El presidente y aspirante a dictador de Estados Unidos, Donald Trump, se reunió el miércoles por la mañana en Riad con el líder sirio Ahmed al-Sharaa. Durante la reunión, Trump elogió al jefe de Hayat Tahrir al-Sham, un grupo que se originó como afiliado de al-Qaeda, como un “chico joven y atractivo. Tipo duro. Con un pasado muy rudo. Un fuerte pasado. Un luchador”.
Hasta hace solo unos meses, el Gobierno de los Estados Unidos tenía una recompensa de $10 millones por Al Sharaa, el líder del Frente Al-Nusra afiliado a al-Qaeda durante las primeras etapas de la guerra de cambio de régimen respaldada por los Estados Unidos en Siria. Todo esto cambió cuando sus fuerzas islamistas derrocaron a Bashar al Asad en diciembre, explotando el colapso del régimen bajo el peso del asalto israelí-estadounidense a sus aliados en el Líbano e Irán.
Los elogios de Trump a Al Sharaa siguieron a su anuncio de que Estados Unidos levantaría sus sanciones paralizantes contra Siria, que originalmente se impusieron para derrocar al régimen de Asad. La medida allana el camino para miles de millones de dólares en inversiones, principalmente de Arabia Saudita y otras monarquías despóticas del golfo Pérsico, así como de Turquía, reforzando el nuevo régimen como un baluarte contra Irán.
Estos desarrollos son una culminación adecuada de la fabricada “revolución siria” promovida en todo el mundo durante casi 15 años por una serie de partidos políticos proimperialistas y pseudoizquierdistas.
Grupos como el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) de Francia, la publicación pablista International Viewpoint y la Organización Socialista Internacional (ISO, sigla en inglés) con sede en Estados Unidos, que más tarde se disolvió en los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, sigla en inglés) lideraron los esfuerzos para promover la llamada “revolución siria”. A partir de 2011, equipararon falsamente la guerra civil liderada por sectarios y respaldada por Estados Unidos en Siria con los levantamientos revolucionarios de la clase obrera tunecina y egipcia que derrocaron a los regímenes respaldados por Occidente de Ben Ali y Mubarak.
La línea de estas organizaciones y otras a nivel internacional era que la exposición del World Socialist Web Site del carácter real de la “Revolución siria” era una expresión de “antiimperialistas irreflexivos”, como lo expresó el líder de la Alternativa Socialista australiana, Corey Oakley, en 2012. Gilbert Achcar, entonces miembro destacado del NPA, se jactó en 2011 de reunirse con el Consejo Nacional Sirio respaldado por la CIA para discutir la estrategia de guerra. Achcar, que ocupa un puesto como profesor en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres, posteriormente impartió conferencias a la Unidad de Especialistas Culturales de Defensa del ejército británico, especializada en contrainsurgencia.
En 2013, la ISO con sede en Estados Unidos publicó una declaración bajo el título “Solidaridad con la revolución siria”, declarando que “la lucha en Siria es una extensión de la lucha por la libertad a nivel regional y mundial”. El mismo año, el partido La Izquierda de Alemania, cuyos orígenes se encuentran en el partido estatal estalinista de la antigua Alemania Oriental, celebró una serie de reuniones con el “opositor” sirio Michel Kilo, quien invocó la “obligación de Washington de llevar a cabo el ataque militar” necesario para derrocar a Asad.
En ese momento, el Gobierno de Obama debatió el lanzamiento de ataques aéreos contra Siria, y finalmente optó por armar a los grupos de oposición sunitas y kurdos y comenzar a bombardear Siria e Irak al año siguiente con el pretexto de luchar contra el Estado Islámico. El partido La Izquierda de Alemania respaldó el despliegue de barcos militares para desarmar a Asad y elogió las regiones nacionalistas kurdas como modelos de democracia.
En 2016, la mal llamada Fundación Rosa Luxemburg, que está alineada con el partido La Izquierda, publicó un libro titulado Revolución en Rojava (el nombre adoptado por las regiones kurdas en el noreste de Siria) en el que afirmaban que la “democracia de base” kurda se defendió contra el Estado Islámico “gracias a los ataques aéreos llevados a cabo por la coalición liderada por Estados Unidos bajo la presión de un público global”. Los líderes de esta “democracia de base” concluyeron un acuerdo a principios de este año con el ex yihadista Al-Sharaa para integrar sus fuerzas militares en el Estado bajo el control del régimen proimperialista HTS.
Ese año, las organizaciones de pseudoizquierda lanzaron una campaña para denunciar un alto el fuego temporal en Siria mediado por Estados Unidos y Rusia durante la Administración de Obama. Achcar, junto con Ashley Smith de la ISO, criticó a la Casa Blanca por carecer del apetito para participar en una confrontación a gran escala con Rusia por, en palabras de Achcar, no “proporcionar a la oposición siria misiles antiaéreos capaces de limitar el uso del poder aéreo por parte del régimen sirio”.
Cada vez que Asad cruzaba las “líneas rojas”, escribió Smith, “Estados Unidos prefería llegar a acuerdos con Rusia en lugar de tomar cualquier acción que pudiera derrocar a Asad, pero también amenazar con una agitación más amplia”.
