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El presidente filipino Marcos se reúne con Trump en la Casa Blanca

El presidente filipino Ferdinand Marcos Jr. se reunió el martes con el presidente Donald Trump en la Casa Blanca para discutir sobre aranceles, relaciones comerciales y preparativos para la guerra con China. El encuentro en el Salón Oval formó parte de una serie de reuniones que se llevaron a cabo en Washington entre la delegación filipina y altos funcionarios estadounidenses, incluidos el secretario de Defensa Pete Hegseth y el secretario de Estado Marco Rubio.

El presidente filipino Ferdinand Marcos Jr. se reúne con el presidente estadounidense Donald Trump en la Casa Blanca, 22 de julio de 2025. [AP Photo/Alex Brandon]

La visita de Marcos a Estados Unidos fue el primer viaje oficial de un líder del sudeste asiático a ese país durante el segundo mandato de Trump. El anuncio de la administración Trump en abril de una serie de aranceles impuestos a casi todos los países del planeta ha sumido a gobiernos del sudeste asiático, al igual que al resto del mundo, en un estado de incertidumbre y pánico.

En abril, la Casa Blanca de Trump anunció que impondría un arancel del 17 por ciento a las exportaciones filipinas hacia Estados Unidos. Aunque se trataría de un golpe potencialmente devastador para la economía exportadora filipina, era significativamente menor a los aranceles que se amenazaba imponer a otros países de la región.

Filipinas exportó productos por valor de 14.000 millones de dólares a Estados Unidos en 2024. Estados Unidos es el mayor socio comercial de Filipinas y su principal destino exportador, representando casi el 17 por ciento de todas las exportaciones del país.

Trump pospuso temporalmente el arancel anunciado en abril. Posteriormente, sin ofrecer explicación alguna por el cambio, el 9 de julio la Casa Blanca emitió una carta dirigida a Manila informando que Filipinas estaría sujeta a un arancel del 20 por ciento.

Marcos respondió anunciando que viajaría a la Casa Blanca por invitación de Trump. El Departamento de Comercio e Industria (DTI) celebró una reunión el 16 de julio, en la que Marcos declaró: “Filipinas necesita a Estados Unidos; no podemos vivir sin ellos”. La reunión elaboró una lista de concesiones recomendadas para ofrecer a EE.UU. con el fin de lograr una reducción del arancel amenazado.

Los términos de cualquier acuerdo alcanzado por Trump y Marcos el martes aún no se han hecho públicos. Sin embargo, los términos propuestos en el memorando del 16 de julio del DTI tienen un carácter colonial, otorgando a los intereses empresariales estadounidenses un acceso casi ilimitado a los recursos y a la economía del país. Las propuestas incluían proporcionar acceso preferencial a las reservas filipinas de níquel, cobalto y cobre, la eliminación de casi todos los aranceles filipinos a productos estadounidenses, compromisos de importación favorables a exportaciones estadounidenses, y la aprobación de acceso especial para empresas norteamericanas en sectores vitales como la energía, la infraestructura y los recursos minerales.

El asunto tuvo un carácter en parte performativo: el aumento de 3 puntos porcentuales del arancel amenazado sin razón específica, las concesiones precipitadamente acordadas, muchas de las cuales pisotean disposiciones de la constitución filipina que defienden la soberanía económica nacional, y el viaje a Washington.

Después de su encuentro con Marcos, Trump anunció en redes sociales que Estados Unidos había concluido un acuerdo comercial con Filipinas, imponiendo un arancel del 19 por ciento a las exportaciones filipinas. Trump afirmó que Filipinas estaba otorgando a Estados Unidos “acceso abierto” a sus mercados y estableciendo arancel cero a productos estadounidenses. Al igual que con los acuerdos comerciales recientemente anunciados con Vietnam e Indonesia, el pacto en cuestión no se ha dado a conocer públicamente ni se han publicado detalles concretos.

Junto a las negociaciones económicas, se sostuvieron discusiones sobre los preparativos en curso para la guerra con China, presentadas como parte de la “seguridad del teatro del Indo-Pacífico”.

Hegseth declaró ante la prensa durante su reunión con Marcos que el Tratado de Defensa Mutua (MDT) entre Estados Unidos y Filipinas, firmado en 1951, comprometía a ambos países a la defensa mutua ante cualquier acción contra sus fuerzas respectivas, “incluyendo a nuestra Guardia Costera, en cualquier lugar del Pacífico, incluyendo el Mar del Sur de China”.

Ese lenguaje expansivo no aparece por ninguna parte en el MDT, que no menciona ni el Mar del Sur de China ni a la Guardia Costera. La declaración de Hegseth fue calculada para incluir los repetidos y peligrosos enfrentamientos entre embarcaciones de la Guardia Costera filipina y china en las aguas disputadas del Mar del Sur de China dentro del alcance de los términos de guerra del MDT.

