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Casi un millón de israelíes se manifiestan exigiendo un acuerdo por los rehenes y el fin de la guerra en Gaza

Cerca de 500.000 personas abarrotaron el domingo la Plaza de los Rehenes en Tel Aviv para exigir al gobierno de extrema derecha del primer ministro Benjamín Netanyahu que ponga fin a la guerra en Gaza y logre un acuerdo para repatriar a los rehenes. Las manifestaciones en Jerusalén, Haifa, Beersheba y otras ciudades elevaron el total de participantes a más de un millón.

Estas concentraciones fueron de las mayores desde que comenzó la guerra hace casi dos años, y dan testimonio de la profundidad de la oposición tanto a la guerra como al gobierno.

Manifestantes marchan en Tel Aviv, Israel, durante una protesta que exige la liberación inmediata de los rehenes retenidos por Hamas y pide al gobierno israelí que revierta su decisión de ocupar la ciudad de Gaza y otras zonas de la Franja de Gaza, 17 de agosto de 2025 [AP Photo/Ohad Zwigenberg]

Algunos de los ex rehenes hablaron en la concentración junto a familiares de quienes aún permanecen retenidos en Gaza. Yehuda Cohen, padre del rehén Nimrod Cohen, declaró: “Estamos viviendo bajo una organización terrorista que se niega a devolvernos a nuestros hijos por razones políticas”, en referencia al gobierno de Netanyahu.

Agregó: “Mi hijo Nimrod está sufriendo para que el gobierno pueda construir asentamientos en Gaza, y me niego a permitir que sea sacrificado en ese altar. Este país no volverá a la normalidad hasta que los rehenes regresen mediante un acuerdo integral y la guerra termine. Si el gobierno de Netanyahu no está dispuesto a hacerlo, entonces deben renunciar y permitir que alguien más responsable lo haga”.

En un video proyectado durante el mitin, varios rehenes liberados apelaron al presidente estadounidense Donald Trump—arquitecto del plan de limpieza étnica de Netanyahu y principal sostén militar de Israel—para que ponga fin a la guerra y traiga de vuelta a los rehenes. Después del video, Einav Zangauker, madre de uno de los rehenes, dijo: “Exigimos un acuerdo integral y el fin de la guerra. ¡Exigimos lo que merecemos—nuestros hijos!”.

La protesta siguió a una jornada de movilizaciones convocadas por el Foro de Familias de Rehenes y Desaparecidos y el Consejo de Octubre, dos grupos que representan a las familias de los rehenes, para que comercios, autoridades locales, universidades, escuelas, empresas tecnológicas, el transporte público y lugares de trabajo cesaran actividades. Activistas bloquearon carreteras importantes y la autopista Ayalon en Tel Aviv, algunos manifestantes protestaron frente a las casas de ministros y otros marcharon hacia la sede del partido Likud, donde encendieron una fogata. La policía utilizó cañones de agua y arrestó al menos a 38 personas.

Los organizadores convocaron un Día Nacional de Acción tras la decisión del gabinete de ampliar la limpieza étnica en Gaza, en lugar de firmar un acuerdo para repatriar a los 50 rehenes restantes. Se calcula que solo 20 aún están vivos, y se encuentran en pésimas condiciones de salud.

La nueva ofensiva de Netanyahu implica el desplazamiento forzado de alrededor de un millón de palestinos que viven en la ciudad de Gaza, muchos de los cuales ya han sido desplazados varias veces, y la toma de control de la ciudad por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).

El callejón sin salida político de las protestas queda ejemplificado por el papel clave desempeñado por el jefe del Estado Mayor de las FDI, Eyal Zamir, exayudante militar de Netanyahu, quien fue ampliamente elogiado tras advertir que la ofensiva podía poner en riesgo la vida de tanto rehenes como soldados.

Su preferencia inicial consistía en continuar con el plan actual que está logrando el objetivo de provocar hambruna masiva entre los palestinos sin requerir una fuerza militar adicional. No obstante, superó sus reservas y ahora prepara una fuerza de casi 100.000 soldados con apoyo aéreo para desplazar por la fuerza a los palestinos hacia el sur de Gaza como parte de la operación para tomar la ciudad de Gaza. El ejército ya ha atacado el barrio Al-Zaytoun de la ciudad con aviones de combate, artillería y robots explosivos, destruyendo sistemáticamente cientos de viviendas.

