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Perspectiva

El significado político y las implicaciones de la victoria de Mamdani en la ciudad de Nueva York

El candidato demócrata a alcalde, Zohran Mamdani, se pronuncia durante una fiesta de las primarias, 25 de junio de 2025 [AP Photo/Heather Khalifa]

La victoria de Zohran Mamdani, miembro de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés), en las primarias demócratas para alcalde de la ciudad de Nueva York es un evento de profundo significado político, con implicaciones nacionales e internacionales.

En el centro financiero del capitalismo mundial, donde los bancos, las empresas inmobiliarias y los conglomerados de medios ejercen un inmenso poder, el establishment del Partido Demócrata sufrió una gran derrota. El exgobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, respaldado por Wall Street y los medios corporativos, fue rechazado decisivamente por los votantes. Una serie de respaldos de alto perfil y enormes contribuciones de campaña no solo no lograron rescatar su campaña, sino que alimentaron su colapso.

Para los trabajadores y los jóvenes, es necesario entender claramente lo que las elecciones demuestran y lo que no, y qué conclusiones políticas deben extraerse.

Las elecciones han roto una serie de mitos de la política estadounidense. Primero, está el mito de que el socialismo es “tóxico”. Mamdani se identificó abiertamente como un “socialista democrático”. Sus reformas propuestas, relacionadas con el aumento de los costos de la vivienda, las guarderías y otros problemas sociales, claramente tocaron un nervio sensible de los trabajadores y los jóvenes, junto con capas de la clase media, en una de las ciudades más caras del mundo.

En segundo lugar, está la afirmación de que las críticas al genocidio de Israel en Gaza equivalen a antisemitismo. La campaña de desprestigio liderada por Cuomo, que fue patrocinada por multimillonarios y se centró en acusaciones de antisemitismo contra Mamdani, fracasó. Mamdani recibió decenas de miles de votos de entre los 1,2 millones de residentes judíos de Nueva York. La oposición popular a la guerra y lo que Mamdani llamó explícitamente un genocidio fue un factor importante en su victoria electoral.

En tercer lugar, la victoria de Mamdani refuta la narrativa de los medios de comunicación de que la reelección de Trump en 2024 marcó un giro hacia la derecha en la población estadounidense. La campaña de Mamdani se benefició de la creciente oposición popular al Gobierno de Trump, y el candidato señaló que Cuomo estaba siendo respaldado por los mismos multimillonarios que financian a Trump. Apenas diez días antes de la votación, se llevaron a cabo las mayores protestas antigubernamentales en la historia de Estados Unidos contra la dictadura de Trump, y Mamdani se comprometió a resistir los ataques de Trump contra los inmigrantes.

En cuarto lugar, las cuestiones básicas que animan a la gran masa de la población no se centran en la política de raza o género, como lo promueve implacablemente el Partido Demócrata y sus medios de comunicación afiliados, sino que son cuestiones de clase.

Los sentimientos que animan el voto por Mamdani están llevando a masas de personas a entrar en conflicto con todo el orden político. Lo que aterroriza a la clase dominante no es el programa relativamente mezquino de Mamdani, avanzado dentro del marco del Partido Demócrata, sino que su victoria demuestra que el socialismo puede obtener un apoyo de masas en Estados Unidos, y en una forma mucho más radical.

La Administración fascista de Trump ha respondido, previsiblemente, con denuncias histéricas. En una publicación en las redes sociales el miércoles, Trump declaró: “Zohran Mamdani, un lunático 100% comunista, acaba de ganar las primarias demócratas y está en camino de convertirse en alcalde”. Trump articula, de la forma más desnuda y degradada, la brutalidad de la élite gobernante y su miedo al socialismo.

La cúpula del Partido Demócrata, que se opuso amargamente a la campaña de Mamdani, está respondiendo con una mezcla de halagos y amenazas. El líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, el líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, y la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, felicitaron a Mamdani por su victoria el miércoles, y Schumer elogió lo que llamó la “impresionante campaña” de Mamdani.

Se abrazan mientras una boa constrictora aprieta a su víctima. De hecho, las elecciones primarias tuvieron lugar el mismo día en que los demócratas de la Cámara de Representantes, incluido Jeffries, demostraron su hostilidad hacia la creciente oposición masiva a Trump cuando votaron a favor de eliminar una resolución de juicio político sobre la agresión militar, criminal e inconstitucional de Trump contra Irán.

El nerviosismo del Partido Demócrata se expresó más claramente en los comentarios del exsecretario del Tesoro y expresidente de Harvard, Larry Summers, quien denunció la “unción” de un candidato que “no rechazó la consigna de ‘globalizar la intifada’ y abogó por políticas económicas trotskistas”. Summers declaró que Mamdani debe “evolucionar” para tranquilizar a aquellos comprometidos con una “economía de mercado como un ideal estadounidense”.

Por “economía de mercado”, Summers quiere decir, por supuesto, la dictadura indiscutible de la oligarquía financiera.

Si Mamdani se resistiera a estas presiones, el Partido Demócrata no dudaría en sabotear su campaña e intentar entregar las elecciones generales al actual alcalde Eric Adams, quien se postula como independiente, o algún otro representante obediente de Wall Street.

