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Perspectiva

85 años desde el intento de asesinato de León Trotsky el 24 de mayo de 1940

Hace ochenta y cinco años, en la madrugada del 24 de mayo de 1940, se intentó asesinar a León Trotsky, el gran revolucionario marxista y colíder junto a Vladimir Lenin de la Revolución rusa de octubre de 1917. Esta conspiración fallida fue seguida por un ataque exitoso a manos de Ramón Mercader, un agente la policía secreta estalinista (GPU), el 20 de agosto de 1940.

León Trotsky después del intento de asesinato del 24 de mayo de 1940

Alrededor de las 4:00 a.m. del 24 de mayo de 1940, un escuadrón de aproximadamente 20 asesinos estalinistas liderados por el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros fue admitido en la villa de Trotsky en Coyoacán por el guardia de turno, Robert Sheldon Harte, un joven miembro del Socialist Workers Party (SWP; Partido Socialista de los Trabajadores). El partido estaba a cargo de la seguridad de Trotsky. Disfrazados de policías y armados con ametralladoras, rifles automáticos y bombas incendiarias, los asesinos se dividieron en dos grupos, uno encargado de matar a Trotsky y el otro de atacar a la guardia de Trotsky. También intentaron destruir el archivo de Trotsky, incluido el manuscrito incompleto de su biografía de Stalin.

En un artículo publicado poco después del ataque, titulado “Stalin busca mi muerte”, Trotsky relató los horribles acontecimientos de esa mañana:

Mi esposa ya había saltado de la cama. El tiroteo continuaba sin cesar. Mi esposa después me contó que me ayudó a tirarme al suelo, empujándome al espacio que queda libre entre la cama y la pared. Era cierto. Se quedó de pie, al lado de la pared, como para protegerme con su cuerpo. Pero con murmullos y gestos la convencí de que se tirara al suelo. Los tiros venían de todas partes; era difícil decir exactamente de dónde. En determinado momento mi esposa, como me dijo luego, pudo distinguir claramente el resplandor de un arma disparando; nos disparaban desde la misma habitación, aunque no podíamos ver a nadie. Mi impresión es que en total se dispararon unos doscientos tiros, de los cuales unos cien cayeron justo a nuestro lado. Las astillas de vidrio de los cristales de las ventanas y las virutas de las paredes volaban en todas direcciones. Poco después sentí que tenía dos heridas leves en la pierna derecha.

La recámara de Trotsky en la villa en Coyoacán, México, llena de hoyos de balas tras el ataque del 24 de mayo de 1940

Después de haber pasado por la Revolución rusa y la posterior guerra civil, Trotsky estaba familiarizado con los disparos. Él y Natalia mantuvieron la compostura y se tumbaron en el suelo mientras las balas pasaban volando por sus cuerpos. Milagrosamente, no murió ni resultó gravemente herido. Trotsky recordó que poco después de que los asesinos salieran de la habitación, su nieto Seva, de 14 años, gritó.

La voz del niño en la oscuridad bajo los disparos sigue siendo el recuerdo más trágico de esa noche. El niño, luego de que los primeros tiros cruzaran diagonalmente su cama (como lo demuestran las marcas que quedaron en la puerta y la pared), se tiró debajo de la cama. Uno de los asaltantes, aparentemente en pánico, disparó hacia la cama, la bala atravesó el colchón, dio con el pulgar de nuestro nieto y quedó incrustada en el suelo. Los asaltantes lanzaron dos bombas incendiarias y salieron del dormitorio de nuestro nieto. Llorando, “¡Abuelo!”, los siguió corriendo hasta el patio, dejando tras de él un rastro de sangre y, en medio tiroteo, se metió en la habitación de uno de los guardias.

