Español

Crecen las tensiones entre Japón y EE.UU. por los aranceles de Trump

Japón continúa negociando con Estados Unidos en relación con la imposición de aranceles “recíprocos” del gobierno de Trump. El ministro para la revitalización económica de Japón, Ryosei Akazawa, viajó a Washington la semana pasada para participar en la séptima ronda de conversaciones a nivel ministerial antes de que venza el plazo para una prórroga de la suspensión de los aranceles, el próximo 9 de julio.

Ryosei Akazawa en Tokio, el 1 de octubre de 2024. [AP Photo/Hiro Komae]

Akazawa se reunió con el secretario de Comercio de EE.UU., Howard Lutnick. Uno de los temas centrales de discusión fue la solicitud de Japón para que Estados Unidos reduzca los aranceles sobre las importaciones de automóviles. Japón se ha comprometido a reducir el déficit comercial con EE.UU. mediante un aumento en inversiones e importaciones.

Japón enfrenta un arancel del 24 por ciento sobre sus exportaciones a EE.UU., además de un arancel adicional del 25 por ciento sobre productos automotrices. Antes de partir hacia Washington, Akazawa declaró que los aranceles automotrices “no son algo que podamos aceptar”. La industria automotriz representa una parte significativa de la economía japonesa, ofreciendo aproximadamente 5,58 millones de empleos en el país. Las exportaciones de automóviles representan el 20 por ciento del total anual de exportaciones de Japón, siendo EE.UU. uno de los principales destinos.

Hasta ahora, hay pocas señales de que el gobierno de Shigeru Ishiba en Tokio y Washington logren alcanzar un acuerdo. “No está claro en qué terminarán las negociaciones sobre los aranceles, pero dada la magnitud de la industria automotriz, será difícil que EE.UU. dé marcha atrás fácilmente, por lo que las conversaciones serán bastante complicadas”, declaró en junio Kazutaka Maeda, economista del Instituto de Investigación Meiji Yasuda.

Japón es uno de los llamados 18 “socios comerciales de máxima prioridad” con los que Washington está negociando actualmente acuerdos comerciales. El secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, declaró en una entrevista con Fox Business el pasado viernes que el régimen de Trump podría tener entre 10 y 12 acuerdos “concluidos para el Día del Trabajo”, el 1 de septiembre de este año en EE.UU.

Aunque Tokio y Washington afirman rutinariamente que su alianza militar —dirigida, sobre todo, a lanzar una guerra imperialista contra China— es “inquebrantable”, hay señales evidentes de tensiones entre ambas partes.

Trump prácticamente ha rechazado una extensión de la suspensión de los aranceles y señaló directamente a Japón en un ejemplo hipotético durante una entrevista el domingo, imaginando las cartas que le gustaría enviar a los países: “Podría enviar una a Japón. ‘Estimado señor Japón, esta es la situación: van a pagar un arancel del 25 por ciento sobre sus automóviles’”.

Ayer, hablando con periodistas, reforzó la amenaza, afirmando que dudaba que los dos países llegaran a un acuerdo. Por lo tanto, Japón sería golpeado con un aumento arancelario del “30 por ciento, 35 por ciento” o “el número que determinemos”, dijo.

Washington está utilizando la amenaza de los aranceles para forzar a los países a alinearse más estrechamente con los planes militares estadounidenses. Aunque Japón ya está en proceso de duplicar su gasto militar al 2 por ciento del PIB, EE.UU. considera que esto es insuficiente. Actualmente, Tokio planea alcanzar esta meta para 2027, incluyendo en el incremento presupuestario a la guardia costera y otros gastos relacionados con el aparato militar.

El régimen de Trump exige que sus aliados eleven el gasto militar al 5 por ciento del PIB. En el Diálogo de Shangri-La, celebrado a finales de mayo, el secretario de Defensa de EE.UU., Pete Hegseth, justificó esta exigencia alegando que China continental estaba a punto de invadir Taiwán para 2027.