En estas condiciones, la ilusión más peligrosa sería que el Partido Demócrata pueda transformarse en un partido de la clase trabajadora, una opinión que Mamdani avanzó en su discurso del martes por la noche cuando declaró que su campaña era el “modelo para el Partido Demócrata”, como un “partido donde luchamos por los trabajadores sin disculpas”.

En su artículo principal sobre la victoria de Mamdani, la revista Jacobin, afiliada al DSA, declaró: “La contienda tiene el potencial de remodelar la política nacional, alterando el equilibrio de fuerzas dentro del Partido Demócrata y señalando el camino hacia una nueva era de posibilidades para la izquierda”. El DSA busca sobre todo mantener el dominio político del Partido Demócrata y así estrangular a la oposición.

De hecho, figuras como Alexandria Ocasio-Cortez, miembro del DSA, y Bernie Sanders, quienes respaldaron a Mamdani relativamente tarde, cuando ya había comenzado a subir en las encuestas, han desempeñado un papel fundamental para facilitar el giro violento de la política estadounidense hacia la derecha.

En 2016 y 2020, Sanders canalizó su “revolución política” detrás de Hillary Clinton y Joe Biden, y en 2024 apoyó a Kamala Harris. Tanto Sanders como Ocasio-Cortez fueron los principales defensores de Biden hasta el final, y durante todo el genocidio en Gaza y la guerra entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania. De esta manera, ayudaron a allanar el camino para la reelección de Trump, quien capitalizó la profunda hostilidad hacia el Partido Demócrata.

En su respuesta a la victoria de Mamdani, Sanders está promoviendo la misma línea. “¿Aprenderán los demócratas de la victoria de Zohran Mamdani?”, escribió en The Guardian. Argumentando que es poco probable que la dirección demócrata cambie de rumbo, Sanders proclamó: “El futuro del Partido Demócrata no estará determinado por su conducción actual. Será decidido por la clase trabajadora de este país”.

Como comentó Trotsky, uno también podría orar para pedir lluvia. El Partido Demócrata, al igual que el Partido Republicano, no es un recipiente vacío. Al igual que con el propio Estado, los partidos representan intereses de clase. El Partido Demócrata es un partido de Wall Street, las agencias militares y de inteligencia y sectores privilegiados de la clase media-alta. Es el “cementerio de los movimientos sociales”. Lo que debe ser “decidido por la clase trabajadora” no es el futuro del Partido Demócrata, sino el imperativo de romper con él y con todo el marco de la política capitalista.

Las elecciones de Nueva York demuestran que existen enormes posibilidades para el desarrollo de un verdadero movimiento socialista. Las condiciones están maduras, de hecho demasiado maduras, para tal desarrollo.

Esto hace aún más esencial una comprensión correcta de los problemas políticos fundamentales, que aquellos que han dado su apoyo a Mamdani, y por lo tanto al propio Mandani, tendrán que enfrentar.

Los inmensos problemas sociales que enfrenta la clase obrera (la guerra imperialista, la dictadura, el fascismo y niveles de desigualdad sin precedentes) no pueden resolverse dentro del marco político existente. Es absolutamente imposible llevar a cabo una política progresista, ni mucho menos socialista, dentro del Partido Demócrata.

El socialismo no es una consigna de campaña ni una serie de propuestas reformistas. Incluso las limitadas reformas sociales promovidas por Mamdani no se pueden lograr sin un asalto frontal a la riqueza y el poder de la clase dominante capitalista. La clase dominante está girando hacia el fascismo, la dictadura y la guerra mundial. Su poder sobre la sociedad solo puede romperse mediante la expropiación de su riqueza y la transformación de las gigantescas corporaciones en las que se basa esta riqueza en servicios públicos.

Los trabajadores a nivel internacional han tenido mucha experiencia con movimientos que prometen reformas pero que se rehúsan a tocar los cimientos de la sociedad capitalista: Syriza en Grecia, el corbynismo en Reino Unido, el partido La Izquierda en Alemania y muchos otros. El resultado es inevitablemente una traición política y el fortalecimiento de la derecha.

El cumplimiento de un programa socialista requiere la intervención de la clase trabajadora como fuerza social y política independiente. Las primarias de Nueva York son parte de un proceso más amplio: una serie de eventos que expresan el surgimiento de una enorme oposición social y política entre los trabajadores, los jóvenes y sectores de la clase media.

El Partido Socialista por la Igualdad ha insistido en que la tendencia predominante dentro de la clase trabajadora, tanto dentro de los Estados Unidos como a nivel internacional, es hacia la radicalización política y la oposición al capitalismo. Las elecciones a la alcaldía de Nueva York confirman esta evaluación. Sin embargo, no confundimos una indicación con la conclusión del proceso. Si bien el PSI reconoce la importancia de la victoria de Mamdani, no adapta su programa político a la ilusión de que su éxito electoral conducirá a un cambio en la naturaleza del Estado, el carácter de clase del Partido Demócrata y el carácter violento y opresivo del capitalismo estadounidense.

Hay un creciente estado de ánimo de resistencia alimentado por la guerra, la represión, la desigualdad y el giro abierto hacia la dictadura. Pero la gran tarea de desarrollar el movimiento políticamente independiente de la clase trabajadora como una fuerza organizada y consciente debe llevarse adelante. Esta es la perspectiva del Partido Socialista por la Igualdad, los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social y la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base. Las murallas de Wall Street no se derrumbarán bajo la presión de la propaganda electoral.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de junio de 2025)