Apenas tres días después de que millones de personas salieran a las calles de Estados Unidos en manifestaciones “Sin Reyes” contra el impulso dictatorial del fascista gobierno de Trump, el primer ministro australiano Anthony Albanese alabó a Trump ayer en un encuentro en la Casa Blanca.
Albanese no solo elogió y se solidarizó con Trump. Declaró que el gobierno laborista estaba llevando la alianza de 70 años con el imperialismo estadounidense, establecida tras la Segunda Guerra Mundial, al “siguiente nivel” mediante la firma de un acuerdo sobre minerales críticos destinado a preparar una guerra liderada por EE. UU. contra China.
En el evento realizado en la sala del gabinete de la Casa Blanca, tanto Trump como Albanese hicieron grandes esfuerzos por elogiarse mutuamente, a pesar de que este fue el primer encuentro cara a cara que Albanese logró agendar con Trump. Albanese había estado buscando desesperadamente esa reunión desde que Trump regresó al poder en enero y ha evitado repetidamente hacer comentarios públicos sobre, y mucho menos criticar, sus políticas fascistas.
Detrás de las muestras públicas de apoyo mutuo, el encuentro señaló planes acelerados para seguir transformando a Australia en una plataforma para una guerra liderada por EE. UU. contra China, incluida la provisión de tierras raras de uso militar, cuya refinación está actualmente dominada a nivel mundial por China.
Albanese felicitó a Trump por su llamado acuerdo de paz en Medio Oriente, diciéndole que era “un logro extraordinario”. Este respaldo se dio mientras continuaban los bombardeos y asesinatos israelíes en Gaza, y expone aún más el carácter neocolonial del plan de la Casa Blanca para imponer una ocupación sobre la población palestina.
En respuesta, Trump describió a Albanese como “altamente respetado” y haciendo “un trabajo fantástico”. Frente a las cámaras, Trump le dijo: “Hemos sido aliados durante mucho tiempo, durante toda la vida, y diría que nunca hubo alguien mejor. Hemos luchado juntos en guerras y nunca tuvimos dudas. Es un gran honor tenerte como amigo y un gran honor tenerte en Estados Unidos”.
Trump elogió a Albanese por su victoria en las elecciones federales de mayo y declaró que el pacto militar AUKUS, valorado en miles de millones de dólares y dirigido contra China, avanzaba “a toda máquina” con la producción de submarinos de ataque de propulsión nuclear, a pesar de estar aún bajo una revisión prolongada del Pentágono. “Ya está todo arreglado con Anthony”, afirmó Trump.
Trump también minimizó, por el momento, las demandas de su administración para aumentar aún más el gasto militar australiano. Describió como “excelente” el nivel de gasto ya creciente del gobierno laborista, aunque añadió: “Siempre quiero más”.
El eje central del evento cuidadosamente preparado fue la firma de un “marco para minerales críticos y tierras raras”. Según el acuerdo, ambos gobiernos invertirán o subsidiarán hasta 8.500 millones de dólares estadounidenses en nuevas minas e instalaciones de procesamiento. También ofrecerán garantías de “precios mínimos u otras medidas similares” para nuevos productores y bloquearán ventas de minas por razones de “seguridad nacional”. Todas estas medidas están dirigidas contra China.
En una declaración a la prensa, Albanese describió el acuerdo como una elevación histórica de la alianza militar con EE. UU., en la cual los gobiernos australianos han confiado desde la Segunda Guerra Mundial. Dijo que el acuerdo “proveerá una cadena de suministro asegurada entre EE. UU. y Australia para minerales críticos y tierras raras, requeridos para la defensa y otras tecnologías avanzadas. Esto representa un nuevo capítulo significativo en más de 70 años de nuestra Alianza formal”.
El “marco” consiste en identificar y subsidiar proyectos “prioritarios”, particularmente relacionados con el suministro de minerales raros necesarios para motores a reacción, armamento militar y otros equipos de alta tecnología, incluidos teléfonos inteligentes y vehículos eléctricos.
En un plazo de seis meses, ambos gobiernos tomarán medidas para “proporcionar al menos 1.000 millones de dólares estadounidenses en financiamiento a proyectos ubicados tanto en Estados Unidos como en Australia”. Además, el Banco de Exportaciones e Importaciones de EE. UU. contribuirá con alrededor de 2.200 millones de dólares estadounidenses, que se espera sean igualados por 5.000 millones de dólares estadounidenses en inversión privada.
Albanese afirmó que su gobierno ya tenía dos proyectos listos. El primero es una inversión gubernamental de 200 millones de dólares estadounidenses en el “Proyecto de Recuperación de Galio Alco-Sojitz” en Australia Occidental. Su oficina dijo que el proyecto proporcionaría hasta el 10 por ciento del suministro mundial de galio, un insumo esencial para la defensa y la fabricación de semiconductores.