Los pablistas y otras fuerzas pseudoizquierdistas continuaron sirviendo esencialmente como asesores gubernamentales de los imperialistas mientras el excombatiente de al-Qaeda al-Sharaa dirigía sus fuerzas de HTS a Damasco en diciembre pasado en medio del desmoronamiento del régimen de Asad. La caída de Asad fue inseparable del genocidio israelí respaldado por Estados Unidos contra los palestinos en Gaza y el bombardeo salvaje del Líbano, que debilitó a Hezbolá e impidió que Irán desplegara fuerzas militares para respaldar a Assad.
Esto no impidió que Achcar declarara el 11 de diciembre: “Mientras observaba los increíbles eventos históricos que se desarrollaron desde el viernes pasado, lo primero que me vino a la mente fue alivio y alegría”. La Liga Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (LIT—CI) morenista proclamó: “La Revolución siria ha derrotado a la dictadura después de 13 años de lucha”. Oakley, quien acuñó el término “antiimperialismo irreflexivo”, se entusiasmó: “De la noche a la mañana, Siria ha pasado de ser el Estado más despótico de Oriente Próximo al más libre”.
A medida que el verdadero carácter del régimen de HTS ha quedado al descubierto, con repetidas masacres de alauitas y otras minorías, incluida una orgía de violencia patrocinada por el Estado en marzo que mató a aproximadamente 1.700 civiles, los propagandistas de la pseudoizquierda a favor de, dominio imperialista sobre Siria se han apresurado a retocar su fachada “revolucionaria”. Alternativa Socialista de Australia envió un corresponsal a Siria inmediatamente después de que HTS llegara al poder en diciembre, donde escribió en éxtasis sobre la alegría de “Entrar en la Siria libre”.
El abrazo público de Trump a Al-Sharaa demuestra el alcance del engaño perpetrado por toda la pseudoizquierda con su parloteo sobre una “revolución” victoriosa y una “Siria libre”. El presidente estadounidense sermoneó al nuevo aliado de los imperialistas en Oriente Próximo sobre la necesidad de normalizar las relaciones con el régimen sionista genocida y exigió que Al Sharaa hiciera más para expulsar a los “terroristas extranjeros” de Siria, una referencia inequívoca al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán y a las milicias alineadas.
El uso del término “pseudoizquierda” no es un adorno retórico. Es una caracterización precisa de las organizaciones reaccionarias de clase media que funcionan como agencias del imperialismo. Estas organizaciones hablan por los intereses materiales privilegiados de la clase media-alta. Estos intereses de clase no son meramente compatibles, sino que dependen de la guerra imperialista y el saqueo, lo que explica por qué respaldan la operación imperialista de cambio de régimen en Siria y la guerra entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia.
El apoyo de la pseudoizquierda al cambio de régimen respaldado por el imperialismo en Siria revela el significado histórico de la lucha librada durante décadas por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional contra esta tendencia política y sus predecesores.
Los orígenes de las organizaciones pablistas, que son prominentes dentro del medio pseudoizquierdista, se remontan a una escisión del movimiento trotskista dirigido por Michel Pablo en 1953 sobre la base de un rechazo explícito de la capacidad revolucionaria de la clase trabajadora. Abandonando el principio socialista, establecido por Marx y Engels, de que la clase obrera es la principal fuerza revolucionaria bajo el capitalismo, los pablistas buscaron nuevos aliados en sectores de la burocracia estalinista en la Unión Soviética, movimientos nacionalistas burgueses en los países excoloniales y socialdemócratas y burócratas sindicales en los centros imperialistas.
Habiendo desechado hace mucho tiempo cualquier asociación con la política socialista y recurrido a la búsqueda desenfrenada de sus privilegios materiales en el marco del capitalismo mundial en descomposición, los pablistas y las organizaciones aliadas hoy están expuestos como servidores directos y colaboradores del imperialismo.
La tarea decisiva que enfrentan los trabajadores, jóvenes e intelectuales de todo el mundo que quieren luchar contra la guerra imperialista y la dominación neocolonial, en el Oriente Próximo y en otros lugares, es asimilar las lecciones clave obtenidas en la lucha por el programa de revolución socialista mundial del CICI contra el pablismo y todas las formas de revisionismo.
En el contexto del nuevo reparto del mundo entre las potencias imperialistas que reviven brutales formas coloniales de gobierno y genocidio, estas lecciones incluyen una oposición intransigente a las potencias imperialistas y la guerra imperialista, y la lucha por la independencia política de la clase obrera de todas las facciones de la burguesía y las fuerzas pequeñoburguesas que buscan alianzas con el imperialismo u otras grandes potencias en nombre de una transformación “democrática” o “revolucionaria”.
Una lucha exitosa contra la guerra imperialista y la dictadura requiere la construcción del CICI y sus Partidos Socialistas por la Igualdad afiliados como la dirección revolucionaria necesaria para movilizar a la clase trabajadora en los centros imperialistas y los antiguos países coloniales sobre la base de un programa socialista e internacionalista.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 16 de mayo de 2025)