Al mismo tiempo, este supuesto opositor de Netanyahu ha estado ordenando ataques casi diarios a Líbano, violando el alto el fuego. El domingo, la marina lanzó ataques contra una planta eléctrica al sur de Saná, capital de Yemen, controlada por los hutíes respaldados por Irán.

Zamir es solo uno entre los muchos criminales de guerra que adoptan una postura de oposición mientras tienen las manos manchadas de sangre y se presentan como firmes defensores del genocidio en Gaza. Más temprano, varios políticos visitaron la Plaza de los Rehenes para mostrar su “apoyo”, entre ellos el presidente Isaac Herzog, el líder de la oposición Yair Lapid, el presidente del partido Azul y Blanco Benny Gantz—quien se unió al gobierno de Netanyahu en octubre de 2023—y su exministro de defensa Yoav Gallant.

El Consejo de Octubre, que representa a algunos familiares de los rehenes retenidos en Gaza o de quienes han muerto durante los combates, convocó una huelga general. Pero en una reunión el lunes con los organizadores, Arnon Bar-David, dirigente de la federación sindical sionista Histadrut, rechazó la petición de las familias para que la convocara formalmente.

Dejó en claro que temía que la movilización de trabajadores alrededor del tema de la guerra y los rehenes pudiera fusionarse con la creciente preocupación social, económica y sobre todo política, convirtiéndose en un movimiento opositor más amplio que la Histadrut no podría contener. Una huelga general “podría desviar el enfoque público de los rehenes hacia argumentos políticos”, advirtió. En su lugar, dijo que “alentaría” a empleadores y sindicatos a permitir la asistencia a protestas y concentraciones sin poner en riesgo los derechos laborales.

Bar-David es plenamente consciente de la profunda crisis económica y política, mientras crece la indignación por el poder ascendente de grupos fascistas, racistas y religiosos, los esfuerzos de Netanyahu por concentrar más poder y la corrupción endémica en su círculo más cercano, en medio del peligro de que la guerra se expanda a Líbano, Siria, Yemen e Irán.

Las protestas del domingo demuestran la magnitud de la oposición a la guerra en Gaza, y confirman las encuestas que reflejan un deseo mayoritario entre los israelíes de que la guerra termine. Sin embargo, esta oposición centrada principalmente en la preocupación por los rehenes, que se lamenta de que “una guerra justa” se ha convertido en “una guerra innecesaria” y que a menudo es indiferente al sufrimiento de los palestinos, sigue atrapada dentro de una perspectiva sionista.

No se puede emprender ninguna lucha progresista contra el gobierno israelí sin oponerse al genocidio que ya ha cobrado al menos 61.000 vidas palestinas y amenaza con hambruna a los 2,1 millones restantes. Esto implica rechazar la exclusión etnorreligiosa que constituye la base del Estado israelí.

Las cuestiones que planteó el movimiento de protesta contra el golpe judicial de Netanyahu que recorrió el país durante meses en 2023 vuelven a surgir, aunque a un nivel mucho más elevado. Entonces, como ahora, los manifestantes se envolvieron en la bandera israelí para mostrar su apoyo al proyecto sionista y se negaron a abordar la cuestión de los derechos democráticos del pueblo palestino oprimido.

En octubre de 2023, cancelaron las protestas. Sus dirigentes emitieron un comunicado conjunto expresando su total respaldo a las FDI y su unidad con el gobierno, afirmando que “en momentos como estos, en Israel no hay oposición ni coalición”. Cinco de sus figuras importantes se unieron al gabinete de guerra: Gantz, Gadi Eisenkot, Gideon Sa’ar, Hili Tropper y Yifat Shasha-Biton. En cuanto a los manifestantes, muchos abandonaron sus promesas de negarse al servicio de reserva y se alistaron para la guerra.

Si bien hoy existen grupos que plantean la cuestión palestina, su número aún es reducido. Deben asumir la tarea, difícil pero vital, de romper con el sionismo y unir a la clase obrera israelí con los palestinos y los trabajadores de toda la región en una lucha unificada. Su objetivo no debe ser: un miniestado palestino junto a Israel, sino el derrocamiento y reemplazo del Estado sionista y los diversos regímenes burgueses árabes que lo apoyan mediante el establecimiento de los Estados Unidos Socialistas de Oriente Medio.

Esta es la perspectiva de la revolución permanente por la que lucha el Comité Internacional de la Cuarta Internacional. Es necesario construir secciones del CICI tanto en Israel como en todo Oriente Medio para proporcionar la dirección necesaria para llevar adelante esta lucha.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 17 de agosto de 2025)

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