Esta es la segunda parte de un artículo de dos partes. La primera parte puede leerse aquí.
Una defensa abierta de la dictadura capitalista
El PCO utiliza la fraudulenta representación de Erdoğan como opositor al imperialismo para justificar la creación de dictaduras burguesas en Turquía y otras partes del mundo.
En respuesta al informe del WSWS sobre miles de arrestos políticos en Turquía, incluyendo a líderes de varios partidos de izquierda, el PCO ofrece una justificación criminal que reproducimos extensamente:
Parte del trabajo de un partido revolucionario consiste en defender los derechos democráticos. Sin embargo, sobre todo, es necesario analizar el significado general del régimen político en cuestión.
El gobierno venezolano de Nicolás Maduro, por ejemplo, ha arrestado a más de 2.000 personas por su presunta participación en un intento de golpe de Estado contra el chavismo. ¿Es posible que, en sentido estricto, el gobierno haya cometido un atentado contra los derechos democráticos de sus oponentes? Sí, es posible. ¿Eran necesarios estos ataques? Probablemente no. Sin embargo, mucho más importante que eso es la pregunta: ¿a quién sirve la represión del gobierno venezolano?
No hay que ir muy lejos para darse cuenta de que la represión proviene de la lucha del régimen venezolano contra el imperialismo. Es un régimen que, a pesar de sus limitaciones, intenta frenar la ofensiva de las grandes empresas contra su gobierno. Un régimen que incluso cuenta con el respaldo de una amplia movilización popular, con características revolucionarias.
La clave en Venezuela no es criticar los errores del gobierno en materia de derechos democráticos, sino movilizar al pueblo venezolano contra el imperialismo. En este sentido, los errores del régimen chavista solo deben señalarse cuando sea conveniente para promover una lucha aún más decisiva contra los grandes enemigos de la humanidad.
De igual manera, el gobierno de Recep Erdoğan debe analizarse. ¿Cuál es el significado general de la represión del régimen? El WSWS no responde, reemplazando el análisis real con clichés pseudorrevolucionarios.
La afirmación de que el WSWS no respondió a esta pregunta es otra tergiversación deliberada de la declaración del PSI. El PSI ha situado la construcción de un régimen autoritario en Turquía en el contexto de crecientes antagonismos de clase y décadas de intensificación de la guerra imperialista en toda la región:
El establecimiento de un régimen autoritario en Turquía, al igual que en Estados Unidos, no se debe a las intenciones de tal o cual político, sino a las necesidades objetivas de la clase dominante. La dictadura de la oligarquía capitalista sobre la economía y la sociedad conlleva un régimen de dictadura política.
Turquía es un país dividido por feroces antagonismos de clase, y la clase dominante se encuentra en un polvorín social al borde de la explosión. La dictadura presidencial, que ha entrado en una nueva fase con el arresto de İmamoğlu, ataca sobre todo a la clase trabajadora. …
Hoy, más que nunca, la burguesía turca necesita un régimen dictatorial para implementar una política acorde con la creciente agresión del imperialismo estadounidense-OTAN, odiado por la abrumadora mayoría del pueblo.
Turquía es vista como un aliado crucial en los planes de la administración Trump para recolonizar Oriente Medio bajo el dominio total del imperialismo estadounidense.
En abril, Trump —el líder de la principal potencia imperialista del mundo, Estados Unidos— dijo lo siguiente sobre Erdoğan, el líder “antiimperialista” de la “rebelde” Turquía: “Resulta que me cae bien [Erdoğan], y él me cae bien… y nunca hemos tenido ningún problema… Es un tipo duro. Es muy inteligente”.
A finales de mayo, Erdoğan hizo un comentario aún más revelador: “Las relaciones turco-estadounidenses no son tan insignificantes como algunos creen. El Sr. Trump tiene una visión muy positiva de Turquía. Nuestra visión de ellos es la misma. Tenemos una relación sólida basada en el respeto mutuo y la sinceridad”. El PCO concluye:
La detención de İmamoğlu es, independientemente de su fundamento legal, una medida defensiva de Erdoğan. Es el intento del gobierno de impedir que un representante del imperialismo triunfe en las próximas elecciones, lo que constituiría un golpe de Estado contra el pueblo turco. En este sentido, las manifestaciones en reacción a su detención tienen un carácter proimperialista. No tienen nada de revolucionario.
