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Blame, un documental: La defensa de la ciencia y los científicos contra la conspiración de la fuga del laboratorio de Wuhan

“La desinformación se ha convertido en un instrumento deliberado para atacar y desacreditar a científicos y profesionales de la salud con fines políticos.”

The Lancet, 18 de enero de 2025

El 18 de abril de 2025, la segunda administración Trump codificó la conspiración de la fuga del laboratorio de Wuhan en la política estatal oficial. Esta es la afirmación políticamente manipulada de que la COVID-19 comenzó como un escape accidental del Instituto de Virología de Wuhan [China].

Cartel de Blame [Photo]

Donald Trump armó la teoría cinco años antes, al inicio de la pandemia, pero desde entonces ha ganado apoyo bipartidista, con los demócratas bajo el liderazgo de Joe Biden contribuyendo a su propagación. Esta acusación alimenta el sentimiento antichino y sienta las bases para la guerra, como lo demuestra la advertencia del secretario de Defensa, Pete Hegseth, en el Diálogo de Shangri-La, de que China busca 'convertirse en una potencia hegemónica en Asia'.

Blame ( Culpa ), de Christian Frei, estrenada el 4 de abril de 2025 en la 56.ª edición del festival de cine Visions du Réel [Visiones de la Realidad] en Nyon, Suiza, supone una refutación crucial. El documental confronta frontalmente estas conspiraciones instrumentalizadas, exponiendo sus devastadoras consecuencias: la desfinanciación de la investigación científica, los despidos masivos y la difamación pública de los científicos. Blame es a la vez una defensa de la ciencia y una crítica mordaz al ataque político a la salud pública.

Frei aborda la narrativa de la fuga de laboratorio con precisión, profundidad emocional y una contranarrativa cuidadosamente elaborada. En el centro del documental se encuentran tres científicos —Linfa Wang, Zhengli Shi y Peter Daszak— cuya colaboración de décadas en el descubrimiento de virus y la prevención de pandemias se convierte en blanco de chivos expiatorios políticos y maniobras geopolíticas.

Linfa Wang, Zhengli Shi y Peter Daszak [Photo]

Blame requería más que rigor periodístico: exigía valentía. El rodaje comenzó semanas después del brote de Wuhan, en entornos políticamente tenso. Frei tuvo acceso íntimo a sus sujetos y construyó una narrativa no solo de lo sucedido, sino también de su importancia. Traza una línea directa entre la conspiración de la fuga del laboratorio y otras campañas de desinformación con tintes políticos, argumentando que ambas se basan en la misma arquitectura: el rechazo de la complejidad en favor de la culpa. La verdad se convierte en el enemigo.

“La complejidad pierde contra la conspiración”, escribe Frei. Pero Blame no admite esa pérdida. En cambio, reconstruye meticulosamente los hechos, preservando el interés emocional. A través de material de archivo, trabajo de campo y entrevistas profundamente personales, la obra funciona como microscopio y espejo: examina las raíces de las pandemias zoonóticas a la vez que reflexiona sobre una cultura oficial cada vez más hostil a la investigación científica.

Estructurada en cuatro capítulos —“La Era de las Pandemias”, “La Maldición de Cassandra”, “El Laboratorio Silencioso” y “Juego de Culpas”—, la película se transforma de crónica científica a caso probatorio. Frei comienza con el descenso de un dron en una vasta cueva de murciélagos: una inmersión metafórica y literal en los orígenes de las amenazas pandémicas. Aquí, conocemos a Wang, Shi y Daszak no como figuras controvertidas, sino como científicos cuyo trabajo sobre la propagación zoonótica ayudó a identificar a los murciélagos como reservorios de coronavirus. Advirtieron sobre las vulnerabilidades globales, pero el mundo, en gran medida, los ignoró.

Blame [Photo]

Entonces, el 31 de diciembre de 2019, un nuevo virus surge en Wuhan. Shi corre a su laboratorio, identifica la secuencia RaTG13 y publica sus hallazgos en cuestión de semanas. Frei presenta este período con urgencia, capturando la presión y el caos de la respuesta temprana. Pero su descubrimiento —una secuencia digital no relacionada con el SARS-CoV-2— se convierte en la semilla de la acusación. Lo que se pretendía como una contribución científica se transforma en sospecha.

