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Perspectiva

Estados Unidos exige que sus aliados asiáticos se preparen para una guerra “inminente” con China

Durante el Diálogo Shangri-la anual el fin de semana pasado, el secretario de Defensa de los Estados Unidos, Pete Hegseth, exigió a sus aliados y socios militares en todo el Indo-Pacífico que aceleren dramáticamente sus preparativos militares y se pongan en pie de guerra contra China.

Hegseth denunció la “agresión de la China comunista”, declarando que estaba tratando de “convertirse en una potencia hegemónica en Asia”. Concentrándose en Taiwán en particular, advirtió que cualquier intento chino de invadir la isla “tendría consecuencias devastadoras para el Indo-Pacífico y el mundo. No hay por qué maquillarlo. La amenaza que representa China es real. Y podría ser inminente”.

El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, se pronuncia durante la cumbre 22ª del Diálogo Shangri-La en Singapur, 31 de mayo de 2025 [AP Photo/Anupam Nath]

Presentándose como paladines de la paz, Hegseth y el Gobierno de Trump en su conjunto ponen la realidad de cabeza. Como ha ocurrido repetidamente durante más de un siglo, el imperialismo va a la guerra bajo la bandera de la “paz” y emprende una carrera armamentista masiva bajo el pretexto de la “disuasión”.

No es China, sino el imperialismo estadounidense, el que ha librado tres décadas de invasiones ilegales y guerras en un intento desesperado por mantener su hegemonía global. A medida que intensifica su guerra contra Rusia en Ucrania y respalda plenamente la guerra bárbara de Israel en Gaza, la Administración fascista de Trump, acosada por intratables crisis económicas y políticas en el país, se está precipitando en un conflicto con China, a la que considera la principal amenaza para el dominio estadounidense.

Hegseth declaró: “El presidente Trump fue elegido para implementar ‘America First’ [Estados Unidos Primero] en el escenario mundial”. El significado de esta consigna se está volviendo rápidamente claro. Lejos de ser eventos aislados, las guerras en Europa y Oriente Próximo se están fusionando con los planes de guerra de Washington en Asia en un conflicto global que involucra a potencias con armas nucleares.

La única “paz” que busca Trump es la fantasía megalómana de un mundo totalmente subordinado a los intereses del imperialismo estadounidense. Ese es el contenido de su consigna “Hacer a Estados Unidos Grande Otra Vez”, que recuerda el himno nazi “Deutschland, Deutschland über alles, über alles in der Welt” (Alemania, Alemania sobre todo, sobre todo en el mundo).

El Gobierno de Trump ya está asestando golpes a sus aliados de la OTAN en Europa para obligarlos a aumentar el gasto militar y asumir una mayor parte de la escalada de la guerra contra Rusia en Ucrania. El último ataque militar, que destruyó bombarderos estratégicos en el interior de Rusia, no pudo haber tenido lugar sin la participación activa del Pentágono y los cuarteles generales de la OTAN.

“Y a medida que nuestros aliados comparten la carga [en Europa], podemos enforcarnos más en el Indo-Pacífico, nuestra zona prioritaria”, dijo Hegseth a los líderes políticos y militares reunidos en Singapur. “Pedimos, y de hecho, insistimos en que nuestros aliados y socios [en Asia] hagan su parte en materia de defensa”, dijo, dejando en claro que habría “conversaciones incómodas y difíciles” con cualquier país que no se alineara.

La campaña de guerra de la Administración de Trump contra China no surgió de la nada. Fue la Administración de Obama la que inició el “pivote hacia Asia”, destinado a socavar la influencia diplomática china en la región, socavar su economía y prepararse para la guerra. El objetivo de Obama de estacionar el 60 por ciento del poder naval y aéreo de Estados Unidos en el Indo-Pacífico para 2020 se logró hace tiempo.

Los Gobiernos anteriores de Trump y Biden solo intensificaron la confrontación con China en lo que ahora es una guerra económica y comercial abierta, junto con una carrera armamentista y una escalada de provocaciones diplomáticas y militares que amenazan con precipitar un conflicto militar abierto.

Cuando mencionaba otros puntos críticos para la guerra en Asia, Hegseth se centró en el más sensible, Taiwán, declarando que el presidente chino Xi Jinping se estaba preparando para una invasión de Taiwán en 2027. En realidad, el Gobierno chino siempre han insistido en que Taiwán es territorio chino soberano, y ha sido reconocido como tal desde la década de 1970 por la mayoría de los países a nivel internacional, incluido Estados Unidos, bajo la “política de una sola China”.

Sin embargo, durante la última década, los Gobiernos de Trump y Biden han socavado sistemáticamente los protocolos diplomáticos y militares de la “política de una sola China”, sabiendo muy bien que cualquier declaración de independencia taiwanesa o el regreso de las tropas estadounidenses a la isla podría precipitar la guerra. Así como Estados Unidos y la OTAN incitaron a Rusia a invadir Ucrania increpando en las fronteras rusas, la Administración de Trump está tratando de provocar una invasión china de Taiwán, poniendo a la isla, paso a paso, bajo el dominio estadounidense.

