Ayer, el primer ministro francés François Bayrou presentó planes para aumentar los impuestos y aplicar recortes sociales por 44.000 millones de euros en el presupuesto del próximo año. Este presupuesto de guerra contra la clase obrera impondría recortes draconianos a programas sociales clave para liberar decenas de miles de millones de euros destinados al continuo rearme de Francia y Europa, así como a la guerra de la OTAN contra Rusia.
Esto pone al descubierto el apoyo de fuerzas como el Nuevo Frente Popular (NFP), liderado por Jean-Luc Mélenchon, al presidente Emmanuel Macron en las elecciones del año pasado. El NFP se alió con Macron, supuestamente para impedir la llegada al poder de la extrema derecha del Reagrupamiento Nacional (RN) y obligar a Macron a escuchar la abrumadora oposición a la austeridad y la represión militar-policial, como lo demostraron las huelgas masivas y las protestas contra el recorte de las pensiones y los asesinatos policiales en 2023. Aunque el NFP ganó las elecciones, Macron nombró a primeros ministros de derecha: primero Michel Barnier y ahora Bayrou.
El gobierno que el NFP ayudó a instalar ahora se vuelve violentamente contra la clase trabajadora. A medida que los gobiernos europeos recortan el gasto social para rearmarse, estas políticas enfrentan una oposición social explosiva en Francia y en toda Europa. Sin embargo, estos ataques sólo pueden detenerse sacando las lecciones de la bancarrota del NFP y construyendo un movimiento directamente entre la base obrera y la juventud, con el objetivo de arrebatar el poder a una aristocracia financiera que pisotea la voluntad popular.
Aunque el 91 por ciento del pueblo francés se opuso a los recortes de pensiones de Macron en 2023, Bayrou intensifica la austeridad y destina otros 4.000 millones de euros al gasto militar. Bayrou propuso al menos 7.000 millones de euros en recortes mediante un congelamiento de las pensiones y los salarios del sector público para el próximo año, 5.000 millones de euros en recortes al sistema de salud y miles de millones más provenientes de una “reforma” draconiana del seguro de desempleo. También anunció recortes masivos de empleos en el sector público y reducciones bruscas del gasto de los gobiernos regionales.
Bayrou presentó dos falsos argumentos para justificar sus políticas antidemocráticas. El primero es que Francia, cuya deuda soberana ha alcanzado el 114 por ciento de su Producto Interno Bruto y gasta 100.000 millones de euros al año en el servicio de su deuda con los bancos, no tiene más opción que intensificar la explotación de los trabajadores. El segundo es que enemigos violentos del extranjero, dirigidos por Rusia, no dejan alternativa a Francia y sus aliados más que armarse para defenderse. En este sentido, Bayrou declaró:
Por encima de todo, la principal transformación que hemos vivido es que la violencia se ha vuelto una ley universal. Este cambio que comenzó con la invasión de Ucrania por los ejércitos de la Rusia de Putin, el mundo lo ha mostrado de otras maneras después del 7 de octubre, con el drama en Gaza, que el mundo está listo para explotar, y se informan regularmente movimientos similares en los mares alrededor de China. Y vimos recientemente con el conflicto Israel-Irán que esto se está convirtiendo ahora, lamentablemente, en una ley general para todas las regiones de nuestro planeta.
Un solo hecho desmiente el argumento de Bayrou en favor del militarismo y la austeridad: Francia y sus aliados imperialistas de la OTAN no son espectadores inocentes en estos conflictos, sino las potencias que más activamente los han provocado. Las fuerzas rusas invadieron Ucrania en 2022 después de que los países de la OTAN armaran a Ucrania hasta los dientes para servirse de ella como base militar contra Rusia. El genocidio en Gaza y los bombardeos israelíes en Irán continúan porque los países de la OTAN, con Washington a la cabeza —e incluyendo a Francia—, suministran masivamente armas a Israel.
Ahora que las potencias de la OTAN han avivado estos conflictos, incluso enviando buques de guerra al otro lado del mundo para amenazar rutas marítimas chinas, Bayrou argumenta cínicamente que Francia no tiene más opción que empobrecer a la clase trabajadora para hacer frente a la amenaza extranjera. Esta mentira solo demuestra que la defensa de los derechos sociales de la clase trabajadora requiere una oposición frontal a las guerras de la OTAN.
El argumento de Bayrou sobre la deuda también es una mentira. Francia se enfrenta a una trampa mortal de deuda, afirma con arrogancia, porque supuestamente los trabajadores franceses se volvieron perezosos y dependientes del Estado para resolver sus problemas: “Nos hemos vuelto adictos al gasto público. No hubo problema, cambio u obstáculo que enfrentara nuestro país —sanitario, climático, energético o familiar— al que los funcionarios del Estado y los ciudadanos no reaccionaran con una sola respuesta en la boca: recurrir al Estado”.
