El debate presupuestario en el Bundestag (parlamento federal) fue un espectáculo repugnante, que evidenció claramente la brutalidad con la que los socialdemócratas (SPD) y los democratacristianos (CDU/CSU) están implementando un temerario programa de rearme y un retorno a la política de gran potencia alemana—con el respaldo de prácticamente todos los partidos.
El canciller Friedrich Merz (CDU) utilizó su discurso en el debate general para azuzar los tambores de guerra contra Rusia. Denunció al gobierno ruso como un “régimen criminal” que “está en camino de destruir el orden político de libertad del continente europeo entero”. Merz declaró: “Las herramientas de la diplomacia se han agotado”.
Se trata de una declaración de guerra apenas velada. Primero, el gobierno alemán provocó deliberadamente la invasión reaccionaria de Ucrania por parte de Rusia; luego, escaló sistemáticamente el conflicto y saboteó todas las soluciones diplomáticas para usar hoy ese conflicto como pretexto para preparar una guerra total contra Rusia. Ese es el objetivo de la locura belicista que se discutió estos días en el Bundestag.
Las cifras por sí solas demuestran que no se trata de defensa, sino de una política de guerra agresiva. En 2024, los presupuestos militares de la OTAN alcanzaron los 1,5 billones de dólares, lo que representa el 55 por ciento del gasto militar mundial, 10 veces más que el gasto militar ruso. Ahora, la OTAN ha decretado que el gasto debe aumentar al 5 por ciento del PIB para el año 2035. Eso equivaldría a aproximadamente 2,5 billones de dólares, 17 veces el presupuesto militar ruso y ocho veces el chino.
Alemania no se limita a cumplir con las órdenes de la OTAN; es la fuerza impulsora detrás de esta locura. Mientras muchos países tendrán dificultades para alcanzar el objetivo del 5 por ciento para 2035, Alemania pretende alcanzar el 3,5 por ciento en gastos militares puros y otro 1,5 por ciento para preparación de guerra adicional en solo tres años. El proyecto de presupuesto actual asigna un total de 86.000 millones de euros. El presupuesto de defensa, por sí solo, aumentará en €10.000 millones. Para 2029, el total superará €150.000 millones de euros, superando el presupuesto militar actual de Rusia.
Alemania, que en 2024 tenía el cuarto gasto militar más alto del mundo, tendría con estas cifras, de lejos, el ejército más grande de la OTAN en Europa. Ni siquiera los presupuestos militares combinados de las potencias nucleares Francia y el Reino Unido alcanzan ese nivel. Estas cifras subrayan el papel de líder europeo que Merz se ha autoasignado.
Declaró en el parlamento: “Asumo la responsabilidad de liderazgo que, en mi entendimiento, debe asumir un canciller alemán, la que Europa espera de nosotros. Junto con la ministra de Asuntos Exteriores y el ministro de Defensa, hemos asumido esa responsabilidad de liderazgo dentro de la OTAN”.
Este horror completamente desquiciado sobre una supuesta invasión rusa que supuestamente debe ser rechazada bajo liderazgo alemán evoca los capítulos más oscuros de la historia de Alemania. El 11 de diciembre de 1941, Hitler legitimó la guerra contra Estados Unidos invocando la misma narrativa:
“Mes a mes en 1940 crecía la conciencia de que los planes de los hombres del Kremlin estaban dirigidos deliberadamente a la dominación y por tanto a la destrucción de toda Europa”, proclamó el Führer. Bajo esas condiciones, “Alemania no lucha hoy por sí misma, sino por todo nuestro continente. Y es una señal afortunada que esa conciencia esté tan profundamente arraigada en el inconsciente de la mayoría de los pueblos europeos, que, ya sea mediante declaración abierta o por la afluencia de voluntarios, participen en esta lucha”.
Para entonces, Hitler ya había ocupado gran parte de Europa y dejaba en claro lo que significaba el liderazgo alemán en Europa: la imposición agresiva de los intereses económicos alemanes mediante el terror. Cuatro años después, Europa yacía en ruinas. La exigencia de liderazgo alemán en Europa revive los peores recuerdos de los crímenes más grandes de la historia de la humanidad, y es sinónimo de miedo y terror.
El conflicto actual no tiene otro propósito que los intereses económicos. Alemania busca saquear Ucrania y subyugar a Rusia para asegurarse vastos recursos y abrir nuevos mercados. El peso de esta política de gran potencia volverá a recaer sobre la población. Para pagar el rearme, la CDU y el SPD planean ataques sustanciales contra los servicios públicos. “Sí, estas son grandes sumas que dolerán a muchos”, admitió el ministro de Defensa Boris Pistorius (SPD) en el Bundestag.