Natalia Sedova, León Trotsky y su nieto Seva, 1939

Los asesinos conocían el diseño preciso del complejo de Trotsky y fueron claramente asistidos por agentes desde dentro. Robert Sheldon Harte huyó de la escena con los asesinos, lo que generó sospechas de que estaba involucrado en la conspiración. Un mes después, el 25 de junio de 1940, el cuerpo de Harte fue encontrado en una fosa, cubierto de cal y con dos balas en la nuca. Trotsky, al carecer de información suficiente, no tenía forma de llegar a ninguna conclusión sobre si Harte era un agente. Pero en los años y décadas siguientes, se acumularon más pruebas y la publicación de los archivos de la GPU tras la disolución de la Unión Soviética en 1991 demostró que Harte era un agente estalinista y desempeñó un papel fundamental en el intento de asesinato del 24 de mayo.

Además de Harte, había un agente aún más importante en la guardia de Trotsky, como lo confirmarían documentos posteriormente. Mientras se desarrollaba el ataque, las armas de todos los guardias de Trotsky se atascaron por tener la munición equivocada. El jefe de seguridad responsable de las municiones era el miembro del SWP, Joseph Hansen, quien más tarde informó al FBI que había estado en contacto con la GPU desde 1938.

El intento de asesinato de León Trotsky el 24 de mayo de 1940 tuvo lugar en el contexto de las etapas iniciales de la Segunda Guerra Mundial, que habían estallado solo ocho meses antes, el 1 de septiembre de 1939. La batalla por Francia estaba en marcha, y las fuerzas francesas se rindieron ante los nazis el 22 de junio de 1940.

Iósif Stalin en 1943 [AP Photo]

El asesinato de Trotsky el 20 de agosto de 1940 fue el crimen político más consecuente del siglo XX. Marcó la culminación de una ola global de terror desatada por Iósif Stalin en la década de 1930, cuando la burocracia estalinista se transformó en una fuerza abiertamente contrarrevolucionaria. Como jefe de la burocracia soviética que había usurpado el poder a la clase obrera, Stalin estaba decidido a destruir toda oposición a su régimen dictatorial tanto dentro como fuera de la Unión Soviética.

En la URSS, el primer juicio de Moscú de agosto de 1936 inició el Gran Terror, una guerra emprendida por la burocracia estalinista contra la clase obrera socialista revolucionaria y la intelectualidad. Entre 1936 y 1939, Stalin asesinó prácticamente a toda la dirección de la Revolución de Octubre, junto con cientos de miles de socialistas, intelectuales marxistas y trabajadores. A nivel internacional, la Tercera Internacional (Comintern) controlada por los estalinistas traicionó conscientemente la guerra civil española de 1936-39, asesinando a miles de oponentes de izquierda, socialistas y anarquistas, incluido el secuestro, la tortura y el asesinato de Andreu Nin, líder del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista).

La Cuarta Internacional dirigida por Trotsky fue siempre el blanco principal de esta campaña global de terror político. Después de la muerte de Lenin, Trotsky lideró la defensa de los principios internacionalistas sobre los que se había fundado la Unión Soviética, librando una lucha implacable contra la burocracia estalinista y su programa nacionalista de “socialismo en un solo país”. Los Juicios de Moscú acusaron falsamente a Trotsky y sus partidarios de conspirar para asesinar a Stalin y otros líderes soviéticos, colaborando con potencias extranjeras, incluida la Alemania nazi, y con el objetivo de restaurar el capitalismo en la URSS. Antes del asesinato de Trotsky, la GPU organizó los asesinatos de varias figuras destacadas del movimiento trotskista. El agente Mark Zborowski (alias Etienne) estuvo en el centro de cada asesinato. Las víctimas incluyeron:

