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Las potencias de la OTAN se preparan para una guerra mundial: Ministros de defensa acuerdan el mayor rearme militar desde 1945

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, iniciando una cumbre de ministros de Defensa en la sede de la OTAN, Bruselas, 5 de junio [AP Photo/Virginia Mayo]

En su reunión del miércoles en Bruselas, los ministros de defensa de los 32 Estados miembros de la OTAN sentaron las bases para el mayor fortalecimiento militar en la historia de la alianza. El plan será adoptado en cuestión de semanas en la cumbre de la OTAN en La Haya (24-25 de junio). Esta cumbre bélica marcó un punto de inflexión en la preparación de una confrontación militar directa con Rusia y una devastadora escalada de la guerra global.

La cumbre tuvo lugar apenas unos días después de los ataques ucranianos más recientes con drones y misiles a gran escala contra aeródromos rusos, incluso en el interior del país. Estos ataques fueron casi con toda certeza planeados y coordinados con la OTAN y representan un paso más en la escalada de la guerra. Las decisiones tomadas en Bruselas tienen como objetivo expandir de forma masiva la capacidad militar de la OTAN precisamente para este tipo de escalada: una guerra directa contra Rusia. Como lo ha venido advirtiendo el World Socialist Web Site, esto conduce a una guerra abierta entre potencias nucleares y amenaza nada menos que con la aniquilación de la civilización humana. ( OTAN arriesga una catástrofe nuclear con ataque a aeropuertos rusos).

La decisión central fue la adopción de una nueva serie de “objetivos de capacidades” militares para la próxima década, basados en una evaluación exhaustiva de amenazas que apunta a expandir masivamente la preparación para el combate de la OTAN. Según el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, la alianza está dando “un enorme salto hacia adelante” para convertirse en una “alianza más fuerte, más justa y más letal”.

Los objetivos incluyen el despliegue de grandes formaciones de maniobra, defensas aéreas y antimisiles, armamento de largo alcance e infraestructura logística. Rutte dejó claro que cumplir estos objetivos requerirá un gasto militar sin precedentes: “Necesitaremos un gasto en defensa significativamente más alto. Eso lo sustenta todo”.

De hecho, el objetivo de gastar un 2 por ciento del PIB en defensa, acordado en la cumbre de la OTAN en Gales en 2014, ha quedado obsoleto. Rutte declaró sin rodeos que, frente a la producción armamentística rusa y el entorno de seguridad global, “el 2 por ciento no es suficiente”. El nuevo objetivo fijado por la OTAN se sitúa ahora en el 5 por ciento. En Bruselas, Rutte explicó que sería necesario gastar el 3,5 por ciento solo para alcanzar las capacidades y metas militares acordadas. Pero en total, al menos el 5 por ciento sería necesario para prepararse para la guerra. Dijo:

“Si un tanque no puede cruzar un puente, si nuestras sociedades no están preparadas en caso de que estalle una guerra, para un enfoque de conjunto de la sociedad, si no somos capaces de desarrollar realmente la base industrial de defensa, entonces el 3,5 por ciento está bien, pero no se puede realmente defender… Si se gasta alrededor del 3,5 por ciento en defensa básica, entonces claramente uno tiene que gastar al menos… el 5 por ciento en cuestiones de defensa”.

Aunque algunas de las potencias europeas prefieren guardar silencio sobre su compromiso con los nuevos objetivos —dado su enorme alcance y la gran oposición existente en la clase trabajadora—, el imperialismo alemán se muestra particularmente agresivo en adoptarlos. El ministro de defensa alemán, Boris Pistorius (SPD), dio la bienvenida a las nuevas metas y afirmó que Alemania, como economía más grande de Europa, asumiría un papel central para alcanzarlas. Alemania tradicionalmente asume la segunda mayor carga militar dentro de la OTAN, y ahora pretende expandir significativamente ese papel. Pistorius anunció que la Bundeswehr (fuerzas armadas) equiparía completamente todas sus divisiones y brigadas del ejército e invertiría masivamente en la fuerza aérea y la marina. Describió esta tarea como un “Kraftakt” generacional (una proeza hercúlea).

El presupuesto de guerra previsto por Alemania eclipsa cualquier cosa en la historia del país tras la Segunda Guerra Mundial. Con el “fondo especial” de 100.000 millones de euros desde 2022 y la adopción este año de un nuevo fondo adicional de 1 billón de euros, los presupuestos anuales de defensa están aumentando a pasos agigantados. Mientras políticos tanto del gobierno como de la oposición abogan por elevar el gasto militar al 5 por ciento del PIB, la clase dominante se prepara abiertamente para una guerra total. El 5 por ciento del PIB alemán equivaldría a unos 225.000 millones de euros anuales.