El cambio es radical. La fragmentación visual refleja el desconcierto social: calles cerradas en China, la muerte del Dr. Li Wenliang, el cierre del Mercado de Mariscos de Huanan. En este ambiente de miedo e incertidumbre, conspiranoicos como el derechista Steve Bannon se aprovechan de las afirmaciones del Dr. Li-Meng Yan, virólogo de Hong Kong, para impulsar una agenda antichina. Cuando la administración Trump recorta la financiación de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EcoHealth, la película marca un punto de inflexión: la ciencia ya no es una investigación; se ha convertido en un terreno politizado.

Mercado de Mariscos de Huanan [Photo]

Frei resiste la tentación de refutar frases hechas con frases hechas. En cambio, construye una cronología forense utilizando fuentes primarias: informes internos, investigaciones revisadas por pares, comunicaciones de la OMS. La misión de la Fase Uno de la OMS a Wuhan se convierte en un momento crítico. Daszak, parte del equipo, relata su visita al mercado donde se vendía fauna silvestre. La película intercala testimonios con imágenes del mercado: puestos de carnicería, jaulas de animales y mostradores sucios. Ya no es una conjetura, sino documentación visual.

La película, de forma encomiable, da peso al trabajo de los virólogos evolutivos y reconocidos investigadores Michael Worobey y Kristian Andersen, quienes utilizaron datos de ubicación recopilados por la investigación de la Fase Uno de la OMS para identificar la esquina suroeste del mercado —donde se criaban perros mapaches— como el probable origen del brote. Sus estudios no se ofrecen como veredictos finales, sino como ejemplos del proceso científico. Frei insiste en que la ciencia no es narración. Es estructura, revisión y acumulación de evidencia. El proceso intenta aproximarse a la verdad objetiva con cada iteración. Y es al mercado de mariscos de Huanan a donde nos conduce la evidencia del origen de la pandemia de COVID.

El punto álgido emocional y temático llega en 'El Laboratorio Silencioso'. Frei nos lleva a las selvas tropicales de Tailandia, donde las cuevas de murciélagos rebosan de vida. Daszak se une al bloguero Philipp Markolin —cuyo reciente libro, Lab Leak Fever, publicado en Alemania, explora tanto la ciencia como las conspiraciones en torno a la pandemia— y a la periodista Jane Qiu, investigadora independiente reconocida por sus reportajes con gran profundidad y la única periodista que ha entrevistado a Zhengli Shi en dos ocasiones. Juntos, siguen a los investigadores de campo que recolectan muestras de guano y tejido, recordando a los espectadores que la investigación sobre pandemias no es abstracta: es física, minuciosa y, a menudo, peligrosa. 'No hay murciélagos malos', dice la narración. 'La naturaleza no conoce estos términos'.

Blame [Photo]

En esta sección, Frei también centra su atención en el coste que ha tenido la conspiración. '¿Cómo hemos llegado hasta aquí?', pregunta Daszak. Su frustración y angustia son evidentes. Qiu, dividida entre su compasión por Shi y su frustración con la imagen pública de Daszak, critica su comunicación 'polarizante', sugiriendo que podría haber exacerbado los ataques. Además, le preocupa que la película se considere otra pieza de propaganda. Markolin insta a la reflexión y la objetividad. Estas no son escenas de consenso, sino de ajuste de cuentas. Es un raro momento de desacuerdo honesto entre aliados, y Frei lo captura sin editorializar, confiando en que el espectador procese los matices.

Lo más convincente, en una videollamada, es que Shi, sin poder salir de China, habla con silenciosa angustia: 'En mi laboratorio no se hizo nada siniestro, irresponsable ni secreto. El principio rector no debería ser 'Culpable hasta que se demuestre su inocencia''. Su voz tiembla. Esto no es evasión; es desgarrador. Frei entonces, en defensa de Shi, vuelve a la mina de Mojiang y a RaTG13, la supuesta 'prueba irrefutable'. Aclara que se trataba de una secuencia digital, demasiado distante genéticamente para ser relevante. 'Una secuencia digital no puede escapar de un laboratorio', dice el narrador. En esta simple línea, disipa años de especulación viral y hace que las heridas causadas por estas peligrosas conspiraciones sean visualmente palpables.

