En una muestra de apoyo político a la guerra ilegal e inconstitucional de Trump contra Irán, una mayoría de los demócratas en la Cámara de Representantes se unieron a una bancada republicana unánime el martes para bloquear una resolución de juicio político para destituir al mandatario. Los demócratas votaron 128-79 y los republicanos 216-0 a favor de archivar la resolución, que fue introducida por Al Green, demócrata de Texas.
Todos los dirigentes del Partido Demócrata, incluyendo el líder de la minoría Hakeem Jeffries, la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, el exlíder de la mayoría Steny Hoyer y el exjefe de disciplina de la mayoría James Clyburn, votaron a favor de eliminar la medida. En una conferencia de prensa antes de la votación, el jefe de la bancada demócrata, Pete Aguilar, desestimó la resolución de juicio político como una “distracción”.
La resolución de Green no denunció el bombardeo de Trump a Irán como una agresión no provocada o una violación del derecho internacional. En cambio, se centró únicamente en su decisión de no solicitar la autorización del Congreso, acusando a Trump de abusar de los poderes presidenciales al “usurpar el poder del Congreso para declarar la guerra” y ordenar ataques “sin la autorización o aviso del Congreso por mandato constitucional”.
Si bien la resolución describió a Trump como “un presidente autoritario que ha instigado un ataque al Capitolio de los Estados Unidos, ha negado a las personas el debido proceso legal y ha pedido la destitución de jueces federales que fallaron en su contra”, no propuso ningún cargo relacionado con estas acciones o con la campaña general de Trump para establecerse como presidente dictador. No mencionó el despliegue militar de Trump en Los Ángeles ni sus redadas nacionales contra trabajadores inmigrantes.
Incluso esta resolución tan limitada se encontró con una vehemente oposición por parte de la dirección demócrata en la Cámara de Representantes. En cambio, apenas unas horas antes de la votación, anunciaron la formación de un Grupo de Trabajo sobre Seguridad Nacional de la bancada demócrata de la Cámara de Representantes. El grupo de trabajo estará copresidido por cuatro demócratas de la Cámara de Representantes con antecedentes en las agencias militares y de inteligencia, figuras que el World Socialist Web Site ha identificado previamente como parte de los “demócratas de la CIA”.
Los cuatro copresidentes son Jason Crow, un ex -Ranger del Ejército que sirvió en Irak y Afganistán; Derek Tran, un veterano del Ejército que destaca con orgullo su herencia vietnamita anticomunista; Mikie Sherrill, ex piloto de helicóptero de la Marina y actual candidata demócrata a la gobernación de Nueva Jersey; y Maggie Goodlander, exoficial de inteligencia de la Marina y esposa de Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional de la Administración de Biden.
Al presentar el grupo de trabajo, Aguilar dejó en claro que la preocupación de los demócratas no era la ilegalidad del ataque de Trump contra Irán, sino la posibilidad de que no buscara objetivos militares compartidos. “Lanzar un ataque sin la autorización del Congreso está mal”, dijo. “Lanzar un ataque potencialmente infructuoso sin la autorización del Congreso sería un fracaso que definiría al Gobierno”.
En respuesta a la pregunta de un periodista, Jason Crow lanzó una diatriba venenosa contra Irán, declarando: “Los demócratas de la Cámara de Representantes conocen el peligro que Irán representa para el mundo ... es un estado patrocinador del terrorismo y uno de los regímenes más malignos del mundo”. Esto mientras Israel, con el respaldo de ambas partes, continúa su genocidio en Gaza, matando a cientos de miles de personas.
Del lado del Senado, tres senadores demócratas presentaron una resolución de “poderes de guerra” que especificaba que no se aplicaría al apoyo de Estados Unidos a Israel “en la adopción de medidas defensivas” contra Irán o las fuerzas aliadas. El líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, denunció el hecho de que la Casa Blanca no informara al Congreso ni presentara “la estrategia a largo plazo de la administración para evitar que Irán obtenga armas nucleares”.
En marzo, Schumer protagonizó la intervención para defender el Gobierno de Trump, cuando dirigió a un grupo de senadores demócratas que proporcionaron los votos decisivos para aprobar una resolución continua que financia a la administración Trump hasta el 30 de septiembre.
