La amenaza del presidente de EE.UU., Donald Trump, de imponer un arancel del 50 por ciento a Brasil, que entraría en vigor el 1° de agosto, representa un acto extraordinario de intervención imperialista que añade una nueva dimensión a la guerra económica global emprendida por su administración.
Esta medida se produjo después de que Trump enviara una serie de cartas a los socios comerciales de EE.UU., tanto aliados como rivales, anunciando que se aplicarían importantes aranceles a partir de comienzos del próximo mes bajo el eslogan de “aranceles recíprocos”.
La carta dirigida a Brasil, sin embargo, vinculó directamente la amenaza arancelaria con el juicio al expresidente fascista y aliado de Trump, Jair Bolsonaro, por su intento de golpe de Estado del 8 de enero de 2023. También intentó justificar la medida haciendo referencia a los “déficits comerciales insostenibles de Brasil con EE.UU.”, una afirmación completamente sin sentido considerando que Brasil es uno de los pocos países con los que EE.UU. mantiene consistentemente un superávit comercial, que el año pasado alcanzó los 7.800 millones de dólares.
Las medidas contra Brasil profundizarán la incertidumbre y los temores en los mercados financieros respecto a las consecuencias de la guerra arancelaria, generando nuevas preocupaciones sobre la estabilidad del dólar estadounidense como moneda de reserva global.
Estas inquietudes fueron expresadas por Thierry Wizman, estratega global de divisas del conglomerado financiero australiano Macquarie Group, en declaraciones al Australian Financial Review la semana pasada.
Wizman afirmó que la vinculación del arancel al supuesto “cacería de brujas” contra Bolsonaro sienta un “precedente preocupante”.
“Esto está fuera de los límites establecidos”, dijo. “Ahora existe otra justificación para los aranceles: influir o interferir en los resultados políticos internos o, en este caso, en los procesos judiciales internos”.
El AFR señaló en su informe que Wizman había subrayado que Trump ya había utilizado argumentos no económicos contra otros países —Canadá, México y Colombia—, imponiendo aranceles bajo la excusa de que no estaban haciendo lo suficiente para combatir el tráfico de fentanilo hacia EE.UU. Sin embargo, la imposición a Brasil constituye el primer ataque político directo contra otro país.
Esto podría sentar un precedente para imponer aranceles con base en motivos políticos y socavaría aún más la confianza en el dólar como moneda de reserva global, una preocupación que el propio Wizman ya había advertido anteriormente.
“Si esta administración comienza a atacar a rivales políticos, a inmiscuirse profundamente e inyectarse en la política nacional y los procesos judiciales de otro país, eso, por supuesto, será perjudicial para el dólar”.
Estados Unidos, por supuesto, tiene una larga y sangrienta historia de “inmiscuirse” en la política de países de todo el mundo. Pero lo ha hecho en un contexto en el que el dólar dominaba como la principal moneda global.
Ahora ese rol está siendo cuestionado, en gran medida debido al crecimiento acelerado de la deuda estadounidense y la turbulencia económica y financiera desencadenada por la guerra económica y arancelaria de Trump. En abril, cuando se anunciaron por primera vez los “aranceles recíprocos”, hubo un marcado aumento en la tasa de interés de la deuda del Tesoro estadounidense que, contrariamente a lo que ocurría en los “tiempos normales” anteriores, provocó una venta masiva del dólar.
Esto señala otra razón clave para el ataque contra Brasil: ha sido un actor central en los esfuerzos del bloque BRICS —integrado inicialmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y hoy ampliado a 11 países incluyendo Irán— para desarrollar un sistema de pagos internacional fuera del sistema dominado por el dólar.
No fue accidental ni coincidencia que el ataque a Brasil, cuyo presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha sido uno de los opositores más destacados a la hegemonía del dólar, se produjera al término de la cumbre de los BRICS en Río de Janeiro, la cual reafirmó su compromiso de reducir la dependencia del dólar.
El mantenimiento de la supremacía del dólar es un tema clave para Trump. Durante su campaña electoral declaró que perderla sería equivalente a perder una guerra. En noviembre pasado, incluso antes de asumir el cargo, advirtió que los países que intentaran crear una moneda BRICS o cualquier otra divisa “para reemplazar al poderoso dólar estadounidense” enfrentarían aranceles del 100 por ciento.
La última ronda de aranceles incluyó un 10 por ciento adicional para los países BRICS.
Según un informe de Politico, el tema fue discutido en una reunión del gabinete el jueves pasado, un día después del anuncio del incremento arancelario del 50 por ciento contra Brasil. Aunque se minimizó la amenaza inmediata de una moneda alternativa al dólar, Trump subrayó su importancia.
Politico citó sus palabras en la reunión: “BRICS no es, en mi opinión, una amenaza seria. Pero lo que están intentando hacer es destruir el dólar para que otro país pueda tomar el control y convertirse en el nuevo estándar, y no vamos a perder ese estándar en ningún momento”.
“Si perdiéramos la condición de moneda estándar mundial, sería como perder una guerra, una gran guerra mundial. No seríamos el mismo país. No vamos a permitir que eso ocurra”.
“Solo estoy diciendo que, si quieren desafiar eso, pueden intentarlo, pero tendrán que pagar un alto precio, y no creo que ninguno de ellos esté dispuesto a pagarlo”.
El informe de Politico citó también los comentarios de Lelan Lazarus, exasistente especial del comandante del Mando Sur de EE.UU., quien ha estudiado las relaciones entre China y América Latina.
Lazarus afirmó que el creciente alineamiento de Brasil con China en temas comerciales y otras cuestiones dominadas por el yuan “podría estar activando alarmas dentro del círculo de Trump, especialmente entre asesores que consideran la supremacía global del dólar como un pilar del poder estadounidense”.
Y esa visión no se limita al entorno de Trump. Es compartida por todos los sectores de la clase dominante estadounidense y por todas las instituciones del Estado imperialista norteamericano. La supremacía del dólar ha permitido a EE.UU. hacer lo que ningún otro país puede: acumular niveles de deuda históricamente sin precedentes para financiar su creciente aparato militar y los miles de millones gastados en rescates empresariales.
El ataque contra Brasil no debe interpretarse entonces como un hecho aislado, sino como una nueva escalada en la ofensiva del imperialismo estadounidense para mantener su supremacía global por medios económicos, políticos y militares.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 13 de julio de 2025)