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Israel reanuda el asesinato de palestinos en la primera fase del “plan de paz” de Trump

El lunes y martes, las fuerzas israelíes asesinaron al menos a siete palestinos en Gaza, tras el anuncio de un “alto el fuego” la semana pasada.

Fuentes médicas confirmaron a Al Jazeera que francotiradores israelíes mataron a tiros a cinco personas en el vecindario de Shejaiya, en la ciudad de Gaza, el martes, alegando que estaban “neutralizando una amenaza” mientras los palestinos se acercaban al límite conocido como “línea amarilla”, parte del acuerdo de alto el fuego.

Según múltiples fuentes, la línea amarilla no es la frontera de Gaza, sino una línea trazada dentro del territorio que permite a Israel mantener el control militar sobre aproximadamente la mitad de Gaza, incluidas áreas estratégicamente significativas como el Corredor Filadelfia, gran parte de Rafah y partes de Khan Yunis y el norte de Gaza.

De acuerdo con el plan de alto el fuego, en la primera fase las fuerzas militares israelíes deben retirarse hasta la línea amarilla. Esto significa que, tras la liberación de rehenes, las tropas israelíes permanecen detrás de dicha línea, conservando el dominio sobre importantes centros de población y rutas de tránsito clave.

El plan de “paz” contempla fases adicionales en las cuales, bajo supervisión internacional y mediante la creación de un gobierno de transición, las fuerzas israelíes se moverían hacia una “línea roja” que marcaría una retirada adicional, culminando con el control israelí de una zona de amortiguamiento en la frontera entre Gaza e Israel.

El ejército israelí afirmó que las personas asesinadas eran “sospechosos” que “cruzaron la línea amarilla”, contradiciendo directamente el supuesto retiro de tropas establecido en el acuerdo de paz.

El lunes se registró violencia similar en Khan Yunis, donde las fuerzas de ocupación asesinaron a Khalid Barbakh mientras inspeccionaba su casa en Al-Sikka, según informes locales.

El hecho de que el ejército israelí haya comenzado a disparar y asesinar palestinos incluso antes de que se complete la primera fase del alto el fuego demuestra que el acuerdo de Trump es una farsa diseñada para mantener la dominación imperialista sobre Gaza y negar a los palestinos sus derechos fundamentales.

Los asesinatos en Gaza son prueba irrefutable de que el “acuerdo de paz” promovido por Trump no vale ni el papel en el que fue escrito. Los tiroteos en Shejaiya y Khan Yunis, justo después de la supuesta entrada en vigor del alto el fuego, revelan que todo el arreglo no tiene intención alguna de limitar la violencia israelí.

Testigos entrevistados por personal hospitalario y la prensa local describieron escenas de caos y violencia arbitraria. “Los soldados israelíes comenzaron a disparar sin previo aviso”, contó un sobreviviente a periodistas frente al Hospital Árabe al-Ahli en la ciudad de Gaza. Otra residente local, Amal al-Saqqa, dijo: “Escuchamos que se había establecido el alto el fuego, así que intentamos regresar a nuestras casas. Los disparos comenzaron antes de que siquiera llegáramos a la línea amarilla”.

Como con cada acto del ejército israelí desde el comienzo del genocidio en Gaza, representantes del gobierno tergiversaron la realidad, alegando que las tropas enfrentaron a sospechosos armados que violaron los términos del alto el fuego. Un comunicado oficial del martes declaró: “Los soldados actuaron para protegerse contra individuos que intentaban acercarse y comprometer nuestras posiciones en el norte de Gaza. Defenderemos a nuestras fuerzas y nuestro mandato bajo el acuerdo del 10 de octubre”.

Mientras tanto, informes y mapas compartidos por los negociadores de la administración Trump revelan que más de la mitad de Gaza sigue bajo ocupación directa israelí, lo cual pone en duda cualquier afirmación de retirada significativa. Estas contradicciones destacan el contexto político de la violencia del lunes y martes, y muestran que el llamado “alto el fuego” se basa en la continua afirmación del control militar israelí sobre Gaza y su población.

Como analizó el World Socialist Web Site el martes, el alto el fuego en Gaza promovido por Trump es una campaña política calculada para institucionalizar la ocupación israelí de Gaza y afianzar el control imperialista estadounidense sobre Oriente Medio. El WSWS declaró que el acuerdo “convierte a Gaza en un protectorado colonial supervisado por una junta dirigida por el presidente estadounidense”, bajo condiciones que garantizan la “ocupación permanente por parte de Israel de una gran parte de Gaza”.

El WSWS también calificó el acuerdo como un “retorno a la dominación colonial abierta en Oriente Medio que prevalecía en el siglo XIX”, destacando que, bajo el plan de Trump, Gaza estaría gobernada por una “Junta de Paz” presidida por Trump e incluyendo al británico Tony Blair —una estructura que “asegura la exclusión de las voces palestinas en la toma de decisiones sobre el futuro palestino”.