  1. Erwin Wolf, uno de los secretarios políticos de Trotsky, asesinado por la GPU en España en el verano de 1937
  2. Ignace Reiss, un desertor del estalinismo que declaró su adhesión a la Cuarta Internacional, asesinado por la GPU en Suiza en septiembre de 1937
  3. León Sedov, hijo y copensador de Trotsky, que murió en circunstancias dudosas en una clínica de París el 16 de febrero de 1938. Todas las pruebas apuntan a su asesinato por la GPU
  4. Rudolf Klement, secretario de la Cuarta Internacional, secuestrado en París en julio de 1938 y asesinado por la GPU. Su cuerpo desmembrado fue hallado en el río Sena
Los secretarios de Trotsky, Rudolf Klement y Erwin Wolf, el desertor de la GPU, Ignace Reiss, y el hijo y más cercano colaborador de Trotsky, León Sedov, todos asesinados por la GPU [Photo]

Para 1939, Trotsky era el último líder sobreviviente de la Revolución rusa. Después de haber sido expulsado del Partido Comunista Ruso (PCR) en noviembre de 1927 y obligado a exiliarse de la Unión Soviética en febrero de 1929, la vida de Trotsky estaba continuamente en peligro. Viviendo, como Trotsky describió, en “un planeta sin visa”, los primeros ocho años de exilio se pasaron en Turquía, Francia y Noruega. Se vio obligado a abandonar Europa después de que Stalin iniciara el régimen de terror y solo el Gobierno nacionalista radical de Lázaro Cárdenas le concedió asilo en México en diciembre de 1936, tras una solicitud del muralista socialista y simpatizante de Trotsky, Diego Rivera.

A pesar del aislamiento de Trotsky, Stalin continuó viéndolo como su oponente más peligroso. Especialmente en condiciones de una nueva guerra imperialista, el potencial revolucionario del movimiento trotskista para llegar a una audiencia masiva estuvo siempre presente. Este peligro que perseguía a Stalin fue descrito acertadamente en 1937 por el revolucionario Victor Serge, usando el cariñoso nombre de “Viejo” para Trotsky:

Mientras viva el Viejo, no habrá seguridad para la burocracia triunfante. Permanece una mente de la revolución de octubre viva, y es la mente de un verdadero líder. Con el primer choque, las masas se orientarán hacia él. En el tercer mes de una guerra, cuando comienzan las dificultades, nada impedirá que toda la nación recurra al “organizador de la victoria”.

Stalin concluyó que mantener su poder y prevenir la revolución era necesario que Trotsky fuera asesinado. Como lo han establecido investigaciones recientes, el complot para asesinar a Trotsky en México se concretó por primera vez en la primavera de 1939, y agentes de la GPU inundaron la ciudad el año siguiente. Un papel crítico en la preparación del ataque del 24 de mayo fue desempeñado por el Partido Comunista Mexicano (PCM), que celebró un Congreso Extraordinario en marzo de 1940 cuyo tema central fue el exterminio del trotskismo. El PCM contaminó la opinión pública en los meses previos al ataque con denuncias venenosas de Trotsky en su órgano oficial La Voz de México, así como las publicaciones El Popular y Futuro que influenciaban. Los principales organizadores del ataque, David Alfaro Siqueiros, su hermano Alfredo Siqueiros, Antonio Pujol y Pedro Zúñiga Camacho eran todos miembros del PCM.

David Alfaro Siqueiros

En Moscú, el fracaso del ataque del 24 de mayo fue visto como un desastre político. Según el exgeneral soviético e historiador ruso Dmitri Volkogonov, “la noticia del fracaso del intento de asesinato enfureció a Stalin”, lo que lo llevó a decidir que “ahora todo había quedado en manos de un solo agente instalado desde hace mucho tiempo en México, y que se estaba preparando para llevar a cabo su misión”.

El 26 o 27 de mayo de 1940, ese agente, Ramón Mercader (alias Jacques Mornard y Frank Jacson) recibió por primera vez la tarea propiamente de asesinar a Trotsky. En la mañana del 28 de mayo, fue presentado a Trotsky por Sylvia Ageloff, miembro del SWP que desde 1938 había servido como enlace de Mercader con el movimiento trotskista. Como se documenta meticulosamente en la serie de 2021 de Eric London, “ Sylvia Ageloff y el asesinato de León Trotsky ”, durante los próximos tres meses Mercader y Ageloff conspiraron con sus manejadores de GPU con sede en la ciudad de Nueva York y la ciudad de México para llevar a cabo el asesinato.