El WSWS “sustituye el análisis real por clichés pseudorrevolucionarios”, afirman quienes reclaman haber encontrado “poca información sobre İmamoğlu” pero defienden su detención “independientemente de su fundamento legal”.
Toda su argumentación es una contundente admisión de que el papel que busca el PCO no es más que el de un pequeño asesor “de izquierda” de regímenes burgueses.
Aquí tenemos un partido que define su actitud hacia el estado burgués y su aparato represivo como una cuestión de 'conveniencia': si el régimen burgués que respalda comete 'errores', pueden 'señalarlo' cuando 'convenga hacerlo'.
Para el PCO, la movilización política independiente de la clase obrera contra la burguesía y su estado está completamente descartada en Venezuela, Turquía o cualquier otro lugar del mundo.
No es casualidad que en la declaración de 3.300 palabras del PCO, centrada en atacar la oposición del WSWS al nacionalismo burgués y en respaldar la persecución de sus miembros en Turquía, el término 'clase obrera' aparezca solo dos veces, en ambos casos para proclamar sus intereses comunes con la burguesía nacional contra el imperialismo.
Mucho más que un simple ejercicio retórico, los argumentos del PCO justifican su relación activa con estos regímenes burgueses reaccionarios. El PCO se ha unido y se ha hecho responsable de la sección brasileña de la fallida 'Internacional Antifascista', fundada recientemente por Maduro, en su desesperado intento por preservar su régimen en crisis.
Esta iniciativa también implica presentar fraudulentamente al gobierno ruso y sus reaccionarios objetivos bélicos como base para librar una lucha consecuente contra el imperialismo. Una segunda reunión del foro de Maduro, a la que el PCO envió a sus propios delegados, se celebró en abril en Moscú. Fue convocada por el Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR) y recibió el saludo del presidente Vladimir Putin.
Una lucha consecuente contra el imperialismo exige una actitud de principios por parte de los socialistas revolucionarios. El movimiento trotskista se opone sistemáticamente a las intervenciones imperialistas contra países como Venezuela y denuncia incansablemente las cínicas invocaciones a la 'democracia' para impulsar operaciones de cambio de régimen.
Pero esto no implica apoyar a gobiernos burgueses en quiebra como el de Maduro, ni mucho menos justificar las medidas represivas que requiere para mantenerse en el poder. El CICI asigna exclusivamente a la clase obrera venezolana, no al imperialismo ni a sus agencias locales, la tarea de derrocar el orden burgués reaccionario y establecer su propio gobierno.
La lucha por los derechos democráticos y la independencia política de la clase obrera
La actitud sin principios del PCO hacia cuestiones políticas esenciales como la defensa de los derechos democráticos y la lucha contra el fascismo queda expuesta en el contraste entre su enfoque de los recientes acontecimientos en Turquía y los de Brasil.
En Turquía, el PCO defiende la detención del candidato presidencial que lidera las encuestas 'independientemente de su mérito legal', alegando que permitirle ganar las elecciones 'constituiría un golpe de estado'. Sobre la misma base, legitima la brutal represión de las manifestaciones masivas y la abolición de los derechos democráticos como 'medidas defensivas' por parte del régimen de Erdogan.
En Brasil, por otro lado, el PCO salió en defensa del expresidente Jair Bolsonaro y su camarilla militar, quienes intentaron un golpe de estado en 2022-23. Ha atacado la denuncia de la conspiración fascista por parte del Grupo Socialista por la Igualdad brasileño, contra la cual escribió provocativamente: «Un golpe muy peculiar, sin manifestantes armados, sin milicias fascistas ni movilización de tropas. Es el golpe de estado pacífico que solo existe en la mente de la izquierda pequeñoburguesa».
El PCO ha desestimado la vasta evidencia contra los fascistas con excusas jurídicas que ni siquiera los propios abogados de los golpistas se atrevieron a presentar: el testimonio de participantes clave es 'chismes' y 'acusaciones sin corroborar', los mensajes telefónicos que revelan la ejecución del complot constituyen un 'ejercicio de libertad de expresión', y un documento descrito como las 'actas del golpe' discutidas entre Bolsonaro y los comandantes militares es un 'ejercicio académico'.
