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Trump abre un nuevo frente en la guerra arancelaria

Vehículos para exportación están estacionados en un puerto en Pyeongtaek, Corea del Sur, martes, 8 de julio de 2025. [AP Photo/Ahn Young-joon]

Después de enviar cartas a una serie de países que serán impactados por importantes “aranceles recíprocos” el 1 de agosto, el presidente estadounidense Trump ha ampliado aún más su guerra comercial global, anunciando aranceles fuertemente incrementados para más mercancías.

Hablando con periodistas antes de una reunión de gabinete ayer, Trump declaró que “hoy vamos con el cobre”, añadiendo que esperaba que se impusiera un arancel del 50 por ciento sobre este metal. También adelantó un posible gravamen del 200 por ciento sobre productos farmacéuticos en un período de 18 meses. Otras mercancías seguirán bajo investigaciones por “seguridad nacional” llevadas a cabo por su administración.

Los aranceles sobre productos seleccionados se aplicarán bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, mientras que los aranceles recíprocos generales sobre países se implementan bajo la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacionales de 1977.

Trump dijo que se daría un año y medio a las farmacéuticas para “venir”, pero después de ese tiempo “van a recibir aranceles a una tasa muy alta, como del 200 por ciento. Les daremos un cierto período para que arreglen sus asuntos”.

Los aranceles al cobre se impondrán mucho antes. En una entrevista con el canal financiero CNBC, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, dijo que esperaba que se implementaran al final de este mes o a principios de agosto.

El alza arancelaria al cobre se esperaba desde hace tiempo, pero no al nivel indicado por Trump. Analistas de JPMorgan señalaron que el mercado “se sorprenderá al alza por la cifra propuesta” ya que preveían un aumento del 25 por ciento para los metales refinados.

El cobre es ampliamente utilizado en tuberías de construcción y en la industria electrónica. El mayor proveedor a EE.UU. es Chile, seguido por Canadá y México.

Pierre Gratton, presidente de la Asociación Minera de Canadá, dijo al Financial Times (FT) que se enviaban miles de millones de dólares en cobre a EE.UU. como parte de una industria norteamericana integrada. Estados Unidos no tenía suficiente capacidad de refinación ni fundidoras, y la alta tasa arancelaria “perjudicará a la manufactura estadounidense”.

Estas afirmaciones se corroboran con el análisis de incrementos arancelarios anteriores sobre el acero. Entre 2018 y 2020, mientras se estima que se ganaron varios miles de empleos en la industria acerera, hasta 75.000 empleos se perdieron o se pusieron en riesgo en otras industrias, incluyendo la fabricación de automóviles, la construcción, maquinaria y herramientas, y el envasado de alimentos y bebidas, debido al aumento en los precios del acero.

Mientras ampliaba su guerra arancelaria, Trump insistió en que la extensión del plazo para la imposición de los aranceles recíprocos, del 9 de julio al 1 de agosto, sería la última.

Los aranceles, dijo en una publicación en redes sociales, comenzarán a cobrarse el 1 de agosto. “No ha habido ningún cambio en esta fecha, y no habrá cambios. …No se otorgarán extensiones”.

Mientras los países más afectados por los aranceles —Japón, Corea del Sur, las naciones del sudeste asiático y varias economías más pequeñas y pobres— se apresuran a intentar asegurar un acuerdo de último minuto para minimizar su impacto, Trump dejó en claro el contenido de sus supuestas negociaciones.

Con cartas que serán enviadas a otros países, tras las 14 entregadas el lunes, dijo: “Solo quiero que sepan que una carta significa un acuerdo”.

Las dos economías principales que aún no han alcanzado un “acuerdo” son la Unión Europea e India.

Trump dijo que, si bien hubo algo de progreso con la UE, su oposición a los impuestos europeos sobre las empresas tecnológicas estadounidenses podría llevarlo a anunciar un arancel en los próximos días.

La administración ha afirmado que está cerca de un acuerdo con India, pero aun así estará sujeta a un arancel del 10 por ciento debido a su membresía en el grupo BRICS.

