Mientras el gobierno alemán destina cientos de miles de millones de euros al rearme y la guerra, la masacre de empleos en las industrias automotriz, de autopartes, química, siderúrgica y otros sectores clave continúa sin tregua y ahora se extiende al sector de servicios.
Los sindicatos garantizan que los despidos se lleven a cabo sin contratiempos, aplastando desde el inicio cualquier resistencia. Fieles a la consigna “todos mueren solos”, aíslan a las plantillas afectadas entre sí y minimizan la magnitud del desastre.
Según estimaciones de la agencia crediticia Creditreform, el número de quiebras empresariales en Alemania ha aumentado considerablemente. Con 11.900 casos en el primer semestre de 2025, la cifra fue un 9,4 por ciento superior al mismo período del año anterior.
El sector de servicios, incluidos los de restauración y hostelería, fue particularmente afectado, con 7.000 insolvencias. En el comercio minorista se registraron 2.220 quiebras y en la industria manufacturera, 940. Creditreform calcula que los daños resultantes ascienden a 33.400 millones de euros. Unas 141.000 personas perdieron sus empleos.
En los grandes almacenes y el sector de la moda, varias marcas conocidas han declarado recientemente insolvencia, entre ellas Galeria, Esprit, Sinn y Gerry Weber. Esta última, que ya había cerrado 122 de sus 171 tiendas en Alemania en 2023 y eliminado 450 puestos de trabajo, está ahora clausurando sus últimos 40 establecimientos. La marca ha sido adquirida por la empresa española Victrix, que la distribuirá por otros canales.
La crisis del comercio minorista es consecuencia de la caída del poder adquisitivo, el aumento de los costos y los efectos persistentes de la pandemia. Todo esto ya se refleja también en las cifras oficiales de desempleo.
“El mercado laboral no gana el impulso que necesitaría para cambiar de rumbo; por eso prevemos que las cifras de desempleo sigan subiendo este verano”, dijo Andrea Nahles, presidenta de la Agencia Federal de Empleo (BA por sus siglas en alemán), al presentar los datos de mayo.
Con 2.919.000 desempleados—una tasa de desempleo del 6,2 por ciento—la cifra aumentó en 197.000 respecto a mayo del año anterior. El subempleo, que también incluye la incapacidad laboral temporal y personas en programas del mercado laboral, fue mucho mayor, con 3.602.000 afectados.
De los casi 3 millones de desempleados registrados, menos de 1 millón recibió prestaciones por desempleo. En cambio, el número de beneficiarios empleables de subsidios sociales ascendió a 3,95 millones. Entre ellos se cuentan muchas personas que tienen trabajo, pero cuyos ingresos no alcanzan para vivir.
Aunque el aumento del desempleo todavía parece relativamente moderado, los recortes de empleo en sectores clave—de los que dependen muchas otras ramas—avanzan rápidamente.
Industria automotriz y de autopartes
Esto se aplica sobre todo a las industrias automotriz y de autopartes, donde la plantilla se redujo de 830.000 en 2018 a 730.000, a pesar de que el volumen de negocio aumentó significativamente. El especialista en automoción Ferdinand Dudenhöffer estima que para 2030 esta cifra caerá a solo 500.000.
Volkswagen, donde el consejo de empresa y la dirección acordaron en diciembre recortar 35.000 empleos, sigue inmersa en la crisis. En la última reunión de empresa, se informó que hasta ahora, 20.000 empleados aceptaron abandonar la compañía voluntariamente antes de 2030. Pero en esa cifra están incluidos todos aquellos que pronto se jubilarán. La mayoría pasará a la jornada parcial antes de retirarse. Solo unos pocos aceptaron renunciar a sus empleos a cambio de indemnizaciones.
Sin embargo, como subrayó el director financiero David Powels en la reunión, los objetivos del plan de ahorro aún están lejos de alcanzarse. “Tenemos que abordar nuestros problemas estructurales”, enfatizó. VW invierte demasiado y gana muy poco con sus coches eléctricos. Además, tarda demasiado en hacer rentable un nuevo modelo. “Nuestra oportunidad ahora radica en corregir este desequilibrio juntos y volver a operar con beneficios”, afirmó—una amenaza inequívoca de nuevos recortes y despidos.
La presidenta del comité de empresa, Daniela Cavallo, anunció que la transformación de la planta principal de Wolfsburg para la producción de eléctricos llevará más tiempo del previsto. Por ello, podría introducirse una semana laboral de cuatro días a partir de 2027, lo que significaría una pérdida salarial significativa para los afectados.
También hay importantes recortes previstos en Mercedes, BMW, Audi y Porsche. Tras el cierre de su planta en Saarlouis, Ford ahora también recorta su fábrica principal en Colonia. Opel (Stellantis) se retira cada vez más de Alemania.
La situación en la industria de autopartes es igual de devastadora. Gigantes como Bosch, ZF, Schaeffler y Continental están eliminando colectivamente decenas de miles de empleos, mientras que empresas más pequeñas, que a menudo son la columna vertebral de regiones enteras, se declaran en quiebra semana tras semana.
Según una encuesta de la Asociación de la Industria Automotriz Alemana (VDA), más de tres cuartas partes de los proveedores de autopartes del país planean posponer, trasladar o cancelar inversiones previamente planificadas. Solo un 1 por ciento prevé aumentar su inversión en Alemania.