En segundo lugar, el gobierno laborista tomará una participación de 100 millones de dólares estadounidenses en el proyecto minero de tierras raras Arafura Nolans en el Territorio del Norte, que se proyecta producirá el 5 por ciento de las tierras raras del mundo. El proyecto, respaldado por la multimillonaria Gina Rinehart y su empresa Hancock Prospecting, ya ha recibido más de 1.000 millones de dólares australianos en compromisos gubernamentales.
En realidad, desarrollar proyectos de minería y procesamiento como estos cuesta miles de millones de dólares. Incluso el monto total prometido de 8.500 millones de dólares estadounidenses difícilmente desplazará el dominio chino sobre el 90 por ciento estimado de la capacidad de procesamiento de ciertos elementos de tierras raras.
Pero la administración Trump está buscando cerrar agresivamente esa brecha, como una condición esencial para una guerra contra China. Como para subrayar esa intención, al evento con Albanese asistieron el vicepresidente JD Vance, el secretario de Estado Marco Rubio, el secretario de Guerra Pete Hegseth, la jefa de gabinete Susie Wiles y el secretario del Interior Doug Burgum.
Según el acuerdo, los gobiernos de EE. UU. y Australia se han comprometido a acelerar la aprobación de proyectos mineros y de procesamiento desregulando y eliminando “trabas burocráticas”. En palabras del marco: “Los participantes están tomando medidas para acelerar, simplificar o desregular los plazos y procesos de permisos, incluidos los necesarios para obtener permisos para la minería, separación y procesamiento de minerales críticos y tierras raras”.
Se está estableciendo un Grupo de Respuesta para la Seguridad del Suministro de Minerales Críticos entre EE. UU. y Australia, bajo el liderazgo del secretario de energía estadounidense y el ministro de recursos australiano, con la tarea de “identificar minerales prioritarios y vulnerabilidades en la cadena de suministro”.
Desde que asumió el cargo en 2022, el gobierno de Albanese ya ha intensificado los compromisos relacionados con AUKUS asumidos por el anterior gobierno de coalición liberal-nacional con la administración de Biden. En particular, ha aumentado el acceso del ejército estadounidense a bases aéreas y militares en el norte del país y ha comenzado a expandir instalaciones navales como centros logísticos para submarinos nucleares estadounidenses.
Trump elogió específicamente el trabajo de Australia en la construcción de “magníficos lugares de fondeo para submarinos”.
En preparación para el encuentro en la Casa Blanca, Albanese buscó demostrar aún más el papel de su gobierno como socio del imperialismo estadounidense, al proponer tratados a países del Pacífico Sur para prohibir acuerdos militares o policiales con China, lo que culminó en un pacto militar entre Australia y Papúa Nueva Guinea.
Pese a todos estos esfuerzos, la administración Trump podría exigir mucho más. Cuando la prensa le preguntó, Trump descartó cualquier alivio a los castigos arancelarios de EE. UU., que siguen siendo del 10 por ciento para todas las exportaciones australianas a EE. UU., y del 50 por ciento sobre el acero y el aluminio.
El marco sobre minerales críticos y tierras raras no está fijado legalmente: “no constituye ni crea ninguna obligación legalmente vinculante o ejecutable”.
Además, el secretario de la Marina de EE. UU., John Phelan, quien también estuvo presente en la reunión, insinuó posibles cambios al tratado AUKUS, que incluye al Reino Unido. Estos cambios podrían incluir un aumento del precio de compra de submarinos, superior a los 368.000 millones de dólares asignados por el anterior gobierno de coalición.
Durante el evento en la Casa Blanca, el actual embajador australiano en Washington, el ex primer ministro Kevin Rudd, ofreció una disculpa personal a Trump por comentarios que había publicado en redes sociales en 2020, tras la derrota electoral de Trump. Rudd había calificado a Trump como “el presidente más destructivo en la historia de EE. UU.”.
La disculpa de Rudd al aspirante a dictador fue otra expresión del compromiso del Partido Laborista de intensificar la alianza del imperialismo australiano con Washington y su dedicación a una guerra liderada por EE. UU. contra China. El propio Rudd fue destituido del cargo en 2010 por “fuentes protegidas” de EE. UU. dentro del Partido Laborista después de sugerir que la administración Obama podría hacer alguna concesión al ascenso económico de China en la región del Indo-Pacífico.
Durante los últimos 15 años, el Partido Laborista—en el gobierno y en la oposición—ha apoyado plenamente la ofensiva encabezada por EE. UU. hacia la guerra contra China, iniciada por Obama con su “giro hacia Asia”. Desde que asumió el poder, la administración Trump ha dejado en claro en múltiples ocasiones que está acelerando los preparativos para un conflicto con la segunda mayor potencia económica del mundo—como lo demuestra la reunión de ayer con el primer ministro australiano.
(Artículo originalmente publicado en inglés el 21 de octubre de 2025)
