Después del discurso belicoso de Donald Trump frente a fuerzas especiales en el fuerte Bragg el martes—que constituyó una declaración abierta de guerra contra el pueblo estadounidense—el Gobierno está acelerando sus preparativos para el uso masivo de la violencia militar.
El Washington Post reportó la noche del martes que Trump “está preparado para enviar tropas de la Guardia Nacional a más ciudades estadounidenses si las protestas contra las redadas migratorias se expanden más allá de Los Ángeles, según funcionarios del Gobierno el miércoles. Potencialmente esto daría paso al mayor uso de la fuerza militar en suelo estadounidense en la historia moderna”.
El Post citó el testimonio del secretario de Defensa Pete Hegseth ante un comité de la Cámara de Representantes, donde declaró: “Creo que estamos entrando en otra fase, especialmente bajo el presidente Trump, enfocándose en la patria, donde la Guardia Nacional y las Reservas se convierten en un componente crítico de cómo protegemos la patria”.
En solo dos días, el sábado, 7.000 soldados, respaldados por cientos de tanques, vehículos blindados y helicópteros, llegarán a Washington, D.C., para un desfile militar supuestamente para conmemorar el 250º aniversario del Ejército de los EE.UU., pero que coincide con el cumpleaños número 79 de Trump. El mandatario ha amenazado abiertamente con el uso de la “fuerza pesada” contra cualquiera que se atreva a protestar durante el evento, ya sea de forma pacífica o no.
Existe un gran abismo entre la realidad de la situación y la respuesta de los medios de comunicación y del Partido Demócrata. Si bien algunos líderes demócratas han reconocido que Trump está librando una guerra contra los derechos democráticos y la Constitución, sus acciones son totalmente insuficientes ante la magnitud de la amenaza. Mientras Trump habla en el lenguaje de la guerra civil y prepara la maquinaria de la represión estatal, los demócratas responden con demandas legales y perogrulladas.
El gobernador de California, Gavin Newsom, en un discurso televisado a nivel nacional el martes por la noche, criticó a Trump por “arrestar a lavaplatos, jardineros, jornaleros y costureras” y agregó que los despliegues fueron “descarados abusos de poder por parte de un presidente en funciones... un presidente que no quiere estar sujeto a ninguna ley o Constitución”.
Newsom concluyó señalando que la proclamación de Trump de tomar el control de la Guardia Nacional “hizo que esa orden se aplicara a todos los estados de esta nación. Se refiere a todos. Esto los afecta a ustedes. California puede ser el primer caso, pero claramente no terminará aquí”. Agregó: “La democracia está bajo asalto justo ante nuestros ojos: el momento que temíamos ha llegado”.
Pero, ¿qué propone hacer al respecto el gobernador demócrata del estado más grande de Estados Unidos, con la quinta economía más grande del mundo? Newsom ha presentado una demanda federal que califica como ilegal e inconstitucional la toma de control de Trump de la Guardia Nacional californiana. Pero no ha retirado a la Guardia de Los Ángeles, ni mucho menos ha llamado a movilizar la oposición masiva.
De hecho, los demócratas se han dedicado a legitimar las mismas mentiras que Trump utiliza como el “incendio del Reichstag”, es decir, como pretexto para instaurar una dictadura. Newsom ha desplegado 800 policías estatales en Los Ángeles para reprimir las protestas. La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, también demócrata, impuso un toque de queda de varios días en partes de la ciudad e inundó el centro con policías que arrestaron a cientos de manifestantes en los últimos tres días.
La línea política que viene de Newsom y Bass es: “Déjennos a nosotros manejar la represión de las protestas. Podemos solos”.
En una conferencia de prensa el miércoles, el líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, y el líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, ni siquiera mencionaron los eventos en Los Ángeles en sus discursos de apertura. Solo lo hicieron cuando se les preguntó directamente sobre las amenazas de Trump. Jeffries declaró: “Gavin Newsom y Karen Bass han señalado, y estamos de acuerdo, aquí en la capital, que cualquiera que infrinja la ley, cualquiera que ataque a los agentes de policía, cualquiera que destruya la propiedad, debe rendir cuentas bajo todo el peso de la ley, y los funcionarios policiales estatales y locales están preparados para hacerlo”.