En la cumbre de la OTAN celebrada la semana pasada, las potencias reunidas acordaron aumentar el gasto al 5 por ciento del PIB, en línea con las exigencias de Washington. Antes de esto, Hegseth declaró ante un panel del Senado el pasado 18 de junio que la OTAN había establecido un “nuevo estándar para el gasto en defensa entre aliados, al cual todos nuestros aliados en el mundo, incluida Asia, deben adherirse”.

El portavoz del Pentágono, Sean Parnell, envió un comunicado el 20 de junio a medios japoneses, incluyendo el Japan Times, en el que declaró: “Los aliados europeos ahora están estableciendo el estándar global para nuestras alianzas, especialmente en Asia, que es el 5 por ciento del gasto del PIB en defensa”.

Las fisuras entre Japón y EE.UU. se hicieron más visibles cuando el primer ministro Ishiba no asistió a la cumbre de la OTAN. Un informe del 20 de junio en el Financial Times (FT) señaló que Tokio también había cancelado una próxima reunión 2+2 entre el ministro de Relaciones Exteriores de Japón, Takeshi Iwaya, y el ministro de Defensa, Gen Nakatani, con el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, y el secretario de Defensa, Hegseth.

Dicha reunión supuestamente estaba programada para el 1 de julio, pero Tokio negó que hubiera sido cancelada debido a exigencias de EE.UU. El lunes pasado, el secretario jefe del gabinete, Yoshimasa Hayashi, afirmó: “Aún no se ha decidido la fecha para la próxima reunión 2+2 entre Japón y EE.UU.”

El FT informó que EE.UU. exigía que Japón gastara el 3,5 por ciento del PIB en su aparato militar. Esto podría estar en sintonía con el nuevo acuerdo de gasto de la OTAN, en el cual los países miembros destinan el 3,5 por ciento al ejército y el 1,5 por ciento adicional a infraestructura y otros gastos relacionados.

Si Tokio ha mostrado reservas ante esto, no es por algún compromiso con la llamada “cláusula pacifista” de la constitución japonesa, que explícitamente prohíbe a Tokio mantener un aparato militar. En los últimos 15 años, Japón ha acelerado su remilitarización, gastando cantidades récord en sus fuerzas armadas año tras año. En diciembre, el gabinete de Ishiba destinó 8,7 billones de yenes (60.240 millones de dólares) para 2025.

En cambio, un funcionario del gobierno japonés dijo a Nikkei Asia que Tokio no se oponía a aumentar el gasto militar, pero que el proceso parecía estar desorganizado. Otro funcionario explicó que la decisión de aumentar el gasto sería una decisión soberana, repitiendo declaraciones hechas por Ishiba en marzo.

El segundo funcionario dijo al diario que cualquier aumento adicional tendría que ser explicado a la población japonesa. El gobierno sabe perfectamente que otro aumento en el gasto militar encontraría oposición en la clase trabajadora. Tokio teme el estallido de protestas masivas como las que ocurrieron en 2015 contra la legislación militar que ampliaba la capacidad de Japón para llevar a cabo guerras en el extranjero.

Japón ya enfrenta un crecimiento económico en desaceleración, y los aranceles de Trump solo empeorarán la situación. En el primer trimestre de 2025, la economía se contrajo un 0,2 por ciento interanual —es decir, antes del anuncio de los aranceles de Trump el 2 de abril. El Banco de Japón prevé que la economía crecerá solo un 0,5 por ciento este año. En 2024, el crecimiento fue de apenas un 0,1 por ciento y en 2023 de un 1,5 por ciento.

Los salarios han estado estancados en Japón durante décadas, incluso cuando los precios han aumentado bruscamente. Los mínimos aumentos salariales ofrecidos por las empresas no compensan la caída de los salarios reales. En abril, los salarios reales cayeron un 1,8 por ciento, marcando el cuarto descenso mensual consecutivo.

El imperialismo japonés ha dependido de su alianza militar con EE.UU. desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, empiezan a hacerse evidentes grietas, con la administración Trump buscando frenar el declive histórico de EE.UU. a expensas de aliados y rivales por igual.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 1 de julio de 2025)

Loading