Durante el último mes, las fuerzas israelíes han abierto fuego casi a diario contra personas que buscaban alimentos proporcionados por la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), la organización de distribución de comida respaldada por EE.UU. e Israel. Hasta ahora, se han registrado más de 549 muertos y más de 4.000 heridos en diecinueve incidentes separados.
Desde el comienzo, fue evidente que la escala de asesinatos masivos diarios era el resultado de una política deliberada de disparar munición real, proyectiles de tanque y morteros contra multitudes de personas hambrientas, con el objetivo de convertir los puntos de distribución de alimentos en campos de exterminio como parte del genocidio en curso.
El viernes, el periódico israelí Haaretz publicó un reportaje en profundidad respaldando la existencia de órdenes para que soldados israelíes abrieran fuego contra las multitudes. Internamente, las masacres se justifican oficialmente como una forma de “control de multitudes”, en la que los soldados mueven a grupos de personas desarmadas de un lugar a otro disparándoles.
Un soldado entrevistado por Haaretz dijo que el control militar israelí sobre la distribución de alimentos fue apodado como “Operación Pescado Salado”, en referencia a la versión israelí del juego infantil “Luz roja, luz verde”. Todo indica que el nombre proviene de la serie coreana El juego del calamar. En esta serie de ficción, los participantes se ven obligados a jugar ese juego infantil, donde quienes se muevan antes de la “luz verde” son ejecutados con munición real.
Cada día, a menudo de madrugada o pasada la medianoche, decenas de miles de personas hacen fila en los centros de distribución de la GHF para recibir comida, disponible sólo durante una hora, lo que genera una estampida caótica de personas hambrientas.
Según el reportaje, no se emplea ningún método de control de multitudes más allá de las balas reales. Aquellos que se acerquen demasiado pronto o demasiado tarde para recoger los alimentos —que simplemente se dejan en el suelo— son abatidos.
Un soldado entrevistado por Haaretz afirmó: “Es un campo de exterminio”. Añadió: “En donde yo estaba destinado, morían entre una y cinco personas por día. Son tratados como una fuerza hostil. No hay medidas para dispersar multitudes, no se usa gas lacrimógeno, solo se dispara con todo lo imaginable: ametralladoras pesadas, lanzagranadas, morteros. Luego, una vez que el centro abre, cesan los disparos y saben que pueden acercarse. Nuestra forma de comunicación es el fuego”.
Otro soldado dijo: “Disparábamos con ametralladoras montadas en tanques y lanzábamos granadas”.
Nir Hasson, uno de los autores del informe, dijo a Al Jazeera: “Es en realidad una práctica de… controlar a la multitud a través del fuego. Si quieres que la multitud se aleje de un lugar, les disparas, aunque sepas que están desarmados… Utilizas fuego para mover a las personas de un punto a otro”.
En otras palabras, todo en la operación de los centros de distribución de comida está calculado para matar a civiles desarmados bajo el pretexto de brindarles ayuda. Es como si la trama de El juego del calamar —presentada como un espectáculo sangriento para el entretenimiento de los ricos— fuera transformada en una “operación humanitaria”.
Las revelaciones publicadas por Haaretz confirman las advertencias hechas por todas las principales agencias humanitarias, incluyendo las Naciones Unidas y Médicos Sin Fronteras (MSF), de que los “centros de ayuda” son, en realidad, parte de la operación israelí de limpieza étnica en Gaza.
Apuntan a concentrar a la población en el sur del enclave para facilitar su traslado a campos de concentración patrullados por tropas israelíes, en preparación para la expulsión del pueblo palestino de Gaza. Esto concuerda con el plan de limpieza étnica delineado por el presidente estadounidense Donald Trump y respaldado por el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.
En una declaración emitida el viernes, MSF calificó las operaciones de la GHF como “una masacre disfrazada de ayuda humanitaria”.
A principios de esta semana, el Euro-Mediterranean Human Rights Monitor advirtió: “El modelo operativo de la fundación implica atraer a civiles hacia ubicaciones específicas, coordinadas con el ejército israelí, donde son sometidos a asesinatos, lesiones y tratos crueles y degradantes”.
Un día antes de que Haaretz publicara sus revelaciones, el Departamento de Estado de EE.UU. anunció que la administración Trump había otorgado 30 millones de dólares de financiamiento para la GHF. El portavoz adjunto del Departamento de Estado, Tommy Pigott, calificó las acciones del grupo como “absolutamente increíbles”, y declaró que “deben ser elogiadas y apoyadas”.
En una aparente confirmación del reportaje de Haaretz, el ejército israelí ha lanzado una investigación interna por crímenes de guerra relacionada con los tiroteos en los centros de ayuda. Como siempre, estas investigaciones no son más que operaciones de relaciones públicas, destinadas a crear la ilusión de supervisión mientras garantizan la impunidad para quienes perpetran crímenes de guerra.
En una declaración emitida el viernes, Netanyahu y el ministro de defensa Israel Katz acusaron a Haaretz de propagar una “difamación sangrienta” contra las fuerzas armadas israelíes, a las que calificaron como “el ejército más moral del mundo”.
En otro incidente separado, el ejército israelí asesinó a dieciocho personas durante una distribución de ayuda operada por la policía palestina. Testigos informaron que muchas de las víctimas eran personas comunes que se habían acercado a recoger harina.
El viernes, la oficina de medios oficial de Gaza alegó que solicitantes de ayuda descubrieron píldoras que contenían el potente y letal opiácea oxicodona dentro de sacos de harina distribuidos en los centros de ayuda de la GHF. “Hasta ahora hemos documentado cuatro testimonios de ciudadanos que encontraron estas píldoras dentro de los sacos de harina”, declaró, advirtiendo sobre la “posibilidad de que algunas de estas sustancias narcóticas hayan sido deliberadamente molidas o disueltas en la harina misma”.
En una declaración, el secretario general de la ONU, António Guterres, calificó las operaciones de la GHF en Gaza como “inseguras por naturaleza”, y añadió: “Está matando gente… Hay personas asesinadas simplemente por intentar alimentar a sus familias. La búsqueda de alimento nunca debe ser una sentencia de muerte”.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 27 de junio de 2025)