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Nueva ley de asilo más dura en Grecia criminaliza a los refugiados

Vista aérea de un cementerio de refugiados y migrantes con tumbas de personas que perdieron la vida en el mar Egeo mientras cruzaban de Turquía a Grecia, el jueves 15 de mayo de 2025. [AP Photo/Petros Giannakouris]

En el futuro, los refugiados serán tratados como criminales en Grecia. Ese es el núcleo de la nueva y más dura ley de asilo que el gobierno griego, bajo el partido derechista Nueva Democracia (ND), impuso en el parlamento hace una semana.

Las personas que buscan protección y a quienes se les niega el asilo y permanecen “ilegalmente” en el país ahora enfrentan duras penas de prisión y multas. Estas personas han soportado rutas de escape que ponen en riesgo sus vidas y, a menudo, entregado todos los ahorros de sus familias para huir de la guerra, la persecución y la pobreza en sus países de origen. Ahora, en Europa, no solo se les trata como ganado, sino que también se les encarcela si no regresan “voluntariamente” a la miseria de la que acaban de escapar.

La nueva ley se aprobó durante la noche del 2 al 3 de septiembre con los votos del partido en el poder, que tiene mayoría en el parlamento. En julio, el gobierno ya había decidido suspender todas las solicitudes de asilo presentadas por refugiados de África del Norte por un periodo de tres meses, anulando por completo el derecho al asilo.

El partido de pseudoizquierda Syriza criticó el endurecimiento de la ley, ocultando cuidadosamente el hecho de que durante sus propios cuatro años en el poder implementó la política inhumana de la Unión Europea contra los refugiados, allanando así el camino al gobierno actual.

La reforma al asilo incluye un paquete completo de medidas destinadas a privar de sus derechos a los refugiados, aterrorizarles y perseguirles:

• El plazo para la salida voluntaria se reduce de 25 a 14 días, lo que significa que un solicitante de asilo rechazado solo tiene dos semanas para abandonar el país.

• Si permanece “ilegalmente” en Grecia, enfrenta penas de prisión de dos a cinco años sin posibilidad de libertad condicional, así como multas de al menos 5.000 euros y hasta 10.000 euros por reincidencia.

• Los migrantes sin papeles ya no recibirán estatus legal después de siete años de residencia en Grecia, como era el caso anteriormente. En la práctica, esto significa que pueden ser arrestados en cualquier momento como migrantes “ilegales”, quedando excluidos del sistema de salud, del mercado laboral y del acceso a la vivienda.

• Los recién llegados sin documentos válidos serán internados en centros cerrados. Esta detención administrativa se amplía de 18 a hasta 24 meses.

• Los solicitantes de asilo rechazados serán vigilados con grilletes electrónicos durante el periodo de salida, de modo que puedan ser arrestados inmediatamente si no se marchan.

• La lista de países de origen considerados “seguros” se ampliará, lo que permitirá deportar también a personas hacia terceros países donde hayan solicitado asilo por primera vez.

• Por primera vez, la ley establece una prohibición de entrada para personas clasificadas como una “amenaza para el orden público y la seguridad”, una disposición que puede interpretarse de manera amplia y aplicarse arbitrariamente.

Estos ataques afectan directamente a la gran mayoría de los refugiados, ya que cada vez menos personas que buscan protección en Grecia reciben un procedimiento de asilo adecuado, mucho menos el asilo en sí. Según cifras de la agencia de asilo de la UE, la tasa de reconocimiento en la UE ha caído al 25 por ciento, el nivel más bajo jamás registrado. No hay cifras exactas para Grecia, pero es probable que la tasa sea aún menor.

No es coincidencia que Thanos Plevris, nombrado ministro de Migración en junio, esté impulsando esta brutal ley. Plevris es un notorio político de extrema derecha con vínculos estrechos con los neonazis. Antes de unirse a ND en 2012, fue diputado por el partido ultraderechista Laos (Reunión Ortodoxa Popular). Su padre, Konstantinos Plevris, a quien una vez defendió como abogado, es un conocido antisemita y considerado un precursor ideológico del partido neonazi Amanecer Dorado.

Lo que Plevris implementa ahora como ministro de Migración ha estado desde hace tiempo en su agenda política. En 2011 pidió abiertamente el asesinato de refugiados. En un evento, ante los aplausos de sus simpatizantes fascistas, proclamó: “No hay protección fronteriza sin muertes”. Los migrantes deben ser disuadidos de entrar a Grecia: “El infierno debería parecer un paraíso en comparación con lo que han vivido aquí”.

La política de refugiados del país en los últimos años—desde las devoluciones en el mar hasta los campos de concentración—ya ha convertido a Grecia en un infierno para la mayoría de los refugiados. Pero eso no es suficiente para Plevris. También quiere desechar los últimos restos de derechos humanos que, al menos en el papel, aún existían para los refugiados.

