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Taiwán organiza masivos ensayos de guerra contra China

Los enormes ejercicios militares anuales Han Kuang de Taiwán, que concluyeron la semana pasada, duplicaron su duración de cinco a diez días y fueron mucho más amplios en alcance. Los juegos de guerra incluyeron ejercicios de fuego real con armamento estadounidense recién llegado. También estuvieron acompañados de simulacros civiles de “resiliencia urbana” en muchas ciudades y condados. El ejército, la marina y la fuerza aérea fueron reforzados con la movilización de 22.000 reservistas: un incremento desde los 14.500 del año pasado.

El presidente de Taiwán, Lai Ching-te, al centro, inspecciona un entrenamiento de tiro con fuego real en el condado de Hsinchu, Taiwán, el jueves 10 de julio de 2025. [AP Photo/Chiang Ying-ying]

Este cambio de enfoque y escala refleja las exigencias de Washington de aumentar el gasto militar y adoptar una estrategia del “puercoespín”, que busca infligir el máximo daño y bajas posibles en caso de una supuesta invasión china. Basándose en la experiencia de la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia en Ucrania, Estados Unidos ha insistido en que Taiwán compre drones, sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad (HIMARS) y otras armas diseñadas para transformar la isla en una trampa mortal para las fuerzas chinas.

El gobierno de Trump ya estaba librando una guerra económica contra China, a la que considera la principal amenaza para su hegemonía global, y se está preparando para un conflicto militar contra Pekín. En un discurso belicista pronunciado el mes pasado en el Diálogo Shangri-La de Singapur, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, denunció la “agresión de la China comunista” y exigió que los aliados de EE.UU. en Asia aumenten su gasto militar y se preparen para una guerra “inminente” con China por Taiwán.

En realidad, al igual que provocó activamente a Rusia para que invadiera Ucrania, Estados Unidos, tanto bajo los gobiernos de Biden como de Trump, ha buscado incitar a China a utilizar su fuerza militar para tomar Taiwán. Formalmente, EE.UU. sigue respetando la política de “una sola China”, reconociendo de facto a Beijing como el gobierno legítimo de toda China, incluida Taiwán.

Sin embargo, Washington ha socavado sistemáticamente esa política al eliminar los protocolos diplomáticos asociados, armar a Taiwán con armas ofensivas y estacionar tropas estadounidenses en la isla. Sabe perfectamente que China ha advertido durante mucho tiempo que responderá con fuerza ante cualquier intento de Taipéi de declarar la independencia formal.

El presidente taiwanés, Lai Ching-te, del Partido Democrático Progresista (DPP), es conocido por su postura radical de que Taiwán es un país independiente. En los días previos a los juegos de guerra Han Kuang, pronunció de forma provocadora una serie de 10 discursos en toda la isla para justificar su posición.

En el cargo desde hace poco más de un año, Lai ha insistido en aumentar el gasto militar. En el último día de los ejercicios militares, declaró que “no queda otra opción más que estar preparados”. Y añadió: “Debemos promover activamente y de forma integral la resiliencia defensiva de toda la sociedad, para que todos comprendan que la defensa nacional es responsabilidad de todos”.

El ministerio de Defensa de Taiwán describió los ejercicios militares como una preparación ante una posible invasión china en 2027—una repetición de la afirmación sin fundamento realizada por Hegseth el mes pasado en Singapur sobre que el presidente chino Xi Jinping se preparaba para invadir Taiwán antes de ese año.

Los ejercicios militares de Taiwán fueron significativos por sí solos. Se trató de “simulacros de combate a gran escala y realistas”, como expresó Lai ante su audiencia. Por primera vez se mostró al público el nuevo tanque de batalla M1A2 Abrams de fabricación estadounidense. Las unidades HIMARS, que comenzaron a llegar en mayo, también fueron utilizadas durante los ejercicios. Con un alcance de aproximadamente 300 kilómetros, estos cohetes podrían atacar bases militares y objetivos en el territorio continental chino, al otro lado del estrecho de Taiwán.

En el pasado, los ejercicios estaban diseñados para exhibir los principales sistemas de armas del ejército y ofrecer la ilusión de que las fuerzas chinas no podían invadir. Los ejercicios de este año se basaron en un escenario en el cual un desembarco anfibio chino tenía éxito e involucraron armamento más pequeño y móvil. Las tropas taiwanesas practicaron la defensa de infraestructura crítica y la protección del centro de la capital, Taipéi. El objetivo no declarado era desgastar a las tropas chinas en una guerra terrestre, al menos el tiempo suficiente para que Estados Unidos pudiera intervenir.

