Español

Continúa el auge del precio del oro mientras crece la montaña de deuda

En una señal más de las crecientes preocupaciones sobre el papel del dólar como moneda de reserva internacional y la estabilidad del sistema financiero global, el precio del oro alcanzó un nuevo récord el martes.

En las primeras operaciones en Asia, subió un 0,9 por ciento hasta los 3.508 dólares por onza antes de retroceder a justo por debajo de los 3.500 dólares. La incertidumbre sobre la dirección del sistema financiero internacional y el papel del dólar también se refleja en las tendencias a más largo plazo.

Barras de oro apiladas en una bóveda de la Casa de la Moneda de Estados Unidos el 22 de julio de 2014 en West Point, Nueva York [AP Photo/Mike Groll]

El precio del oro casi se ha duplicado desde principios de 2023, en gran parte por la creciente compra de los bancos centrales. A finales del año pasado, el oro superó al euro como el segundo mayor componente de las reservas de los bancos centrales, después del dólar, y ahora representa alrededor del 20 por ciento de estos activos.

Con la eliminación del respaldo en oro al dólar estadounidense por parte del presidente Nixon en agosto de 1971, el dólar ha funcionado como una moneda fiduciaria. Es decir, no está respaldado por un valor real, sino que se basa en el poder financiero del Estado norteamericano y sus instituciones.

La confianza en ese poder se ha ido erosionando constantemente debido a una serie de crisis financieras—en 2008, marzo de 2020 y las quiebras bancarias de marzo de 2023—con indicios de que se acerca un punto de inflexión. Estados Unidos es ahora el país más endeudado de la historia—la deuda pública asciende a 37 billones de dólares y sigue aumentando, y los pagos de intereses, por un billón de dólares al año, se están convirtiendo en la mayor partida del presupuesto federal.

Esta confianza ha sido aún más socavada por las políticas del gobierno de Trump y su destrucción de todo el marco del orden económico y financiero internacional establecido tras la Segunda Guerra Mundial. Esto se evidenció en la reacción a los anuncios de aranceles del “día de liberación” hechos por Trump a principios de abril, cuando las tasas de interés en los mercados de bonos se dispararon y, contrariamente a lo que suele ocurrir en condiciones de turbulencia, el valor del dólar cayó.

La agitación inmediata causada por la guerra económica de Trump contra el mundo ha disminuido.

Pero una nueva fuente de inestabilidad ha sido puesta en marcha por los ataques del gobierno contra la independencia política de la Reserva Federal de EE.UU., manifestados en demandas continuas para que baje las tasas de interés—posiblemente hasta en tres puntos porcentuales—y en los intentos de Trump de colocar a sus partidarios al frente de los organismos directivos de la Fed.

La punta de lanza de estos esfuerzos es el despido de la gobernadora de la Fed, Lisa Cook, aunque está claro que este es solo el primer paso. En un documento que coescribió en marzo pasado, uno de los principales asesores económicos de Trump, Stephen Miran—quien está propuesto para integrar el órgano de gobierno de la Fed si es confirmado por el Senado—ha abogado por una “reforma” de la Fed que daría al presidente el poder de destituir a su presidente y otros miembros “a voluntad”.

Estas medidas han generado preocupación de que la abolición de la independencia de la Fed intensifique una crisis en desarrollo resultado del aumento de la deuda.

El multimillonario Ray Dalio, fundador de Bridgewater Associates, uno de los mayores fondos de cobertura del mundo, lleva tiempo dando la voz de alarma. En una entrevista con el Financial Times esta semana, intensificó sus advertencias.

Dijo que Estados Unidos bajo Trump se está deslizando hacia una política autocrática al estilo de los años treinta.

“Creo que lo que está ocurriendo ahora en términos políticos y sociales es análogo a lo que ocurrió en todo el mundo entre 1930 y 1940”.

Un banco central presionado para mantener las tasas de interés bajas “socavaría la confianza en que la Fed defienda el valor del dinero y haría menos atractiva la tenencia de activos denominados en dólares, lo que debilitaría el orden monetario tal como lo conocemos”.

Dalio señaló que los inversores internacionales han comenzado a cambiar de los bonos del Tesoro hacia el oro.

Ha comparado la acumulación de deuda con la acumulación de placa en el sistema circulatorio humano, bloqueando la circulación del dinero de forma similar a como la placa bloquea el flujo de sangre.

“Los grandes excesos que ahora se proyectan como resultado del nuevo presupuesto probablemente causarán un ataque cardíaco inducido por la deuda en un futuro relativamente cercano,” afirmó.

Actualmente hay un desequilibrio en los ingresos, con el gobierno gastando unos 7 billones de dólares mientras recauda solo 5 billones en ingresos. Esto conducirá a una gran emisión de deuda justo en el momento en que los inversores se preguntan si los bonos del Tesoro son “una buena reserva de valor” y cuando “es poco probable que la demanda de deuda mantenga el ritmo de la oferta”.