En su discurso parlamentario la semana pasada, Plevris se jactó: “Lo digo con gran orgullo: me alegra ser ministro de este gobierno que criminaliza la residencia ilegal en el país”. Se dirigió a los refugiados con una amenaza directa:

Si se rechaza tu solicitud de asilo, tienes dos opciones. O acabas en prisión o regresas a tu país de origen. El Estado griego no te acepta. No eres tolerado porque entraste ilegalmente. Solo tienes una elección: regresar. No eres bienvenido.

Con su retórica rabiosa, Plevris emula las diatribas antiinmigrantes de Donald Trump, a quien admira abiertamente. Tras la elección de Trump en noviembre de 2024, Plevris felicitó al nuevo presidente estadounidense en X por su “gran victoria”, alabando entre otras cosas su postura contra la inmigración ilegal. Describió su elección como un “mensaje importante para la UE” e invocó la “buena cooperación” de Grecia con Trump.

Al igual que Trump, Plevris no se interesa en disfrazar su política migratoria criminal con preocupaciones humanitarias. Más bien, se jacta de marcar la pauta en la Unión Europea. Desestimó las críticas de muchas organizaciones de derechos humanos a sus planes como “irrelevantes” durante un programa de televisión en agosto: “La política migratoria la determina el gobierno. Las repatriaciones, forzadas y voluntarias, son el gran objetivo tanto a nivel nacional como europeo. Y Grecia desempeña un papel de liderazgo en este debate”.

En efecto, el nuevo endurecimiento de la ley no es una medida nacional unilateral del gobierno de ND, sino parte integral de la política antirefugiados de Europa. En una reunión en Copenhague a finales de julio, donde se debatieron nuevos ataques contra los refugiados, Plevris promovió sus propuestas.

Según un informe de Politico, mantuvo varias reuniones bilaterales a puerta cerrada con representantes de la UE. El periódico cita a un funcionario del gobierno griego, que pidió permanecer en el anonimato, diciendo: “La nueva legislación griega ha despertado un interés particular entre los ministros, ya que se considera la más estricta jamás presentada a nivel de la UE”.

Plevris se reunió con sus homólogos de Austria, Francia y Alemania, así como con representantes de la agencia fronteriza de la UE, Frontex, para debatir el cierre de las fronteras exteriores y nuevas medidas disuasorias contra los refugiados.

La burguesía europea apoya plenamente el endurecimiento de la ley de asilo en Grecia y ya ha comenzado a aplicar ataques similares de extrema derecha contra migrantes en sus propios países.

El pasado miércoles, poco después de la votación sobre la ley griega de asilo, el gobierno alemán superó otra barrera hacia el endurecimiento de su política de refugiados: el ministro del Interior, Alexander Dobrindt (de la Unión Social Cristiana, CSU), impulsó dos leyes a través del gabinete para implementar la reforma del Sistema Europeo Común de Asilo (SECA) en Alemania. Esta reforma permite una fortificación aún mayor de las fronteras exteriores de la UE, deportaciones más rápidas y la detención de refugiados en campos en las fronteras exteriores.

Alemania también reanudó este año las deportaciones de refugiados a Grecia. En años anteriores, las deportaciones se habían detenido de facto debido a la situación devastadora que enfrentaban los refugiados en Grecia. Aunque la situación se ha deteriorado aún más, el Tribunal Administrativo Federal dictaminó en una decisión histórica en abril que allí no existían condiciones de vida inhumanas ni degradantes para los refugiados.

En Gran Bretaña, el gobierno y los medios de comunicación estatales están llevando a cabo actualmente una campaña de extrema derecha contra los llamados “hoteles para solicitantes de asilo” donde son alojados los refugiados. El político tory Robert Jenrick, quien podría ser el próximo líder del Partido Conservador, acogió recientemente con satisfacción las propuestas del ultraderechista Nigel Farage de encerrar a los solicitantes de asilo en campos de concentración, y luego intentó superarlo por la derecha: estos campos deberían ser “prisiones rudimentarias”, afirmó Jenrick.

Los ataques contra los refugiados sirven a la clase dominante en todos los países para socavar los derechos democráticos y preparar una ofensiva general contra todas las conquistas sociales de la clase trabajadora. Paralelamente a la última ley de asilo, el gobierno griego está impulsando el rearme militar y endureciendo la explotación capitalista con la nueva ley laboral.

Para dividir y enfrentar a los trabajadores entre sí, se ataca primero a los más débiles y desamparados—los refugiados—a quienes se les convierte en chivos expiatorios de los problemas sociales que en realidad son el resultado de la crisis del capitalismo.

La clase trabajadora debe oponerse a esta guerra abierta contra los refugiados con su propio programa: la defensa incondicional de sus compañeros y vecinos inmigrantes, y la unificación internacional de toda la clase trabajadora en un movimiento socialista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 9 de septiembre de 2025)

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