Bayrou se negó a explicar cómo ocurrió esto. Citando la célebre obra del historiador y combatiente de la resistencia Marc Bloch, La extraña derrota, sobre la parálisis del alto mando militar francés frente a la invasión nazi de 1940, dijo: “No voy a retomar la cuestión de las finanzas públicas y la larga historia de esta extraña derrota, como dijo Marc Bloch en otra época. Durante más de 50 años, nuestro país, fuese cual fuese la tendencia política en el poder, no ha presentado un presupuesto equilibrado. … Creo que estamos en la última parada antes del borde del abismo y de ser aplastados por la deuda”.
En realidad, la responsabilidad por el aumento de la deuda pública de Francia al 114 por ciento del PIB recae no en la clase trabajadora, sino en la burguesía. La deuda de Francia se disparó en los años posteriores al colapso económico de 2008 y al estallido de la pandemia de COVID-19 en 2020. El Banco Central Europeo imprimió billones de euros de dinero público y los prestó a los gobiernos europeos, quienes los utilizaron principalmente para rescatar a la oligarquía financiera mediante transferencias multimillonarias a los bancos.
Esto condujo, por un lado, a la consolidación de una oligarquía capitalista francesa grotescamente rica, encabezada por figuras como Bernard Arnault o François Pinault, con fortunas superiores a los 100.000 millones de euros, y por otro lado, a un endeudamiento masivo del Estado y a ataques implacables contra la clase trabajadora.
Ahora que esta clase dominante afirma que salvar su riqueza requiere una austeridad draconiana en violación de la voluntad popular, queda claro que está históricamente condenada e incapacitada para gobernar. Si su riqueza, acumulada mediante el saqueo de fondos públicos, es incompatible con programas sociales esenciales para el bienestar de la población, entonces debe ser expropiada. Las empresas en Francia y en toda Europa que se beneficiaron de estos rescates deben ser nacionalizadas bajo control obrero, ya que, de hecho, ya se financian con fondos públicos.
Un régimen así, basado en el control obrero de la producción y capaz de abrir el camino hacia el poder de la clase trabajadora y la aplicación de políticas socialistas, se perfila cada vez más claramente como la única alternativa práctica frente al saqueo de la sociedad por parte de la aristocracia financiera. De manera significativa, Bayrou dedicó una parte considerable de su discurso a insistir en que no hay alternativa a su política y que toda resistencia al diktat de los bancos es inútil.
Bayrou citó la capitulación en 2015 de los aliados griegos del NFP, el gobierno pseudoizquierdista de SYRIZA (“Coalición de la Izquierda Radical”). La capitulación de SYRIZA ante la especulación bancaria contra la deuda soberana griega, afirmó Bayrou, demuestra que es imposible oponerse a la austeridad si el Estado está endeudado:
Nunca debemos olvidar el ejemplo de Grecia. El primer ministro entonces se llamaba Alexis Tsipras, encabezaba una coalición llamada SYRIZA, de izquierda y extrema izquierda. Para esquivar el obstáculo [de la deuda], convocó un referéndum del pueblo griego para decir oficialmente “no” y rechazar los recortes de gastos exigidos por la Unión Europea y el FMI. Ese referéndum por el “no” lo ganó holgadamente Alexis Tsipras el domingo, pero el jueves, cuatro días después, se vio obligado a firmar todo lo que se le exigía.
En realidad, la oposición a la austeridad en Grecia fue derrotada no porque la clase trabajadora no pudiera luchar, sino por la traición de SYRIZA y las burocracias sindicales aliadas. Igual que los partidos y burocracias sindicales que componen el NFP francés durante las huelgas masivas de 2023 contra el recorte de pensiones de Macron, se negaron a hacer un llamado a la movilización de la clase trabajadora en su país y en toda Europa para arrebatar el poder de manos de la oligarquía capitalista.
Una revolución socialista es, en última instancia, la única política viable, y la cuestión central es construir un movimiento entre los trabajadores y la juventud por toda Europa que pueda prepararla y finalmente llevarla a cabo. Esto significa construir organizaciones independientes y de base para la lucha de la clase trabajadora y la juventud en Francia, Europa y a nivel internacional, y levantar un movimiento por el trotskismo y la revolución socialista en oposición a fuerzas como SYRIZA y el NFP.
(Artículo originalmente publicado en inglés el 15 de julio de 2025)