En los últimos dos años, con la complicidad de Marcos, Washington ha incrementado dramáticamente sus provocaciones militares y sus preparativos para la guerra con China en Filipinas. Ha establecido cerca de 10 bases militares en el país. Ha desplegado tropas y sistemas de armamento, incluyendo el sistema de misiles Typhon con capacidad para lanzar proyectiles hacia gran parte del territorio continental chino. Usando sistemas aéreos y marinos no tripulados, las tropas estadounidenses supervisan y coordinan en secreto cada uno de los enfrentamientos filipinos con embarcaciones chinas en el Mar del Sur de China. Filipinas ha comenzado a preparar estratégicamente y militarmente su participación en una guerra con China en caso de una invasión a Taiwán, preparativos que ya forman parte del debate público.

Los aranceles amenazados por la Casa Blanca de Trump son la política desesperada y agresiva del imperialismo estadounidense, que busca apuntalar su propia debilidad económica dominando las economías de países de todo el mundo, al tiempo que trata de alinearlos en un bloque de guerra contra China. Pero esta política de dominación amenaza con acelerar un realineamiento geopolítico lejos de Washington. Todos los países del sudeste asiático sienten esta presión, y su política interna está cada vez más desgarrada por ella.

Este fenómeno es particularmente agudo en Filipinas, la excolonia de Estados Unidos. Una guerra civil política se libra entre facciones rivales de la élite: aquellas alineadas con el expresidente Rodrigo Duterte y aquellas con Marcos. Duterte ha sido arrestado y enfrenta un juicio en La Haya por crímenes de lesa humanidad; su hija, la vicepresidenta Sara Duterte, enfrenta un juicio político en el Senado. A pesar de todo esto, su respaldo político entre sectores significativos de la élite sigue siendo fuerte.

Detrás de todos los escándalos y luchas internas se encuentran los preparativos de Washington para la guerra con China. Duterte buscó reorientar los lazos económicos de Filipinas hacia China e intentó hacerlo alejando al país del belicismo de Washington. Marcos, al asumir el cargo en 2022, reorientó a Filipinas nuevamente hacia Estados Unidos.

Esto se discutió abiertamente en el Salón Oval el martes. Trump comentó: “Sé que tuvieron algunos problemas con otro presidente [refiriéndose a Duterte], y no fue culpa de usted. Fue culpa del presidente, y el país estaba tal vez girando hacia China. Pero lo enderezamos muy, muy rápido. Pero, ya sabe, tenía un país que por un tiempo se inclinaba hacia China. Y simplemente no creo que eso hubiera sido bueno para usted”.

Trump tiene vínculos de larga data con la familia Marcos. El magnate inmobiliario tenía relaciones amistosas con los dictadores conyugales, Ferdinand e Imelda Marcos, y se reunía regularmente con Imelda en fiestas en Nueva York y otros lugares. Trump dijo a la prensa durante su encuentro con Marcos Jr. que los Marcos eran “una gran familia, una gran herencia familiar, y muy respetada en este país”.

Esta “gran familia”, con el respaldo entusiasta de las administraciones demócratas y republicanas en Washington, encabezó una brutal dictadura militar que asesinó a más de 3.000 personas, encarceló a decenas de miles sin orden judicial y saqueó miles de millones de dólares de las arcas del empobrecido país. Ferdinand Marcos Jr. enfrenta más de 350 millones de dólares en cargos por desacato en tribunales de Estados Unidos en casos relacionados con víctimas de abusos a los derechos humanos durante la dictadura de sus padres.

Los Marcos siempre han sido bienvenidos en la Casa Blanca porque sirvieron a los intereses del imperialismo estadounidense. Marcos padre envió tropas filipinas a la guerra de Estados Unidos en Vietnam y recibió personalmente millones de dólares en pagos secretos de la administración Johnson por hacerlo. Los Marcos garantizaron la estabilidad de las bases militares estadounidenses en Clark y Subic, que fueron fundamentales para la proyección del poder militar de EE.UU. en Asia. La dictadura de los Marcos no fue simplemente tolerada por Washington, sino alentada y apoyada. Fue Washington quien hizo posible la dictadura de Marcos.

La justificación que rutinariamente dan tanto Washington como Manila para los avanzados preparativos de guerra en Filipinas y el Mar del Sur de China es la defensa de la soberanía nacional. Pero es Washington, con el pleno apoyo del gobierno de Marcos, quien pisotea la soberanía filipina, no Beijing. Es Estados Unidos, y no China, quien ejerce soberanía extraterritorial sobre bases militares en el país, despliega misiles de largo alcance en suelo filipino y chantajea a Filipinas para que abra su economía a la explotación de los intereses empresariales estadounidenses.

(Artículo originalmente publicado en inglés el 22 de julio de 2025)

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