Las claras señales del desarrollo de una crisis, señaladas por Dalio y otros, combinadas con las acciones de Trump que debilitan la confianza en las instituciones financieras y económicas—como el despido del responsable de la Oficina de Estadísticas Laborales tras un informe negativo de empleo, afirmando que las cifras estaban “amañadas”—han generado la pregunta de por qué no ha habido una reacción importante en los mercados.

La bolsa de valores, aunque con altibajos y algunas preocupaciones por la sobrevaloración de las acciones tecnológicas y de IA, ha seguido avanzando, sin que haya habido una venta masiva en el mercado de bonos.

Este fenómeno ha sido objeto de análisis en los medios financieros sobre por qué los mercados han ignorado el ataque a la Fed y por qué no están “volviéndose locos”, como planteó el conocido economista y excolumnista del New York Times, Paul Krugman, en una publicación en Substack la semana pasada.

Señaló que, aunque ha habido pequeñas sacudidas en los mercados de bonos y divisas, “no ha habido trastornos significativos en los mercados financieros que reflejen la gravedad de la situación en la que nos encontramos”.

Krugman citó ejemplos recientes en los que los mercados ignoraron señales de advertencia de una crisis cuando se estaban acumulando sus condiciones.

En 2005, había buenos motivos para sospechar que existía una burbuja inmobiliaria, pero el índice de riesgo de impago en los valores respaldados por hipotecas subprime no mostró ninguna caída significativa hasta bien entrado 2007. Y luego la crisis estalló en septiembre de 2008.

Otro ejemplo de “complacencia del mercado”, escribió, fue la crisis del euro que comenzó en 2009, pero los rendimientos de los bonos españoles utilizados para financiar inversiones inmobiliarias especulativas “se mantuvieron muy bajos hasta que la crisis ya estaba en marcha”.

Dijo que el “patrón habitual” era el de la complacencia del mercado “hasta el último momento posible” y que los mercados actuaban “como si todo estuviera normal hasta que resulta cegadoramente obvio que no lo está”.

Concluyó afirmando que “la ausencia de una fuerte reacción al ataque de Trump contra la Fed no es señal de que todo esté bien. De hecho, estamos presenciando una catástrofe política en ciernes. Pero es probable que los mercados no reaccionen con fuerza hasta que el desastre ya esté sobre nosotros”.

¿Y qué ocurrirá entonces? Algunas respuestas a esa pregunta fueron proporcionadas en un pódcast con Dalio y Gideon Rachman, columnista de asuntos internacionales del Financial Times, a principios de julio.

Al ser consultado por las políticas del presidente argentino Javier Milei, quien ha implementado un brutal programa de austeridad exigido por el Fondo Monetario Internacional, Dalio le dio su visto bueno. Dijo que el aumento de las tasas de interés y la aplicación de una política monetaria “muy estricta” era la forma “clásica” de abordar la crisis de la deuda. En otras palabras, este sería el modelo para abordar la crisis de deuda global en Estados Unidos e internacionalmente.

Milei ha recibido el respaldo de políticos de extrema derecha y de orientación fascista. Trump ha proclamado que Milei es su “presidente favorito”, y la líder del Partido Conservador británico, Kemi Badenoch, declaró recientemente que le gustaría convertirse en la versión británica del fascista argentino.

Tales declaraciones dejan claro que no existe una solución “pacífica” ni reformista dentro del marco de la economía capitalista. Recuerdan un pasaje de una carta de Karl Marx a Friedrich Engels en 1868 en la que, tras elaborar el marco de El capital, concluye: “… tenemos la lucha de clases, como la conclusión en la que se resuelve el movimiento y la descomposición de toda esta mierda”.

Los mercados pueden, al menos por ahora, ignorar las señales de advertencia de una gran crisis gestándose en los propios cimientos del sistema de ganancias, pero los gobiernos capitalistas y las instituciones del Estado no lo hacen.

En todos los países, avanza la imposición de formas autoritarias y fascistas de gobierno—encabezadas por Estados Unidos, el epicentro de la creciente crisis económica y financiera—donde el gobierno de Trump, en violación directa de las normas constitucionales, ha desplegado al ejército en la capital, Washington, y busca utilizar a las fuerzas armadas en otras ciudades importantes.

Trump proclama la gran fortaleza de la economía estadounidense, pero ha advertido que si sus aranceles recíprocos deben ser revocados como resultado de acciones legales—ya han existido dos fallos judiciales en su contra—Estados Unidos podría enfrentar una depresión al estilo de 1929. Esto indica que, incluso mientras continúe el auge bursátil, la realidad debajo de la superficie dista mucho de estar bien.

Las clases dominantes capitalistas en Estados Unidos y en todo el mundo están preparando su respuesta ante las grandes erupciones de la lucha de clases que las contradicciones irresolubles del sistema de ganancias capitalista inevitablemente generarán.

La clase trabajadora también debe prepararse, sobre todo políticamente, mediante la comprensión de que la única salida a la crisis del orden capitalista es la lucha por el programa del socialismo internacional orientado a la conquista del poder.

(Artículo originalmente publicado en inglés el 3 de septiembre de 2025)

Loading