Ramón Mercader en custodia tras el ataque mortal a Trotsky

Públicamente, la prensa estalinista profundizó su campaña de calumnias contra Trotsky, retratando absurdamente el intento de asesinato del 24 de mayo como un “autoasalto” organizado de alguna manera por el propio Trotsky. Esta descarada mentira fue repetida por la prensa burguesa mexicana y otros medios de comunicación a nivel internacional, a pesar de la total falta de pruebas. En respuesta a estas calumnias, Trotsky encabezó una vigorosa campaña para exponer la conspiración estalinista contra su vida. En un artículo que escribió después del asesinato de Trotsky, titulado “Padre e hijo”, Natalia Sedova recordó el período posterior al atentado del 24 de mayo:

Al mismo tiempo, Lev Davidovich [Trotsky] estaba participando en la investigación del caso del 24 de mayo. Su ritmo perezoso preocupaba excesivamente a LD. Siguió los acontecimientos con paciencia e incansablemente, explicando las circunstancias del caso al tribunal y a la prensa, haciendo esfuerzos sobrehumanos para refutar las mentiras evidentes y desesperadas o las equivocaciones maliciosas, haciendo todo esto con la intensa perspicacia que le era peculiar, y sin permitir que un solo detalle escapara a su atención. Asignó la importancia adecuada a cada cosa, y las entretejió todas en un solo relato.

El 8 de junio de 1940, Trotsky publicó su primera declaración sobre el ataque, titulada “Stalin quiere mi muerte”. Refutando las afirmaciones del “autoasalto”, Trotsky señaló:

El hecho de que por accidente haya fallado el atenta­do, tan cuidadosa y hábilmente preparado, constituye un serio golpe para Stalin. La GPU debe rehabilitarse ante él. Stalin tiene que demostrar su poder. Es inevitable que el atentado se repita.

El artículo documentó las viciosas denuncias públicas contra Trotsky por parte de los dirigentes estalinistas mexicanos antes del intento de asesinato, incluidos Vicente Lombardo Toledano, fundador y líder de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), y Hernán Laborde Rodríguez, exlíder del Partido Comunista Mexicano (PCM), quien a pesar de oponerse al complot de asesinato seguía siendo un estalinista leal. Concluyendo la declaración, Trotsky escribió:

Por eso quiero dejar aclarado que vivo en esta tierra por una verdadera excepción. En esta época reaccionaria un revolucionario se ve obligado a nadar contra la corriente. Lo hago lo mejor que puedo. La presión de la reacción mundial se expresa de la manera tal vez más implacable en mi suerte perso­nal y la de aquellos que me están más próximos. De ninguna manera lo considero un mérito mío; es simplemente una consecuencia de la combinación de determinadas circunstancias históricas. Pero cuando gente de la calaña de Toledano, Laborde et al me acusan de 'contrarrevolucionario' puedo dejar tranquilamente que hablen; la historia dará su veredicto final.

Vicente Lombardo Toledano en 1938

En una declaración del 17 de agosto de 1940, “La Comintern y la GPU”, publicada solo tres días antes de su asesinato, Trotsky elaboró estos temas, mientras montaba una defensa legal de sí mismo y una mayor exposición del complot estalinista para asesinarlo.

Tras la muerte de Trotsky, el SWP no llevó a cabo ninguna investigación sostenida. Durante décadas, el partido guardó silencio sobre el asunto, sin investigar las dudosas conexiones entre Ageloff y Mercader, así como la red más amplia de agentes de la GPU que se habían infiltrado en el movimiento trotskista y permanecieron en sus puestos, incluidos Mark Zborowski en París, Sylvia Caldwell en la ciudad de Nueva York, Joseph Hansen en la Ciudad de México y más. En los juicios sobre espionaje soviético de la década de 1950 y principios de 1960, que revelaron las maquinaciones de Zborowksi, los hermanos Sobolevicius (Jack Soble, alias Senin; y Robert Soblen, alias Roman Well), Sylvia Caldwell (nombre partidario utilizado por Sylvia Franklin) y otros, el SWP mantuvo un silencio sepulcral en su prensa.