La falsedad del acuerdo de paz quedó aún más al descubierto con el continuo bloqueo israelí a la ayuda humanitaria antes, durante y después del supuesto alto el fuego. El cruce de Rafah —única conexión terrestre directa de Gaza con Egipto— permanece cerrado, pese a las promesas del acuerdo de reanudar el flujo de ayuda. Israel redujo el número diario de camiones de ayuda permitidos a 300, la mitad de la ya insuficiente cuota de 600 previamente acordada.

Funcionarios israelíes admiten abiertamente que utilizan el bloqueo como herramienta de presión. “La reducción en la ayuda y el cierre de Rafah son sanciones contra Hamás hasta que se devuelvan los cuerpos de los rehenes asesinados”, reza la justificación oficial para las actuales restricciones. Estas medidas, ejecutadas bajo el pretexto de hacer cumplir el acuerdo sobre los restos de los rehenes, son en realidad parte de una política sistemática de castigo colectivo contra toda la población de Gaza.

El impacto humanitario sigue siendo catastrófico, con agencias de la ONU advirtiendo que la escasez de alimentos y suministros médicos se agrava, poniendo en peligro la vida de cientos de miles de civiles. La situación actual replica las condiciones desastrosas de los meses anteriores, cuando el flujo de ayuda también se utilizó como arma para presionar a la población de Gaza y su gobierno.

Testigos describen un clima de miedo y desesperación que impregna Gaza. “Cada día esperamos camiones que nunca llegan. Nuestros hijos se están muriendo de hambre y los hospitales ya no tienen medicinas. Prometieron paz, pero lo único que tenemos es más sufrimiento”, declaró Dawoud al-Khalil, un padre de familia que esperaba ayuda en un centro de distribución cerca del cruce de Rafah.

A pesar de que las disposiciones del alto el fuego incluían la promesa de restaurar infraestructuras y hospitales, las organizaciones de ayuda reportan que las entregas siguen siendo “una fracción de lo necesario”, y el hambre generalizada y la malnutrición continúan sin abordarse. Aunque se liberaron 55 trabajadores sanitarios detenidos como parte del intercambio de prisioneros, al menos 115 permanecen encarcelados y los hospitales de Gaza siguen gravemente desabastecidos.

La administración Trump —con el apoyo del Partido Demócrata y los medios corporativos— continúa celebrando el acuerdo como un avance histórico mundial. Sin embargo, los hechos sobre el terreno —asesinatos continuos, ayuda restringida, desplazamiento sin resolver— revelan un panorama de barbarie imperialista en pleno desarrollo.

En otros acontecimientos que exponen al acuerdo de alto el fuego en Gaza como una cruel farsa, la violencia de colonos israelíes contra los palestinos en Cisjordania se intensificó marcadamente en los últimos tres días. Docenas de palestinos —incluidos periodistas— resultaron heridos en ataques llevados a cabo tanto por colonos como por soldados israelíes, especialmente durante la temporada de cosecha de aceitunas en zonas como Nablus y aldeas como Beita, Huwara y Deir Sharaf.

Colonos, a menudo armados y, en ocasiones, acompañados por soldados, atacaron a campesinos, incendiaron vehículos y propiedades, y cometieron actos de violencia física contra civiles y miembros de la prensa. En Bardala (valle del Jordán), el lunes, colonos destruyeron 150 olivos vitales para la subsistencia local, mientras que ataques similares ocurrieron en Beit Fajjar, al sur de Belén, donde los agresores soltaron perros contra palestinos e incendiaron vehículos.

La Media Luna Roja Palestina atendió múltiples heridos, y testigos describieron las agresiones como coordinadas e intencionadas para intimidar y desplazar a comunidades palestinas.

Organismos de la ONU y grupos humanitarios han documentado una ola sin precedentes de ataques de colonos en los últimos meses. Más de 1.000 de estos ataques han ocurrido solo en los primeros ocho meses de 2025, principalmente concentrados en gobernaciones como Ramala, Nablus y Hebrón. Desde octubre de 2023, más de 1.000 palestinos han sido asesinados y cerca de 10.000 heridos en Cisjordania como resultado de acciones de colonos israelíes y soldados armados, con 178 muertes palestinas registradas solo en 2025.

Esta violencia forma parte de la estrategia más amplia de expansión de asentamientos israelíes y anexión de facto de tierras palestinas. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU informó que al menos 3.400 palestinos han sido desplazados por la violencia de colonos y las restricciones de acceso a lo largo del genocidio en Gaza y el posterior alto el fuego.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 14 de octubre de 2025)

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