El lunes, el Comité de Supervisión y Reforma Gubernamental de la Cámara de Representantes, presidido por el lacayo de Trump James Comer (republicano de Kentucky), publicó varios documentos relacionados con el traficante sexual de menores Jeffrey Epstein. El más notable es el “libro de cumpleaños” compilado por Ghislaine Maxwell, socia de larga data y cómplice criminal de Epstein.
El libro está dividido en capítulos separados que incluyen: “novias”, “niños”, “amigas”, “amigos” y “asistentes especiales”. En la sección titulada “novias” hay varias fotos de Epstein en playas y pistas de esquí, posando con autos lujosos y diferentes mujeres, incluida Ghislaine Maxwell. La sección “niños” incluye dibujos, cartas y fotografías, entre ellas una imagen de lo que parece ser una niña preadolescente tocando el piano.
Al publicar el libro, Comer dejó en claro que su intención era proteger a Trump. “Es indignante que los demócratas del Comité de Supervisión estén seleccionando documentos a su antojo y politizando información recibida del patrimonio de Epstein hoy”, escribió en un comunicado.
Comer denuncia a los demócratas por “Seleccionar a dedo” los archivos de Epstein, pero el verdadero consenso bipartidista es encubrir los crímenes. Los demócratas han tomado la crisis Epstein no para exponer los delitos de la clase dominante, sino para desviar la oposición masiva al actual golpe de Estado de Trump—su operación de deportaciones masivas, su ocupación militar de las principales ciudades estadounidenses, su abierta adopción de métodos fascistas. Los republicanos, por su parte, defienden abiertamente a Trump. Ninguno de los dos partidos representa los intereses de las víctimas de Epstein ni de la clase trabajadora.
El libro, titulado “Los primeros cincuenta años”, está lleno de cartas lascivas, dibujos, fotos y poemas enviados por algunas de las personas más ricas del mundo, a quienes Epstein consideraba “amigos”. Muchas de las cartas lascivas escritas por los ricos asociados de Epstein dejan claro que sus amigos—incluido Trump—eran conscientes y aceptaban su deseo por mujeres y niñas jóvenes.
Una carta comienza con: “Saludos de cumpleaños al Degenerado Número Uno”, señalando que había “tantas chicas, tan poco tiempo”.
Entre los “amigos” listados se encuentran los presidentes Bill Clinton y Donald Trump.
Clinton escribió:
Jeffrey—
Feliz 50 cumpleaños. Es asombroso, ¿no?, haber vivido tanto tiempo, a lo largo de todos estos años de aprendizaje y conocimiento, de aventura y trabajo, y aún tener esa curiosidad irresistible, esa voluntad de marcar la diferencia, y la necesidad de los amigos.
Bill Clinton
Una de las entradas más condenatorias en el “libro de cumpleaños” de Epstein proviene del propio Donald Trump. En una grotesca parodia de un guion de cine, la nota de Trump está impresa dentro del contorno de un torso femenino desnudo, como un diálogo entre él y Epstein, que incluye la línea: “Los enigmas nunca envejecen, ¿te has dado cuenta?”
El asqueroso poema termina con las palabras: “Un amigo es algo maravilloso. Feliz cumpleaños—y que cada día sea otro maravilloso secreto”. Debajo aparece la inconfundible firma de Trump. La entrada, con sus referencias a “ciertas cosas en común” entre ambos, rezuma un tono de complicidad compartida.
En julio de 2025, Trump demandó al Wall Street Journal por 10.000 millones de dólares por haber sido el primero en divulgar el saludo lascivo e incriminatorio. En ese momento, Trump afirmó que él no “dibujaba dibujos”. Tras la publicación del libro, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmó el lunes por la noche en redes sociales, sin presentar prueba alguna, que el dibujo era una falsificación. Escribió que “es muy claro que el presidente Trump no dibujó esta imagen, y que no la firmó”.
Tratando de proteger a Trump, varios congresistas republicanos afirmaron también el lunes que la firma era falsa. “Por lo que veo, no es su firma”, declaró el representante por Florida Byron Donalds.
La semana pasada, antes de la publicación del libro, dos republicanos, entre ellos el presidente de la Cámara Mike Johnson, afirmaron que la relación cercana de Trump con Epstein se debía al hecho de que actuaba como “informante del FBI”. Johnson declaró que Trump “era un informante del FBI para intentar desmantelar estos asuntos”.
La representante Nancy Mace (Carolina del Sur) afirmó igualmente que Trump era un “informante del FBI” que “habló con los federales para entregar a su hombre”. Al ser preguntado el lunes si mantenía sus declaraciones, Johnson retrocedió, diciendo: “No sé si usé la terminología correcta”.
Otra entrada en el “libro de cumpleaños” implica a Trump. En una fotografía, Epstein aparece sonriendo mientras sostiene un cheque gigante a su favor por 22.500 dólares, firmado por “D. Trump”. Debajo, el título presume que Epstein mostraba “talento temprano con el dinero + mujeres”, describiendo cómo “vende” a Trump mujeres “completamente depreciadas”.