El WSWS comentó en ese momento que “Dada la oportunidad de cortar el financiamiento para el Gobierno de Trump el viernes, los demócratas se aseguraron de que permaneciera plenamente operativo. La votación rompe el mito de que el Partido Demócrata es un oponente de la Administración de Trump, demostrando que, en cambio, es su facilitador y colaborador”.
Poco más de tres meses después, toda la dirección del partido y dos tercios de sus miembros de la Cámara se alinearon para oponerse a un voto de destitución contra un presidente que está erigiendo una dictadura política.
El Partido Demócrata es un defensor e instrumento del imperialismo estadounidense. Mientras que figuras supuestamente “antibélicas” como Green, Alexandria Ocasio-Cortez y Bernie Sanders se involucran en trucos políticos para dar “una cubierta de izquierda” a este partido de derecha, las verdaderas preocupaciones de los demócratas son las del Pentágono y la CIA. No se oponen a la beligerancia homicida de Trump, sino a su conducta errática e incluso aparentemente maníaca de la política exterior estadounidense.
Estas preocupaciones fueron expresadas sin rodeos por el exsecretario de Estado de Biden, Antony Blinken, en una columna de opinión en el New York Times, publicada bajo el título: “El ataque de Trump a Irán fue un error. Espero que tenga éxito “. Calificó la decisión de bombardear las instalaciones nucleares de Irán como “imprudente e innecesaria”, pero agregó: “Ahora que está hecho, espero que tenga éxito”.
Blinken reiteró la demonización de Irán que es universal en el establishment político estadounidense y en los medios corporativos, calificando al país de 90 millones de personas como “un importante patrocinador estatal del terrorismo; una fuerza destructiva y desestabilizadora a través de sus representantes en el Líbano, Siria, Gaza, Yemen e Irak; una amenaza existencial para Israel”.
El exsecretario de Estado concluyó: “Las acciones del Sr. Trump solo fueron posibles gracias al trabajo de los Gobiernos de Obama y Biden”. Esto incluyó el desarrollo acelerado de las enormes bombas, el desarrollo de planes de contingencia y “en 2023, el ejercicio conjunto más grande de la historia con Israel, algo así como una prueba en seco para esta última acción”.
Aunque dijo que deseaba que Trump siguiera un curso diplomático, “ahora que la suerte militar ha sido echada, solo puedo esperar que hayamos infligido el máximo daño, daño que le dé al presidente la influencia que necesita para finalmente lograr el acuerdo que hasta ahora no ha logrado”.
Durante el primer mandato de Trump, los demócratas lo acusaron no por sus amenazas o ataques fascistas contra los inmigrantes, sino por una disputa con el Pentágono y las agencias de inteligencia sobre la política de Ucrania, sentando las bases para la guerra contra Rusia que la Administración de Biden convirtió en su prioridad central de política exterior. Biden llegó al cargo prometiendo restaurar un “Partido Republicano fuerte” para librar la guerra contra Rusia, al tiempo que respaldaba el genocidio de Israel en Gaza e implementaba políticas hostiles a la amplia masa de trabajadores. Esto creó las condiciones políticas para el regreso de Trump al poder.
Ahora, a cinco meses de su segundo mandato, ha destrozado la Constitución y lanzado una guerra ilegal de agresión, los demócratas están funcionando no como defensores de la democracia sino como facilitadores de la dictadura. Los demócratas y los republicanos son ambos partidos de la oligarquía financiera, defensores de Wall Street y de los intereses globales del imperialismo estadounidense.
Lo que más teme el Partido Demócrata no es Trump, sino que estalle la resistencia masiva desde abajo. Hace solo 10 días, tuvieron lugar las manifestaciones antigubernamentales más grandes de la historia de Estados Unidos. Millones de personas salieron a las calles en ciudades de todo el país para oponerse a la dictadura de Trump.
Este movimiento, que refleja una creciente radicalización de la clase trabajadora y la juventud, no encuentra expresión dentro de la élite política existente. Debe estar armado con una nueva estrategia política, arraigada en la clase obrera internacional y guiada por un programa socialista revolucionario para poner fin al capitalismo, la guerra y la dictadura.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 24 de junio de 2025)