No fue hasta 1975, hace exactamente 50 años este mes, que el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) inició la primera investigación exhaustiva sobre el asesinato de Trotsky, bajo el título Seguridad y la Cuarta Internacional. Esta investigación descubrió numerosos hechos ocultos y reunió todas las pruebas disponibles sobre el asesinato y la red de agentes estalinistas involucrados en la conspiración.

Los agentes estalinistas involucrados en el asesinato de Trotsky. Arriba: Mark Zborowski, Sylvia Callen, los hermanos Jack y Robert Soblevicius; abajo: Robert Sheldon Harte; Sylvia Ageloff; Thomas L. Black

Entre los hechos más importantes se encontraban aquellos que arrojaban luz sobre el papel desempeñado por Zborowski, Hansen, Harte, Caldwell y otros cuya historia real había sido encubierta o ignorada durante décadas. Para entonces, el SWP, bajo la dirección de Hansen, había abandonado el trotskismo. A través de solicitudes en virtud de la Ley de Libertad de Información (FOIA, por sus siglas en inglés), la investigación de Seguridad se enteró de que a partir del 31 de agosto de 1940, Hansen había establecido relaciones con el FBI, convirtiéndose rápidamente en un doble agente al servicio del imperialismo estadounidense. A partir de finales de la década de 1950, Hansen supervisó la transformación del SWP en un partido antitrotskista inundado de agentes policiales, lo que facilitó la reunificación sin principios con los pablistas en junio de 1963.

La respuesta a Seguridad y la Cuarta Internacional por parte del SWP y todas las diversas tendencias pablistas consistió en un encubrimiento cada vez más profundo de la verdad detrás del asesinato de Trotsky. Todos denunciaron continuamente la investigación como una “pesca provocadora de agentes”, mientras defendían a agentes confirmados como Harte, Hansen, Caldwell e incluso Zborowski. En una declaración pública, acusaron al CICI de “profanar la tumba de Robert Sheldon Harte”.

Para ese entonces, todas las acusaciones hechas por el CICI habían sido sólidamente corroboradas y solo se han confirmado aún más, como por la publicación de los cables de espionaje soviéticos (“Los documentos de Venona”) después de la disolución estalinista de la URSS en 1991. A pesar de las pruebas definitivas de que Harte, Franklin y otros eran agentes de la GPU, el SWP y otras organizaciones pablistas nunca han admitido la veracidad de la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional y, de hecho, continúan falsificando el registro histórico. Hasta el día de hoy, un monumento a Harte permanece en el Museo Casa de León Trotsky en Coyoacán, controlado políticamente por los pablistas, que continúan honrando la memoria de este agente comprobado.

En los próximos meses, el CICI y el World Socialist Web Site conmemorarán el 50º aniversario del inicio de la Seguridad y la Cuarta Internacional, presentando el vasto conjunto de pruebas recopiladas por la investigación y las conclusiones políticas de gran alcance que deben extraerse. Este legado, íntimamente ligado a la lucha central del siglo XX, la lucha entre el trotskismo y el estalinismo, es indispensable para la educación política de una nueva generación de socialistas que entran hoy en la política revolucionaria.

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Para obtener otro relato detallado del ataque del 24 de mayo, lea la parte 3 del ensayo de David North “El último año en la vida de Trotsky”, que también se incluye (en inglés) en el volumen Leon Trotsky and the Struggle for Socialism in the Twenty-First Century, disponible para su compra en Mehring Books.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de mayo de 2025)

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