El autor se jacta de que las “habilidades sociales” de Epstein eran evidentes incluso entonces, aunque él mismo “no recibió nada del dinero de la venta”. El tratamiento casual de las mujeres como mercancía para ser intercambiadas entre Epstein y Trump, presentado como una broma digna de ser recordada, subraya cuán normalizada estaba la explotación sexual dentro de esta capa de la élite financiera y política.
Otros “amigos” enumerados en el libro incluyen a Leon Black, exdirector ejecutivo de Apollo Global Management y cliente de Epstein. Black le pagó a Epstein más de 150 millones de dólares entre 2012 y 2017 por supuestos “consejos financieros”.
Otro es Lex Wexner, ex director general de Victoria’s Secret. En su carta a Epstein, Wexner escribió: “Quería darte lo que querías… así que aquí está…” Debajo hay una ilustración del seno de una mujer.
En su saludo de cumpleaños a Epstein, William Elkus, fundador de la firma de capital de riesgo Clearstone, recuerda que Epstein lo visitó en Iowa. Comienza su carta diciendo: “No es ningún secreto que Jeffrey aprecia a las mujeres hermosas”. Luego, tras afirmar que “es difícil distinguir entre las chicas y los cerdos en el sureste de Iowa”, Elkus felicita a Epstein por conocer allí a una “espectacular mujer rubia alta”, agregando: “Debo admitir que en ese momento me preguntaba si Jeffrey de alguna manera arregló todo el episodio a través de algún servicio de acompañantes de larga distancia”.
En una declaración para el New York Times el lunes, Elkus afirmó que la carta era una “broma”, y agregó que el “carisma” de Epstein era “palpable”.
Otros que enviaron saludos menos lascivos pero igualmente cálidos a Epstein incluyen a dos exdirectores ejecutivos de Bear Stearns, donde Epstein trabajó en su momento Alan “Ace” Greenberg y James “Jimmy” Cayne. Mortimer Zuckerman, multimillonario y editor en jefe de US News & World Report, también envió saludos.
Varias secciones del libro tienen nombres, fotos y rostros tachados, pero lo incluido pinta un retrato vivaz y repugnante no sólo de un hombre, sino de toda la criminal clase dominante estadounidense.
En su carta de cumpleaños a Epstein, Nathan Myhrvold, “un exejecutivo de Microsoft y socio de Bill Gates”, según Business Insider, lamenta no poder enviarle algo “profundo ni gracioso”. Así que le envía varias fotos de animales con genitales agrandados teniendo sexo.
Una nota sin firmar titulada “Náufragos Vol. 1” comienza así:
“Estaba cogiendo una chica en la cama y Jeff trajo a la empleada del servicio para hacer la cama. Ella salió gritando y nunca regresó. Estábamos los dos en la cama cogiendo unas chicas. Le dije qué opinaba, mientras él me metía penicilina por la garganta”.
Otra carta enviada a Epstein por “Nick” recuerda un incidente que “siempre te hacía [a Epstein] reír a carcajadas”. “Nick” recuerda que Epstein y sus amigos compraron una prostituta y la agredieron en la parte trasera de un auto.
Uno de los dibujos más perturbadores y altamente incriminatorios del libro es una caricatura dividida en dos paneles. El panel de la izquierda, marcado “1983”, muestra lo que parece Epstein entregando globos y una paleta a varias niñas pequeñas.
El panel derecho está marcado “2003, ¡qué gran país!”. Muestra a Epstein recostado en una silla de playa rodeado de mujeres escasamente vestidas que masajean su cuerpo desnudo. Al fondo aparece su mansión en las Islas Vírgenes de Estados Unidos junto con su avión. Una de las mujeres en este panel tiene un tatuaje de un corazón con las iniciales “J.E.” en las nalgas.
La publicación del “libro de cumpleaños” de Epstein no es simplemente otro escándalo escabroso. Es una ventana al verdadero carácter de la clase dominante. Aquí no aparecen solo especuladores de Wall Street, capitalistas de riesgo y financieros de Silicon Valley, sino también dos presidentes de Estados Unidos—uno demócrata, uno republicano—rindiendo cálidos tributos a un hombre cuya existencia entera estaba ligada a la explotación sexual de niñas. Sus palabras, conservadas de su puño y letra, desnudan el fraude de la moral burguesa.
Epstein no fue una aberración. Fue un producto orgánico de un orden social en descomposición terminal. Su “red” no era otra cosa que la propia burguesía estadounidense e internacional: multimillonarios, políticos, celebridades; todos unidos por el dinero, el privilegio y la complicidad en el crimen. El tono festivo del libro—mujeres descritas como “completamente depreciadas”, Trump celebrando “maravillosos secretos” dentro del contorno de un cuerpo desnudo, Clinton elogiando la “curiosidad irresistible” de Epstein—revela la absoluta corrupción de esta capa social.
(Artículo originalmente publicado en inglés el 9 de septiembre de 2025)