Esta militarización tiene implicaciones de gran alcance para la clase trabajadora. Pistorius no dejó duda de quién pagará la cuenta. En la radio pública, declaró cínicamente: “Este país no se puede defender con prestaciones sociales y educación”. El gobierno ya está desviando fondos originalmente destinados a fines sociales y medioambientales hacia armamento. La Unión Europea, por ejemplo, ha puesto a disposición fondos sobrantes de la recuperación por la pandemia de COVID para el gasto en defensa, reduciendo los presupuestos originalmente destinados al cambio climático y la inversión digital.

La estrategia de la OTAN no tiene como único objetivo a Rusia. Rutte señaló explícitamente un bloque creciente de “adversarios”: “Fíjense en lo que está ocurriendo entre China, Corea del Norte, Irán y Rusia…”. La ofensiva bélica tiene alcance mundial. El objetivo declarado de la OTAN es asegurar que sus fuerzas puedan combatir no solo ahora, sino también “en tres a cinco años” contra cualquier amenaza.

Por eso la OTAN está aumentando masivamente la producción industrial de armas, incluso en Europa, y está exigiendo “turnos adicionales” y nuevas líneas de producción. El Proceso de Planificación de Defensa de la OTAN ahora vincula explícitamente el fortalecimiento militar a la reestructuración económica. Una nueva ley de inversiones en Alemania acelerará las adquisiciones y expandirá la capacidad industrial. El gobierno también está introduciendo un nuevo tipo de “servicio militar voluntario”, modelado a partir del sistema sueco, para aumentar rápidamente las filas de la Bundeswehr.

Detrás de las proclamas sobre la “seguridad” y la “defensa de nuestro estilo de vida” se esconde una despiadada agenda imperialista. El capitalismo alemán está usando la guerra en Ucrania como una oportunidad para deshacerse de las últimas restricciones al uso de la fuerza militar que se imponían desde la caída del régimen nazi y reaparecer como la principal potencia militar de Europa. En otoño de 2023, Pistorius declaró que Alemania debía estar “lista para la guerra”. El líder de la CDU, Friedrich Merz, repitió este mensaje en su primer discurso ante el Bundestag como canciller, declarando: “La Bundeswehr será el ejército convencional más fuerte de Europa”.

Esta política, promovida desde hace tiempo por la extrema derecha, se ha convertido ahora en el programa oficial de toda la clase dominante. El demócrata cristiano Johann Wadephul y políticos de Alternativa para Alemania (AfD) llevan años exigiendo que se destine el cinco por ciento del PIB a defensa. Ahora, esto se ha convertido en política de Estado, respaldada tanto por los ministerios dirigidos por la CDU como por los del SPD.

La marcha insensata del gobierno alemán hacia la guerra cuenta de hecho con el apoyo de todos los partidos principales. Los Verdes, que en el pasado se autoproclamaban pacifistas, se han vuelto los defensores más fervientes del militarismo, aplaudiendo abiertamente el despliegue de la Bundeswehr contra Rusia.

El partido La Izquierda critica algunas de las medidas recientes, pero solo para encubrir y salvaguardar la agenda bélica del gobierno, al tiempo que intenta contener la oposición pública generalizada. Sin embargo, votó a favor de los créditos de guerra por valor de 1 billón de euros en el Bundesrat, y después desempeñó un papel clave para asegurar la rápida elección de Merz como canciller en el Bundestag.

Las consecuencias de esta ofensiva militarista serán catastróficas. La agenda de rearme significa que la clase dominante no solo hará la guerra en Europa, sino también contra los derechos sociales y democráticos de la clase trabajadora en el interior del país. Al igual que en los períodos previos a la Primera y Segunda Guerras Mundiales, las clases dominantes de Alemania, toda Europa y la OTAN responden a las crisis internas y las contradicciones internacionales con preparativos para la guerra y la dictadura.

Los trabajadores y la juventud deben sacar las conclusiones necesarias. La política de guerra de la OTAN solo puede ser detenida mediante la movilización política independiente de la clase trabajadora en toda Europa e internacionalmente, dirigida contra el sistema capitalista que engendra la guerra. La tarea urgente es la construcción de un movimiento socialista contra la guerra que una a trabajadores de todos los países sobre la base de un programa internacionalista común.

(Artículo originalmente publicado en inglés el 6 de junio de 2025)

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