En su búsqueda de un frente unido con Bolsonaro y sus aliados, el PCO se refiere a los derechos legales con un lenguaje muy diferente al que utilizó en relación con Turquía. Menos de un mes antes de publicar su reciente ataque contra el WSWS, el PCO lanzó un llamado a una amnistía amplia para los participantes en la conspiración del 8 de enero. Concluyó: «La defensa de los derechos democráticos nunca debe tomar partido: exige que se reparen las ilegalidades, independientemente de quién las haya sufrido».
Las posiciones contradictorias del PCO son diferentes expresiones reaccionarias del mismo método político de maniobras sin principios en torno al Estado burgués.
Un factor importante detrás de la respuesta desorientada del PCO a los acontecimientos políticos en su propio país es que también ha sido blanco del Tribunal Supremo (STF, siglas en portugués), encargado de reprimir la crisis del Estado brasileño.
Como ha explicado el WSWS, ninguna de las facciones contendientes de la burguesía brasileña tiene una respuesta progresista a su crisis, y esta continúa su avance hacia formas autoritarias de gobierno bajo la administración del presidente Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT). La carrera hacia la derecha de todo el sistema político solo puede detenerse mediante el surgimiento de la clase trabajadora como una fuerza independiente.
Los trotskistas brasileños, al igual que el PSI turco, mantienen una defensa de principios de los derechos democráticos, esencial para la capacidad de la clase trabajadora de organizarse contra el capitalismo. Confían esta tarea no a la burguesía reaccionaria y sus instituciones en quiebra, sino a las propias masas trabajadoras.
Fiel a sus principios, el GSI se pronunció en contra de la censura estatal del PCO y defiende su derecho a expresar sus posiciones políticas, a pesar de discrepar fundamentalmente con ellas.
El PCO, por su parte, intenta sortear las crecientes dificultades que le impone la crisis capitalista buscando resquicios en el propio sistema político burgués: congraciándose con el gobierno del PT, junto con regímenes burgueses de otros países, sectores del ejército brasileño que comparten su ideología chovinista, o directamente con fascistas.
Trayectoria reaccionaria del PCO
Estas políticas son el resultado reaccionario de la trayectoria del PCO, cuyos orígenes se remontan a las operaciones oportunistas lideradas por Pierre Lambert en América Latina tras su ruptura con el CICI y el trotskismo.
En un documento sobre la historia del PCO, publicado con motivo de su 30.º aniversario, describen su ruptura con la Organización Socialista Internacionalista (OSI) brasileña en 1978 de la siguiente manera:
Esta ruptura se deriva de otra crisis en el movimiento trotskista internacional, con la división entre varios partidos latinoamericanos como Política Obrera (Argentina) y el Partido Obrero Revolucionario (Bolivia) y la organización francesa Organización Comunista Internacionalista (OCI), liderada por Pierre Lambert, debido a su abandono de las premisas más elementales del programa marxista. Sin embargo, esto no se produjo solo ni principalmente en el movimiento internacional.
El PCO nunca realizó una evaluación seria del desarrollo político de la corriente Lambert ni de qué constituyó su 'abandono de las premisas más elementales del programa marxista'. Tal análisis necesariamente llevaría a exponer las concepciones pablistas desarrolladas por Lambert y la OCI desde finales de la década de 1960.
La capitulación política de Lambert se manifestó de forma más contundente en la proclamación de que la Cuarta Internacional había sido efectivamente destruida por el pablismo y que debía ser “reconstruida”. La política de «reconstrucción» de Lambert del movimiento trotskista no implicó una lucha por asimilar y desarrollar los logros políticos de la lucha contra el revisionismo pablista. Por el contrario, significó liquidar dichos logros para que la OCI tuviera las manos libres para establecer relaciones sin principios con tendencias de cualquier origen.
La unificación con el POR boliviano y Política Obrera argentina ocupó un lugar central en las operaciones oportunistas de la OCI, lo que condujo a la fundación del Comité para la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CORQUI) en 1972. Lo que unía a los diferentes miembros de esta amalgama política no era un acuerdo programático e histórico, sino la necesidad común de dotar a sus prácticas oportunistas nacionales de una fachada internacional.
Al apropiarse ilegítimamente del prestigio ganado por el Comité Internacional en su inquebrantable lucha contra el revisionismo, la OCI encubrió criminalmente las traiciones que estas organizaciones cometieron contra la clase obrera latinoamericana.