En ZF, en particular, las malas noticias no cesan. Según informes recientes, la dirección considera vender por completo su división de transmisiones. Esto afectaría a 32.000 empleados, alrededor de una quinta parte de la plantilla global del grupo. También se discute una “reducción progresiva” de esa línea de negocio.
Este proveedor, con sede en Friedrichshafen, a orillas del lago de Constanza, está fortemente endeudado y teme por su calificación crediticia. En su planta de Schweinfurt, el comité de empresa acordó en diciembre una reducción parcial de salarios para sus 5.500 empleados. Pero desde entonces ha declarado que ya no puede mantener esta medida. Ahora se anuncian al menos 650 despidos forzosos, según el presidente del comité de empresa, Oliver Moll.
Bosch también ha estado recortando empleos y cerrando instalaciones desde hace tiempo. Recientemente, la empresa acordó una “pérdida socialmente aceptable” de 1.150 empleos en Schwäbisch Gmünd, Baden-Württemberg, quedando 1.700 puestos.
Las fábricas más pequeñas desaparecen sin que los medios nacionales presten atención. En Düren, Renania del Norte-Westfalia, el proveedor de autopartes Neapco se ha declarado insolvente. Quinientos empleados, que trabajaban en el mayor empleador industrial de la ciudad, perderán su sustento. La razón oficial es que la empresa matriz estadounidense no renovó el contrato de producción.
En Bad Neustadt, Franconia, el proveedor automotriz Preh finalizó la eliminación de 420 empleos en mayo, incluidos 50 despidos obligatorios. Antes de eso, 300 trabajadores aceptaron indemnizaciones y 70 vacantes fueron eliminadas por rotación y jubilación anticipada. Otras empresas de esta región predominantemente rural, como Brose en Coburgo, también reportan fuertes pérdidas.
Industrias química y siderúrgica
También se están eliminando decenas de miles de empleos en la industria química. El gigante del sector BASF, con una plantilla global de 110.000 trabajadores, se concentra en mantener su sede principal en Ludwigshafen. Sin embargo, incluso allí, se eliminarán 1.800 de los 33.700 empleos en una primera fase.
Según el director general de BASF, Markus Kamieth, “la industria química en Europa atraviesa una fase de consolidación y reestructuración. Ni siquiera el mayor complejo químico europeo se salvará”. Pero Kamieth se niega a dar cifras concretas. Expertos estiman que hay varios miles de empleos en riesgo.
La multinacional estadounidense Dow planea cerrar varias instalaciones en Böhlen, Schkopau y Leuna, en Sajonia-Anhalt—plantas heredadas de la antigua Alemania Oriental. En Böhlen, 700 empleados protestaron a finales de mayo durante una “pausa política a la hora del almuerzo” convocada por el sindicato IGBCE.
Muchas otras empresas químicas también están eliminando empleos.
En cuanto a la industria siderúrgica, luego de Thyssenkrupp, ArcelorMittal también ha abandonado sus planes para producir acero “ecológico” en Alemania. Aunque el gobierno se había comprometido a aportar más de 1.000 millones de euros en subsidios, no se construirán los altos hornos alimentados por hidrógeno en Bremen y Eisenhüttenstadt.
En la práctica, esto podría significar el fin de la producción de acero en Alemania, la cual aún emplea a poco más de 80.000 personas. Unos 1.000 trabajadores protestaron frente a las instalaciones de ArcelorMittal en Bremen.
El negocio de la muerte
El único sector que actualmente prospera en Alemania es el negocio de la muerte. Los fabricantes de armas reportan libros de pedidos completos y beneficios fabulosos.
El “fondo especial” de 100.000 millones de euros para la Bundeswehr (fuerzas armadas), aprobado por el gobierno en marzo de 2022, ya había hecho que las acciones de Rheinmetall se incrementaran más de diez veces. El precio de la acción de la mayor empresa armamentística de Alemania subió de 155 a 1.736 euros. La facturación se duplicó y las ganancias netas se cuadruplicaron hasta alcanzar los 1.200 millones de euros.
Se espera que los nuevos créditos de guerra, por un total de más de 1 billón de euros, disparen aún más las ganancias de Rheinmetall y otras empresas armamentistas. El ministro de Finanzas, Lars Klingbeil, planea gastar en rearme en los próximos 18 meses lo mismo que se gastó en los últimos cinco años.
Según la Agencia Federal de Empleo (BA), alrededor de 17.000 personas trabajan actualmente en Alemania en la fabricación de armas, municiones y vehículos blindados, un 50 por ciento más que hace una década. Sin embargo, la BA solo contabiliza los empleos con cotización a la seguridad social; la propia industria de defensa afirma cifras de hasta 100.000 trabajadores.
La destrucción de los empleos de los que dependen cientos de miles de familias y regiones enteras—y la desviación de valiosos recursos hacia la guerra y la aniquilación—son síntomas de un sistema social profundamente enfermo. En estas condiciones, la defensa del empleo es inseparable de la lucha contra la guerra y el capitalismo.
Esto requiere romper con la camisa de fuerza de los sindicatos, que se han transformado en lacayos corporativos y apoyan plenamente la política de guerra y rearme del gobierno. Se deben constituir comités de base independientes, controlados por los propios trabajadores, para defender los empleos y enlazar con sus hermanos de clase en todo el mundo.
Esto exige una perspectiva socialista y la construcción de un partido que unifique a la clase obrera internacional en lugar de enfrentarla entre sí en nuevas guerras: el Sozialistische Gleichheitspartei (Partido Socialista por la Igualdad), sus partidos hermanos y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 29 de junio de 2025)