La revelación de que el expresidente Barack Obama sostuvo una extensa conversación telefónica con Zohran Mamdani después de que éste obtuviera la victoria en las primarias de junio es la señal más reciente de que un poderoso sector del aparato del Partido Demócrata está dispuesto a respaldar al miembro de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA) en las elecciones de noviembre en la ciudad de Nueva York.
También deja en claro que Mamdani, más allá de su retórica, representa los mismos intereses fundamentales del capital que Obama defendió firmemente durante su mandato.
Según el diario New York Times, que divulgó la noticia en una columna de opinión firmada el miércoles por Mara Gay, durante la llamada “el Sr. Obama felicitó al Sr. Mamdani, le ofreció consejos sobre gobernabilidad y hablaron sobre la importancia de brindar esperanza a las personas en tiempos oscuros”.
Obama no ha emitido un respaldo formal, algo que ha evitado en general desde que dejó la presidencia en 2016. Sin embargo, queda claro que el exmandatario ha adoptado a Mamdani como parte de su legado político. El exjefe de asesores de Obama y su representante político, David Axelrod, visitó la sede de campaña de Mamdani en junio y habló del candidato en términos elogiosos.
“Lo que encontré cuando fui a esa oficina fue un espíritu familiar que no había visto en mucho tiempo: un idealismo decidido y optimista”, dijo Axelrod. “Puede que no estés de acuerdo con todas las respuestas [de Mamdani], ni con todas sus ideas, pero sin duda está haciendo las preguntas correctas, como por ejemplo: ¿cómo hacemos que el país funcione para la clase trabajadora?”
La victoria de Mamdani en las primarias sacudió al aparato del Partido Demócrata y a sus patrocinadores en Wall Street y en las juntas directivas corporativas. Más que las poco probables promesas de aplicar un modesto impuesto a los ricos para financiar guarderías y transporte gratuito, lo que más teme la dirigencia del partido es que alentar la oposición contra la desigualdad y la guerra pueda crear condiciones explosivas que escapen a su control.
A casi dos meses de las primarias, prácticamente toda la dirigencia demócrata del estado de Nueva York —incluida la gobernadora Kathy Hochul, los senadores Chuck Schumer y Kirsten Gillibrand, y el líder demócrata en la Cámara de Representantes Hakeem Jeffries— sigue sin ofrecerle apoyo. Solo cuatro de los diez demócratas de la Cámara en la ciudad de Nueva York han respaldado al candidato del partido.
La intervención de Obama podría cambiar esta situación. También lo hará la falta de alternativas viables. El aparato del partido en Nueva York y su candidato preferido, Andrew Cuomo, no lograron captar el apoyo de sectores significativos del electorado pese a los decenas de millones de dólares que destinaron a las primarias.
Cuomo, quien sigue en la contienda como independiente, muestra pocas señales de que alterará su suerte en noviembre, pese a un cambio de táctica. En un intento desesperado por ganar tracción, el exgobernador atacó a Mamdani por supuestamente negarle alojamiento a una familia sin techo al vivir en un apartamento con renta estabilizada —modalidad que representa la mitad del mercado de alquileres en Nueva York— a pesar de ganar más de 140.000 dólares al año como miembro de la asamblea estatal.
Otro de sus oponentes en la elección general, el actual alcalde neoyorquino y demócrata convertido en independiente Eric Adams, quedó golpeado cuando el medio Gothamist reveló, a principios de mes, que presentó firmas falsas y fraudulentas en su petición para postularse al cargo.
La elección a la alcaldía de Nueva York refleja una crisis cada vez más profunda dentro del Partido Demócrata y agudas divisiones sobre cómo responder a ella.
El partido está profundamente desacreditado, siendo responsable de décadas de estancamiento salarial y recortes sociales, mientras la acumulación de riqueza en la cima ha alcanzado niveles obscenos. En medio del crecimiento venenoso de la desigualdad extrema, el enfoque central ha sido la prosecución de guerras desastrosas en el extranjero.
El propio Obama es emblemático de este proceso. Llegó al poder en medio de una oposición masiva a las guerras criminales del gobierno de Bush y al colapso financiero de 2008, ofreciendo “esperanza” y “cambio” como el primer presidente afroamericano.
Sin embargo, su mandato aceleró la transferencia de riqueza desde la clase trabajadora hacia la élite superrica. La nueva cara del Partido Demócrata prosiguió con guerras ilegales durante todos sus años en el cargo, deportó más inmigrantes que cualquier otro mandatario anterior y destrozó derechos democráticos fundamentales con asesinatos dirigidos, incluso contra ciudadanos estadounidenses, allanando el camino para el surgimiento de Donald Trump.
Jeffrey Lerner, un veterano del gobierno de Obama y hoy director de comunicaciones de Mamdani, destacó las similitudes entre el expresidente y el aspirante a la alcaldía. “Al igual que mi antiguo jefe, Zohran encarna un liderazgo reflexivo, valentía moral y una capacidad única para inspirar esperanza en quienes han sido abandonados por la política tradicional”, dijo.
Sin embargo, Mamdani ha surgido en un momento de crisis mucho más avanzado que en 2008. Años de pandemia, genocidio, deterioro de las condiciones de vida y aumento de los precios han intensificado enormemente las tensiones sociales. La situación política se ha agravado igualmente, expresada en la figura del criminal oligarca Trump, quien busca consolidar una dictadura presidencial.
El respaldo de Obama a Mamdani refleja la necesidad desesperada del Partido Demócrata de un lavado de cara pseudoizquierdista, que apele a quienes están siendo radicalizados por la crisis mientras encubre el carácter capitalista fundamental del partido. El contenido de las propuestas de Mamdani puede ser descartado por figuras como Obama y Axelrod porque, en última instancia, no representan gran cosa. El posible riesgo de estimular una oposición por fuera del control del Partido Demócrata es sopesado por su capacidad de atraer a los jóvenes, especialmente a aquellos enfrentando la inseguridad económica, y convencerlos de no optar por alternativas más radicales.
Restaurar ilusiones en el Partido Demócrata es un papel que Mamdani, junto con la DSA, está ansioso por desempeñar. En los últimos dos meses, Mamdani ha estado enviando señales de tranquilidad a la oligarquía corporativa y al aparato demócrata, ofreciendo concesiones frente a la histeria armada de antisemitismo y dando a entender que está dispuesto a comprometer sus promesas de campaña.
El hecho de que un sector central del aparato del Partido Demócrata esté ahora dispuesto a utilizar a Mamdani y la DSA subraya que no representan ninguna amenaza para el capitalismo. Al contrario, son válvulas de escape para ser utilizadas en momentos de creciente presión.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 15 de agosto de 2025)
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