Se adhirieron al POR precisamente en el momento en que el partido centrista liderado por Guillermo Lora —quien se había aliado con los pablistas en la escisión de 1953— estaba siendo desenmascarado por allanar el camino a la derrota de la Revolución boliviana a manos de la reacción fascista, al subordinar a la clase obrera al estado burgués encabezado por el general J.J. Torres. La política de “reconstrucción” de los lambertistas solo resultó en nuevas escisiones, amargas recriminaciones y desorientación política, sentando las bases para su liquidación en partidos y gobiernos burgueses, desde el Partido Socialista (PS) en Francia hasta el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil.
El reconocimiento del PCO de que los orígenes de su ruptura fundacional con la OCI no residieron “principalmente en el movimiento internacional” es sumamente revelador. Desde sus inicios, Causa Operária (nombre de su publicación desde 1979) ha definido su política exclusivamente en torno a cuestiones nacionales. Las relaciones “internacionales” entre el PCO, el PO y el POR se abandonaron sin ninguna evaluación, y cada organización se dedicó a su propia práctica nacional.
La pretensión del PCO de oponerse a la traición del lambertismo desde una perspectiva nacional significaba, de hecho, reafirmar la esencia misma de la degeneración pablista de Lambert.
La historia del PCO es fundamentalmente la de una tendencia dentro del Partido de los Trabajadores Brasileño (PT), y posteriormente en su órbita. En 1980, Causa Operária se unió al PT, siguiendo el ejemplo de la OSI lambertista y otras corrientes pablistas asociadas al Secretariado Unificado de Ernst Mandel y Nahuel Moreno en Argentina. Los pablistas fueron una de las principales tendencias responsables de desviar las luchas revolucionarias de la clase obrera brasileña que socavaron el régimen militar a finales de la década de 1970. Al promover a Lula y a su burocracia sindical como la dirección política legítima de la clase obrera, trabajaron para subordinar sus luchas al restablecimiento del orden burgués en Brasil.
Los líderes de la OSI se integraron casi de inmediato a la facción de Lula y ascendieron a altos cargos en la burocracia del PT, los sindicatos y el estado burgués. Causa Operária, si bien orientada hacia las mismas fuerzas, mantuvo una fachada radical. Finalmente, fue expulsado del PT en 1995 y se vio obligado a constituirse como un partido independiente.
Hasta la década de 2010, el PCO intentó presentarse como un opositor revolucionario a la dirección del PT. Se refirió a la burocracia sindical lulaísta y a las corrientes pequeñoburguesas que la apoyaban como una línea contrarrevolucionaria y burguesa en defensa del régimen político y de un estado burgués seminacionalista. Se presentó como defensor de la independencia de la clase trabajadora frente a la burguesía.
Pero el estallido de una enorme crisis del orden burgués brasileño y del propio PT, que condujo al impeachment (juicio político) de la presidenta Dilma Rousseff en 2016, llevó al PCO a un cambio radical. La desmoralización del PT y sus sindicatos entre la clase trabajadora y la pérdida de su capacidad para estabilizar el capitalismo brasileño desmantelaron por completo el marco de la política pseudorrevolucionaria del PCO. Surgió como un defensor abierto de Lula, el PT y el capitalismo nacional.
Como escribió el GSI brasilero en su respuesta anterior al PCO: “Las condiciones políticas que dieron origen a la actividad nacional oportunista del PCO y otras organizaciones pablistas se están derrumbando ahora bajo el impacto de la crisis capitalista y el avance de la guerra global”.
El nuevo ataque del PCO contra el WSWS se produce en medio de violentos cambios en la situación global que están impulsando estallidos masivos de la clase obrera internacional con implicaciones revolucionarias.
Mientras que el CICI lucha en todos los países para dar expresión consciente a los intereses independientes de la clase obrera, partidos como el PCO tienen objetivos diametralmente opuestos. Su postura nacionalista de izquierda pequeñoburguesa es solo una herramienta para impedir el surgimiento de la clase obrera como actor político independiente. Una vez que este proceso estalla, se posicionan cada vez más abiertamente del lado de la reacción burguesa.
Las cuestiones políticas planteadas por la crisis turca tienen implicaciones muy directas para los trabajadores brasileños. Como enfatizó la declaración del PSI, los problemas críticos que enfrenta la clase obrera se derivan de las contradicciones fundamentales de la era imperialista del capitalismo, exacerbadas por las últimas décadas de la globalización, y solo pueden resolverse en la lucha por la revolución socialista internacional.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 10 de junio de 2025)
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