En Singapur, Hegseth se jactó de los avances en la tecnología militar estadounidense y su integración de aliados y socios estratégicos asiáticos en los planes de guerra de Washington a través de juegos de guerra conjuntos expandidos, acuerdos para instalar bases militares, programas de investigación y desarrollo en tecnología militar e industrias militares. Los temas incluyeron:

  • El primer despliegue en el extranjero este año del sistema móvil de misiles antibuque NMESIS utilizado por el 3er Regimiento Litoral de Infantería de Marina, “una de las formaciones militares más capaces y letales de los EE.UU.”, en ejercicios conjuntos en Filipinas. Los juegos de guerra, que también incluían a las Fuerzas de Operaciones Especiales de los Estados Unidos, se llevaron a cabo en las estratégicas islas Batanes en el estrecho de Luzón entre Filipinas y Taiwán.
  • A finales de este año, el Ejército de los Estados Unidos llevará a cabo una prueba de fuego real de su sistema de capacidad de rango medio en Australia. Esta será la primera vez que este armamento que tiene un alcance de hasta 2.500 kilómetros será probado en suelo extranjero. Australia será la sede de los ejercicios militares Talisman Sabre más grandes de la historia, en los que participarán más de 30.000 militares de 19 naciones.
  • Dentro del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad o “Quad” (Estados Unidos, Australia, Japón e India) EE.UU. están “liderando una iniciativa llamada Red Logística del Indo-Pacífico, que permite a los socios del Quad aprovechar las capacidades logísticas compartidas en el Indo-Pacífico”.
  • Estados Unidos también está presionando para que se establecer “una base industrial de defensa integrada” que pueda suministrar una guerra liderada por Estados Unidos contra China. Ha formado la Asociación para la Resiliencia Industrial del Indo-Pacífico (PIPIR) que involucra a 14 aliados y socios de EE.UU. “para fortalecer la resiliencia industrial, expandir nuestra capacidad y acelerar las entregas”.  

Sin embargo, Hegseth insistió en que la extensa acumulación militar en toda la región está lejos de ser suficiente. Así como Estados Unidos exige que sus aliados de la OTAN aumenten drásticamente el gasto militar al 5 por ciento del PIB, también está pidiendo a sus aliados y socios en el Indo-Pacífico que hagan lo mismo.

Además, subrayó que los Gobiernos de toda Asia tenían que poner fin a sus intentos de maniobrar entre Estados Unidos y China, que es el mayor socio comercial de prácticamente todos los países de la región. Cuidado con la tentación, dijo, de buscar “tanto la cooperación económica con China como la cooperación en defensa con Estados Unidos”.

La Administración de Trump está utilizando el arma económica de los aranceles no solo contra China, sino también como medio para aporrear a los Gobiernos del Asia-Pacífico para alinearse militarmente contra Beijing y aceptar una carga mucho mayor de los costos de la guerra.

Ver la espiral hacia la guerra en el Indo-Pacífico simplemente como producto del fascista Trump sería pasar por alto la profundidad de la crisis económica y política global centrada en los Estados Unidos—una crisis que produjo a Trump—.

El imperialismo estadounidense abrazó a China en la década de 1970 como un medio para socavar a la Unión Soviética y como una fuente aparentemente interminable de mano de obra barata, siempre y cuando sus manufacturas se limitaran a productos de baja tecnología. La mera expansión de la economía china para convertirse, según algunas medidas, en la más grande del mundo amenaza con eclipsar a Estados Unidos, incluso en una gama de campos de alta tecnología como la electrónica, la tecnología verde, los vehículos eléctricos y la inteligencia artificial.

La Administración de Trump está decidida a evitar por todos los medios disponibles, incluso militares, que China supere económicamente a los Estados Unidos. Busca bloquear a China cuanto antes, incluso si corre el riesgo de envolver a la región y al mundo en una conflagración nuclear. Frente al creciente descontento popular y la oposición en el país a sus ataques a los derechos democráticos y sociales, el Gobierno estadounidense se ve impulsado imprudentemente a expandir a Asia las guerras que ya están en marcha en Europa y Oriente Próximo como medio para proyectar tensiones sociales extremas hacia el exterior contra enemigos extranjeros.

Hegseth acaba de notificar a los aliados y socios de Estados Unidos en el Indo-Pacífico que se alineen con Washington para hacer todos los preparativos necesarios para la guerra contra China.

La clase trabajadora en toda la región e internacionalmente debe sacar las conclusiones políticas necesarias. Lo que está exigiendo Washington implica una duplicación o más del gasto militar e incursiones mucho más profundas en las condiciones de vida de los trabajadores, que no se pueden imponer democráticamente.

Por lo tanto, la lucha política para detener la caída hacia la guerra mundial está íntimamente relacionada con la lucha por defender los derechos democráticos y sociales básicos. Lo que se requiere es la construcción de un movimiento internacional y socialista unificado de la clase trabajadora dirigido a derrocar el sistema capitalista, que es la fuente de la guerra, la desigualdad social y el fascismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 3 de junio de 2025)

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