El domingo, el Washington Post publicó un plan de 38 páginas para la limpieza étnica de Gaza, elaborado con la colaboración del Boston Consulting Group y del equipo del ex primer ministro británico Tony Blair, y debatido activamente en la Casa Blanca.
El plan, según el Washington Post, “contempla al menos una reubicación temporal de los más de 2 millones de habitantes de Gaza, ya sea mediante lo que llama salidas ‘voluntarias’ a otro país o mediante el confinamiento en zonas restringidas y aseguradas dentro del enclave durante la reconstrucción”.
El Post da a entender que el plan fue discutido en una reunión el miércoles pasado en la Casa Blanca, en la que participó Blair. Los funcionarios de la Casa Blanca se mostraron herméticos sobre el contenido de la discusión, afirmando únicamente que se centró en los esfuerzos por “resolver” la guerra y en el “día después” para Gaza.
En realidad, el plan publicado por el Washington Post prevé un Holocausto del siglo XXI, que implica el acorralamiento de toda la población de Gaza en campos de concentración. Desde allí, serán forzados, mediante el hambre y las enfermedades, a abandonar su tierra.
Una vez completada la limpieza étnica del enclave, se espera que Gaza tenga, según el informe, un “valor patrimonial” de 320.000 millones de dólares. Además, el informe calcula el beneficio económico de expulsar a cada palestino de su tierra en 23.000 dólares por persona.
El plan convertiría a Gaza “en un fideicomiso administrado por Estados Unidos durante al menos 10 años, mientras se transforma en un lujoso destino turístico y centro de alta tecnología e innovación”.
La declaración del presidente Donald Trump a principios de este año, de que Estados Unidos e Israel “poseerán” Gaza, lejos de ser una simple expresión, representa en realidad el programa operativo de Estados Unidos e Israel.
En febrero, el presidente Donald Trump declaró: “Vamos a tener Gaza… No tenemos que comprarla. No hay nada que comprar. Tendremos Gaza… Vamos a tomarla”.
Estas declaraciones están en sintonía con las del gobierno israelí. El jueves, el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich declaró: “Israel debe mantener el control total de toda la Franja, para siempre. Anexionaremos una zona de seguridad y abriremos las puertas de Gaza para la emigración voluntaria”.
En mayo, Smotrich afirmó: “En el plazo de un año… Gaza estará totalmente destruida, los civiles serán enviados… al sur, a una zona humanitaria… y desde allí empezarán a emigrar en grandes números hacia terceros países”.
En agosto, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu declaró que Israel está “hablando con varios países” para aceptar a los palestinos desplazados de Gaza. Estos países incluyen Libia, Etiopía, Sudán del Sur, Indonesia y Somalilandia.
El plan publicado por el Washington Post prevé la obtención de fondos tanto gubernamentales como privados, con una rentabilidad masiva. Basado en una financiación inicial de entre 100 y 200 millones de dólares, se espera que los ingresos anuales del fideicomiso superen los 4.500 millones de dólares para el año 10.
El documento contempla la construcción del llamado “Corredor de Infraestructura Abrahámica”, que implicaría “ferrocarriles masivos, oleoductos y fibra óptica construidos para conectar el Portal Abrahámico con centros regionales a través del IMEC: Arabia Saudita/Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Israel y Jordania”.
En otras palabras, el control de Gaza no será simplemente una apropiación de tierras para el desarrollo inmobiliario —aunque también lo será— sino un punto clave en un “nuevo Oriente Medio” bajo control directo del imperialismo. Este es un paso decisivo en los esfuerzos de décadas por parte de Estados Unidos para conquistar esta región estratégica.
Por primera vez, el documento publicado por el Post revela que la llamada “Fundación Humanitaria de Gaza” (GHF, por sus siglas en inglés) será la entidad que administrará los campos en los que se desplazará a la población palestina. La GHF lleva a cabo regularmente masacres de palestinos que buscan ayuda, bajo el pretexto de distribuir alimentos. Un informe publicado en junio por Haaretz reveló que los soldados israelíes recibieron instrucciones explícitas de disparar contra multitudes que buscaban ayuda en los centros de distribución de la GHF.
El historial de la GHF deja claro que los campos de concentración a los que será desplazada la población palestina serán, de hecho, campos de exterminio. Allí, los palestinos recibirán raciones de hambre y serán masacrados regularmente, tal como ocurre hoy en día en los centros de “entrega de alimentos” de la GHF.
Frente al hambre y la muerte segura, los palestinos serán entonces “autorizados” a emigrar “voluntariamente”. En otras palabras, la “emigración voluntaria” descrita por la Casa Blanca de Trump y el gobierno israelí no es otra cosa que lo que en cualquier otra definición se conoce como limpieza étnica forzada.
Hasta la fecha, el genocidio israelí en Gaza ha matado oficialmente a 60.000 palestinos, y se estima que la cifra real supera los 100.000.
El mes pasado, el monitor de seguridad alimentaria de la Clasificación Integrada de las Fases de Seguridad Alimentaria respaldado por la ONU declaró oficialmente que la hambruna ya se ha instalado en Ciudad de Gaza. El informe declaró sin ambigüedad que esta hambruna es “completamente provocada por el ser humano” y añadió que “esta es la mayor cantidad de personas enfrentando hambre catastrófica jamás registrada por el sistema de Clasificación Integrada de Seguridad Alimentaria”.
Hasta ahora, más de 300 palestinos han muerto de hambre o desnutrición en Gaza, incluidos más de 100 niños.
(Artículo originalmente publicado en inglés el 31 de agosto de 2025)