Este grupo, compuesto originalmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (y que ahora incluye a 11 países), ha sido criticado por Trump por sus esfuerzos para eludir el uso del dólar en el comercio internacional.

Las dos economías industriales más grandes impactadas por el anuncio del lunes, Corea del Sur (la décima tercera economía del mundo) y Japón (la cuarta), aún buscan asegurar concesiones en las próximas tres semanas.

Una declaración del ministerio de Comercio surcoreano de ayer señaló: “Redoblaremos nuestros esfuerzos para lograr un resultado mutuamente beneficioso para ambas partes. Mejoraremos nuestras instituciones y regulaciones internas para ayudar a aliviar las preocupaciones de Estados Unidos”.

La semana pasada, el recién electo presidente surcoreano, Lee Jae Myung, dijo que no estaba claro qué quería EE.UU. Los dos países tienen un acuerdo de libre comercio implementado en 2012 que eliminó la mayoría de los aranceles sobre productos estadounidenses, por lo que queda poco que ofrecer.

El impacto de los aranceles ha sido más significativo en Japón. Se esperaba que relativamente fácil pudiera asegurar concesiones, como ocurrió durante el primer mandato de Trump.

Sin embargo, esto no ha sucedido, pese a siete rondas de negociaciones. El principal punto de fricción ha sido la insistencia de Japón en eliminar los aranceles sobre autos y su negativa a permitir un aumento en las exportaciones estadounidenses de arroz. Dependiente del apoyo electoral de pequeños agricultores arroceros, el algo inestable gobierno del Partido Liberal Democrático, del primer ministro Shigeru Ishiba, ha dicho que no los sacrificará a cambio de concesiones sobre automóviles.

Esta postura ahora enfrenta oposición desde sectores clave de la industria.

En una entrevista con el FT, Takeshi Niinami, presidente de la Asociación de Ejecutivos Corporativos de Japón, criticó la insistencia del gobierno en una exención total de las medidas estadounidenses.

“Subestimaron la determinación de Trump”, dijo. “Pensaron que el tiempo jugaba a favor de Japón. Fue un gran error”.

El resultado es que Tokio ahora se encuentra en una posición más débil y podría verse forzado a aceptar un acuerdo.

Según el informe del FT sobre la entrevista: “Niinami dijo que la obstinación de Japón —incluida la negativa de Ishiba a sacrificar a los agricultores arroceros del país para proteger su industria automotriz— había desperdiciado el legado del difunto primer ministro Shinzo Abe, quien disfrutaba de relaciones cálidas con Trump durante su primer mandato presidencial”.

Sus críticas fueron repetidas por David Boling, director de comercio de Asia y Japón en el grupo de análisis Eurasia Group, y exfuncionario estadounidense involucrado en las negociaciones de 2020 con Japón.

“Japón calculó muy mal al adoptar una posición maximalista de que EE.UU. debía eliminar todos los aranceles. Esa estrategia era una fantasía”, dijo al FT. Si Japón quiere un acuerdo para el 1 de agosto, indicó, debe ser más “pragmático”.

Mientras se desarrolla el conflicto comercial, cuyos efectos plenos aún están por sentirse, ya está empezando a tener un impacto significativo.

En mayo el valor de las exportaciones japonesas a EE.UU. cayó un 11 por ciento en comparación con el mismo mes del año anterior. El valor de los equipos de transporte, incluidos autos y autopartes, bajó un 8,5 por ciento.

El Banco de Japón ha reducido a la mitad su pronóstico de crecimiento tras lo que ha llamado el “nivel sin precedentes” de aranceles impuestos por EE.UU., los cuales se espera que cuesten miles de millones de dólares a la industria automotriz.

En Corea del Sur, Samsung Electronics, la mayor empresa del país, informó que sus ganancias del segundo trimestre cayeron un 56 por ciento en comparación con un año antes. LG Electronics, un importante exportador, dijo que sus ganancias disminuyeron un 46,6 por ciento.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 8 de julio de 2025)

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