuando Mamdani comenzaba su giro hacia la derecha para cortejar a sectores de la clase dominante, Kathryn Wylde, del Partnership for New York —una organización del gran capital en la ciudad— planteó la demanda como una forma de demostrar que el control del aparato policial quedaría en “manos confiables”.
El miércoles, Mamdani accedió. Su campaña reveló el plan al New York Times antes del segundo y último debate para la alcaldía esa misma noche, y Mamdani confirmó la noticia durante el evento. “Mi administración será implacable en su búsqueda de seguridad y asequibilidad para todos los neoyorquinos, y para lograrlo necesitaremos formar un equipo con los mejores y más brillantes”, dijo. “La comisionada Tisch asumió una situación desastrosa, empezó a rendir cuentas, eliminando la corrupción y reduciendo el crimen en los cinco distritos”.
Los rivales de Mamdani, Andrew Cuomo y el republicano Curtis Sliwa, también se manifestaron durante el debate a favor de mantener a Tisch como comisionada del NYPD. Si bien Tisch no es la única figura capaz de dirigir el NYPD en nombre de los oligarcas, la coincidencia entre Mamdani —miembro de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA)—, el demócrata del establishment Cuomo y el demagogo republicano Sliwa respecto al liderazgo del aparato represivo del Estado pone de manifiesto la unidad de intereses de clase entre las distintas facciones de ambos partidos.
No es casualidad que el tema de la policía se haya convertido en un eje central de la campaña, aunque se presente de forma distorsionada como una histeria por la “ley y el orden” en un contexto de niveles históricamente bajos de criminalidad. Durante el debate, tanto Cuomo como Sliwa exigieron aumentar los efectivos de la enorme fuerza policial de 33.000 miembros y atacaron a Mamdani por sus antiguos llamados —ya repudiados— a reducir el financiamiento del cuerpo policial. Pero la verdadera preocupación de la clase dominante no es la seguridad pública, sino la preparación para contener las explosivas condiciones sociales que se desarrollarán en los próximos cuatro años, en medio de la rabia popular ante el avance de la dictadura de Trump y la creciente desigualdad social. Con el nombramiento de Tisch, Mamdani señala que está plenamente comprometido con la función de clase central del NYPD: la defensa del sistema de ganancias.
A menos de dos semanas del día de las elecciones, Mamdani mantiene una ventaja considerable en las encuestas, con una diferencia de entre el 10 y el 25 por ciento sobre Cuomo, incluso después de que el actual alcalde, Eric Adams, se retirara de la contienda. Sliwa va en un distante tercer lugar, con menos del 20 por ciento en todas las encuestas importantes.
Los debates, tanto el del miércoles como el de la semana anterior, hicieron poco por cambiar este panorama general. Cuomo, con un largo historial de sometimiento a los intereses de los multimillonarios, continuó su campaña apagada basada en ataques derechistas contra Mamdani. Cuomo trató desesperadamente de difamar a Mamdani tildándolo de simpatizante del extremismo islámico, al tiempo que atacó como “inasumibles” sus modestas propuestas de congelar los alquileres de viviendas reguladas, ofrecer cuidado infantil gratuito y aumentos al salario mínimo, lo cual resulta absurdo en una ciudad donde viven 123 multimillonarios, un hecho que Mamdani se negó a mencionar.
Sin embargo, el rasgo más destacado de los debates fue el continuo giro a la derecha de Mamdani para ganarse el favor de Wall Street, del establishment empresarial y de los sionistas. Un claro ejemplo fueron sus respuestas conciliadoras a los reiterados intentos de presentarlo como una amenaza para la seguridad de los judíos neoyorquinos.
En lugar de abordar cómo ambos partidos utilizan la acusación de antisemitismo para reprimir la oposición al genocidio israelí en Gaza, Mamdani desvió el tema afirmando que gobernaría para todos los neoyorquinos, “incluidos aquellos que puedan tener preocupaciones u oposición a las posturas que he expresado sobre Israel y Palestina”.
Ante la pregunta en el debate de la semana pasada sobre si Hamas debería deponer las armas, Mamdani respondió: “por supuesto”. En un contexto en el que Israel, con el apoyo de EE.UU., ya ha asesinado a más de 67.000 palestinos —incluidos 20.000 niños—, ha dañado o destruido prácticamente todos los edificios en Gaza e intencionalmente ha provocado una hambruna, el apoyo de Mamdani al desarme unilateral de Hamas exigido por Israel es una receta para una limpieza étnica total.
Sin embargo, quizás la indicación más clara de la función política que cumplirá Mamdani se reveló en su respuesta a Trump.
El día anterior al debate del miércoles, Trump desató a la Gestapo del ICE en una redada violenta contra vendedores inmigrantes en el centro de Manhattan. Agentes del ICE encapuchados, vestidos con uniformes militares, acompañados por la ATF, el FBI y otras fuerzas federales, arrasaron la calle Canal y secuestraron al menos a 13 personas, incluidos cuatro ciudadanos estadounidenses.
Los agentes usaron bastones y gas pimienta contra los vendedores, apoyados por camiones blindados de grado militar. Las multitudes comenzaron a reunirse rápidamente y, esa misma noche, cientos se congregaron frente al edificio federal en el Bajo Manhattan para protestar contra la redada de tipo Gestapo.
Las acciones de Trump en el corazón de Manhattan tenían un mensaje claro: una muestra de lo que vendrá, particularmente si Mamdani gana las elecciones. Trump y funcionarios de su administración han denunciado al candidato demócrata en términos histéricos, amenazando con una intervención federal en la ciudad si llegara a ser alcalde.
El debate del miércoles comenzó con una pregunta sobre la redada del ICE y las amenazas de Trump contra la ciudad. “Miren, Donald Trump se postuló con tres promesas”, dijo Mamdani. “Prometió crear la fuerza de deportación más grande de la historia estadounidense. Prometió perseguir a sus enemigos políticos. Y prometió reducir el costo de vida. Si quiere hablar conmigo sobre el tercer punto de su agenda, siempre estaré dispuesto y listo. Pero si quiere hablar de cómo cumplir los dos primeros puntos a costa de los neoyorquinos, lo enfrentaré en cada paso del camino”.
La promesa de Mamdani de trabajar con Trump en materia de vivienda asequible, incluso cuando el presidente construye un Estado policial, es una confesión extraordinaria de bancarrota política. En ambos debates, Mamdani se negó a usar los términos dictadura, autoritarismo o fascismo. No mencionó las protestas “Sin Reyes” del fin de semana pasado, en las que más de 100.000 personas salieron a las calles solo en Nueva York, y mucho menos hizo un llamado a una movilización masiva de la clase trabajadora para enfrentar a Trump.
La función política de Mamdani durante toda la campaña ha sido apelar a los numerosos trabajadores y jóvenes que se oponen vehementemente tanto a Trump como al establishment del Partido Demócrata, y canalizar esa oposición dentro de los dos partidos capitalistas. Su giro marcado hacia la derecha desde las primarias refleja el posicionamiento de clase fundamental de su candidatura y del propio Partido Demócrata. Para quienes buscan un medio viable para oponerse a la dictadura y la desigualdad, no lo encontrarán en Zohran Mamdani. Él está tendiendo una trampa política.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de octubre de 2025)