Se prevé recortar 5.000 millones de euros del subsidio básico (Bürgergeld)—justo en un momento en el que se están perdiendo cientos de miles de empleos industriales. Además, se reducirá más del 40 por ciento del financiamiento estatal para servicios a discapacitados. El fondo para la inclusión social pasará de €523,7 millones en 2024 a 410 millones en 2025. Se planean más recortes en sanidad, pensiones, seguros de cuidados a largo plazo, escuelas públicas, apoyo a refugiados y más. Y esto no terminará aquí. Todo el presupuesto se basa en la suposición de que la economía crecerá gracias a enormes regalos fiscales a los ricos—una suposición cuestionada por las amenazas arancelarias de Estados Unidos.
No hubo una sola voz crítica contra la retórica de guerra y el postureo de gran potencia de Merz en el Bundestag. La fascista Alternativa para Alemania (AfD) marcó el tono del gobierno, como lo hace en los temas de refugiados. Su portavoz de defensa, el coronel retirado Rüdiger Lucassen, exigió rearme, servicio militar obligatorio y apoyó las fantasías de liderazgo del canciller:
“Queremos terminar con esta era de automenosprecio y liderar no solo a nosotros mismos, sino a los Estados de Europa hacia un futuro seguro y libre—como naciones soberanas, pero alguien debe liderar. No veo razón por la cual Alemania no deba ocupar ese rol”.
Explicó que consideraba menos probable un ataque ruso a Alemania que el canciller, pero dijo que no podía descartarse. “Y dado que eso es así, y dado que podría estar en juego la supervivencia de nuestro país, la disposición para defendernos es un imperativo básico de previsión política y afirmación nacional”, dijo el portavoz de la AfD.
Los Verdes se distinguen poco de la AfD en su retórica militarista. Cuando critican al gobierno es solo por considerar que el rearme avanza demasiado lentamente. “Lo que se necesita no es lamentarse por la administración Trump, ni blanquear, ni disputas dentro de la coalición, sino un mensaje claro y con acciones a los criminales de guerra del Kremlin: ¡No se atrevan a atacar nuestra democracia, nuestra libertad—ni en Ucrania, ni en los países bálticos, y mucho menos aquí en nuestro país!” declaró Agnieszka Brugger, vicepresidenta del grupo parlamentario de los Verdes.
Un papel particularmente despreciable lo juega Die Linke, el partido La Izquierda. Su presidenta parlamentaria interina, Heidi Reichinnek, criticó ruidosamente las exenciones fiscales para los ricos y los recortes sociales en su discurso, pero solo mencionó brevemente el rearme al principio, calificándolo de “jugar con fuego”. No mencionó las ambiciones de gran potencia alemanas, ni la guerra contra Rusia, ni el genocidio en Gaza, lo que revela el verdadero grado de crueldad que Berlín está dispuesto a infligir en la búsqueda de sus intereses económicos.
La razón de este silencio es que Die Linke comparte los objetivos del imperialismo alemán: solo los disfraza con algunas frases sobre paz y diplomacia. Esto quedó completamente claro con su exlíder parlamentario Dietmar Bartsch, quien dijo:
“Quien me diga ahora que debemos aumentar el gasto porque enfrentamos una nueva situación de seguridad, le digo: lo sé”. Con esto repitió la narrativa oficial. “Pero quien lo vea distinto no es automáticamente un putinista o partidario del Kremlin. No, es innegable que Rusia está librando una terrible guerra de agresión. También lo decimos nosotros”.
Concluyó afirmando que el rearme debe revisarse a fondo en comisiones: “Quiero dejar en claro que rechazamos el Programa Presupuestario 14 en su forma actual. Primero, se necesitan análisis realistas de los escenarios de amenaza. Espero que avancemos en las discusiones de comité y deseo a todos lo mejor.”
Sus felicitaciones por implementar el mayor rearme desde Hitler están totalmente en línea con un partido que ya aprobó créditos de guerra superiores a €1 billón—la base del presupuesto actual—que Die Linke aprobó en el Bundesrat (la cámara alta).
La unanimidad con la que todos los partidos del establishment apoyan los planes de guerra demenciales del gobierno demuestra que no es simplemente la miopía de políticos como Merz y Pistorius lo que conduce a la guerra, sino la profunda crisis del capitalismo. Por eso todos los partidos capitalistas se alinean en apoyar el renacimiento del militarismo alemán. Como hace 90 años, esto va acompañado de xenofobia contra los refugiados y la criminalización de los opositores a la guerra.
Y, sin embargo, la oposición a esta locura es inmensa. Lo decisivo es que esta oposición se organice y se dote de una perspectiva socialista que se oponga no solo a la guerra, sino a su raíz en el capitalismo. Ese es el programa del Sozialistische Gleichheitspartei (Partido Socialista por la Igualdad, SGP) y sus partidos hermanos de la Cuarta Internacional.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de julio de 2025)