Científicos chinos [Photo]

El capítulo final, 'Juego de culpas', se traslada a Washington, D.C., donde Daszak se prepara para testificar ante el Congreso. El entorno es estéril, el tono teatral. Frei yuxtapone la audiencia con una voz en off del columnista de Los Angeles Times, Michael Hiltzik: 'Un espectáculo de payasos... poses llenas de saliva por parte de miembros que no tenían ni idea de lo que estaban hablando'. Sería gracioso si no fuera tan peligroso. Más de dos años de caza de brujas contra científicos y la promoción de la teoría de la fuga de laboratorio, a pesar de la ausencia de una sola prueba concreta, no han sido solo obra de los republicanos. Los demócratas, lejos de resistirse, han marchado al unísono, otorgando legitimidad bipartidista a una campaña que ha socavado la confianza pública en la ciencia y ha puesto en peligro a quienes la practican.

Peter Daszak [Photo]

La cámara de Frei no se inmuta. Captura no solo la furia desatada por estos bufones de legisladores, sino también el cansancio en el rostro de Daszak: el precio de ser convertido en un símbolo. Los ataques son personales, pero sus implicaciones son estructurales. Si se puede arrastrar a los científicos ante el Congreso basándose en desinformación, ¿qué pasa con la ciencia? ¿Qué tipo de ciencia se perderá? La imagen de un apretón de manos de felicitación entre el triunfante fascista Trump y el fanático antivacunas Robert F. Kennedy Jr. ofrece una respuesta contundente.

Donald Trump y Robert F. Kennedy Jr. [Photo]

En el tren de regreso a Nueva York, Daszak viaja solo. La voz de Shi regresa, comparando el espectáculo con los juicios-espectáculo de la Revolución Cultural. '¿No deberían los científicos decidir qué ciencia se financia?', pregunta. 'Es geopolítica antichina', responde Daszak. Tranquilo. Definitivo.

Al final de la película, la EcoHealth Alliance está en crisis. Su financiación se ha agotado. Se avecinan demandas. Daszak advierte de nuevo: se estima que hay 800.000 virus desconocidos en la fauna silvestre que podrían suponer un riesgo para los humanos. El mensaje es escalofriante: los mismos sistemas diseñados para prevenir la próxima pandemia se están desmantelando no por fracaso, sino por inconvenientes políticos.

Blame [Photo]

Blame no es solo un documental. Es un informe de campo. Un estudio de caso. Un ajuste de cuentas moral. Frei no ofrece melodrama ni villanos fáciles. Sus protagonistas no son santos ni mártires, sino científicos, profesionales comprometidos con la comprensión y la protección de la vida. Pero la vorágine política que rodea la teoría de la fuga de laboratorio los ha dejado maltrechos. Zhengli Shi sigue confinada en China, con su reputación manchada por la sospecha. Peter Daszak enfrenta amenazas a su seguridad, la ruina financiera y el desmantelamiento de la obra de su vida. Además, innumerables científicos cuestionan cada propuesta de investigación, atormentados por el temor de que su trabajo sea tergiversado, sus motivos cuestionados y sus carreras trastocadas. El daño no es solo personal; socava los cimientos de la investigación científica.

El gran logro de Frei es restaurar la complejidad sin perder claridad. Cada fotograma, cada cita, cada detalle científico se construye hacia un punto único: la mayor amenaza para la salud pública quizá no sea un virus, sino los sistemas que distorsionan la verdad para obtener rédito político. Al final, una cosa está clara. El escándalo no está en un laboratorio chino. Está en los pasillos del poder, donde la ignorancia se convierte en un arma y la ciencia es silenciada. Culpar no es solo una defensa de los científicos; es una defensa de la idea misma de que la verdad sigue importando.

Como una de las pocas voces del cine que ha salido a desafiar la conspiración política, es un logro notable y merece una amplia difusión. Blame se encuentra actualmente de gira por el circuito de festivales y se espera que su lanzamiento más amplio sea en el otoño de 2025.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de junio de 2025)

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