Más significativos aún fueron el alcance y el carácter obligatorio de los ejercicios civiles. Estos incluyeron simulacros de bombardeo aéreo que, en un caso, involucraron a compradores de supermercados siendo conducidos a un estacionamiento subterráneo y la conversión de un gimnasio escolar en un hospital militar improvisado. Algunos simulacros implicaron entrenamiento sobre cómo contener protestas en caso de escasez de alimentos y otros suministros. Un funcionario dijo a la Australian Broadcasting Corporation que los taxistas están siendo formados para convertirse en una fuerza policial voluntaria de tiempos de guerra.

El Taiwan Times informó sobre un simulacro aéreo en el cual todos los vehículos debían detenerse y los peatones debían buscar refugio y seguir las órdenes de los funcionarios. No se permitió a los pasajeros salir de las estaciones de tren. Aquellos que no cumplieran podrían ser multados con entre NT$30.000 y NT$150.000 (aproximadamente entre US$1.000 y US$5.000).

Este recurso a fuertes multas indica que existe una oposición significativa a la campaña de miedo y a los intentos de avivar un patriotismo taiwanés. La BBC citó una encuesta realizada en octubre pasado por el Instituto para la Investigación sobre Defensa Nacional y Seguridad, vinculado al gobierno, que encontró que más del 60 por ciento de los taiwaneses no cree que China invadirá en los próximos cinco años.

Lai, sin embargo, está decidido a socavar y reprimir cualquier oposición. El Financial Times (FT) informó en marzo que un residente chino de Taiwán estaba siendo expulsado por abogar en redes sociales por la anexión de la isla por parte de Beijing. Según la agencia de inteligencia de Taiwán, 64 personas fueron procesadas el año pasado por cargos relacionados con el espionaje para China—el triple que hace tres años.

El artículo del FT destacó el anuncio de Lai de que planeaba restablecer los tribunales militares, supuestamente para contrarrestar la infiltración china en las fuerzas armadas. Señaló que tal medida probablemente sería muy controvertida, dado que la dictadura del Kuomintang (KMT), de manos del generalísimo Chiang Kai-shek, gobernó bajo ley marcial durante casi 40 años.

Tras el derrocamiento del régimen nacionalista del KMT en la Revolución China de 1949, Chiang Kai-shek, sus fuerzas militares y capitalistas chinos se refugiaron en Taiwán con la ayuda del ejército estadounidense. Hasta 1979, cuando EE.UU. estableció relaciones diplomáticas con Beijing, apoyó la reivindicación del KMT de ser el gobierno legítimo en el exilio de toda China. A partir de 1979, Washington rompió lazos diplomáticos y su alianza militar con Taipéi y retiró todas sus tropas.

El DPP surgió con fuerza tras la oposición masiva al régimen del KMT a finales de los años ochenta, lo que resultó en la primera elección presidencial directa en 1996. Ganó la presidencia por primera vez en el año 2000. Mientras que el DPP se ha basado en el nacionalismo taiwanés, el KMT ha buscado un acercamiento con su antiguo enemigo, el Partido Comunista Chino, y ha promovido lazos más estrechos con China en el contexto de la restauración capitalista y la apertura de oportunidades lucrativas de inversión.

Actualmente, el KMT y sus aliados tienen mayoría en el Yuan Legislativo o parlamento, lo que les permite bloquear la legislación de Lai. En respuesta, Lai y el DPP están llevando a cabo una campaña sin precedentes para revocar el mandato de 31 legisladores del KMT. Si logran expulsarlos y obtener nuevas elecciones, pondrían fin al control del Yuan por parte del KMT. En un mitin a favor de las revocaciones el pasado fin de semana, los organizadores expresaron abiertamente su intención de eliminar a los legisladores “pro-China”.

El fomento de la xenofobia anti-China para establecer el control parlamentario del DPP es una advertencia de que se están preparando nuevas medidas antidemocráticas para reprimir la oposición a los preparativos de guerra. Esto va de la mano con los recientes juegos de guerra. Washington planea transformar a Taiwán en una Ucrania asiática como medio para provocar un conflicto, desestabilizar a China y subordinarla a los intereses económicos y estratégicos del imperialismo estadounidense.

(Artículo originalmente publicado en inglés el 21 de julio de 2025)

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