Sin embargo, es el Gobierno de Trump el que está “violando la ley” de la manera más extrema y flagrante posible, a través de una conspiración para tumbar la Constitución. Todo el marco dentro del cual se ha concebido la operación militar en Los Ángeles, hablando de una “invasión” e “insurrección”, es una mentira descarada y repugnante que los demócratas dan por cierta. El presidente que está gritando fuego es el pirómano.
Aunque los demócratas critican a Trump, lo hacen desde el punto de vista de tratar de sofocar de alguna manera la oposición popular y dar carpetazo a la situación. Ningún demócrata ha advertido que el desfile militar de Trump en Washington D.C., programado para este sábado 14 de junio, bien podría ser la ocasión para una toma militar directa en la capital estadounidense.
Los demócratas no piden que Trump y su junta fascista en potencia rindan cuentas por invadir la segunda ciudad más grande de Estados Unidos (como señaló un columnista del New York Times, Trump ahora tiene más soldados bajo su mando en Los Ángeles que en Siria e Irak juntos).
Y ninguno de ellos ha sugerido la medida más obvia y necesaria para detener el asalto a la democracia: la destitución del conspirador de su cargo.
Hace cincuenta años, el presidente republicano Richard Nixon se vio obligado a renunciar a su cargo por el escándalo Watergate, que involucró crímenes contra la democracia que palidecen en comparación con las acciones de Trump. Hoy, sin embargo, el sistema político está tan podrido y corrompido que ningún líder demócrata ha pedido que Trump y sus conspiradores golpistas sean legalmente responsables o acusados. La lista de los dirigentes demócratas que han dicho poco o nada en la última semana incluye a los expresidentes Clinton, Obama y Biden.
El aparato sindical tampoco está haciendo nada a medida que se desarrolla la conspiración. Las páginas de redes sociales de la confederación AFL-CIO y sus sindicatos afiliados han guardado silencio sobre el golpe en curso, más allá de algunas publicaciones superficiales sobre el arresto del presidente de SEIU California, David Huerta, que el aparato sindical no hizo nada para oponerse.
La única mención en la página X (anteriormente Twitter) de la movilización militar de la AFL-CIO es una publicación que sugiere que el desfile de cumpleaños de Trump el sábado es un desperdicio de $45 millones, dinero que, según afirma, podría gastarse mejor en otro lugar. ¡Como si este fuera el problema, y no la conspiración para derrocar el orden constitucional!
El perfil en X del sindicato United Auto Workers (UAW) presenta un video de su presidente Shawn Fain, promoviendo el nacionalismo económico y el apoyo del sindicato a los aranceles y las políticas de guerra comercial promovidas por Trump. En medio de la crisis política más extrema de la historia moderna de Estados Unidos, el UAW está ocupado celebrando la supuesta benevolencia de General Motors y exhibiendo arte textil donado a Walter Reuther en la década de 1950.
En cuanto al sindicato United Food and Commercial Workers (UFCW), permanece en silencio mientras la Administración de Trump incauta y deporta a los trabajadores inmigrantes del sector alimenticio. Esto incluye a casi 100 trabajadores de la planta de Glenn Valley Foods en Omaha, que fueron sacados a punta de pistola de su lugar de trabajo a principios de esta semana.
Existe una vasta y creciente oposición popular a la ofensiva autoritaria del Gobierno de Trump, como lo demuestra la ola de manifestaciones en todo Estados Unidos. Miles de protestas están programadas para el sábado en todas las ciudades importantes e innumerables más pequeños. Sin embargo, el sentimiento de millones no encuentra una expresión genuina dentro de la élite política ni en ninguna de las instituciones oficiales de la sociedad capitalista.
Cada planta, oficina y vecindario debe convertirse en un centro de oposición organizada a este asalto masivo a los derechos democráticos. Esto significa la construcción de comités de base en cada lugar de trabajo y vecindario para preparar una huelga general para detener el golpe y defender los derechos democráticos. Y significa el desarrollo de un movimiento político independiente de la clase trabajadora, en oposición a Trump y a ambos partidos de la élite gobernante capitalista, sobre la base de un programa socialista.
La estrategia y la perspectiva necesarias para desarrollar el movimiento contra el golpe de Trump serán el foco de una reunión urgente en línea organizada por el World Socialist Web Site el domingo 15 de junio a las 4:00 p.m. (horario del este de EE.UU.): “ El golpe de Trump y cómo detenerlo ”. Instamos a todos nuestros lectores a registrarse para asistir y a promover la reunión lo más ampliamente posible entre sus compañeros de trabajo y en las redes sociales.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de junio de 2025)