El secretario de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés), Robert F. Kennedy Jr., testificó el miércoles ante el Congreso por primera vez desde que fue confirmado en el cargo. Las audiencias ante el Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes por la mañana y el Comité de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones del Senado por la tarde se celebraron con el propósito de discutir el presupuesto propuesto por la administración Trump para el HHS.
En los días previos a las audiencias, el HHS revocó notificaciones de despido para el director del Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH, por sus siglas en inglés) y unos pocos equipos de la agencia, en una maniobra claramente destinada a desviar las críticas en la audiencia. Esta acción sirvió de pantalla para senadores como Lisa Murkowski (republicana por Alaska), quien elogió a Kennedy por esa medida limitada.
Sin embargo, subrayando que se trató de un gesto cosmético, la mayoría de los científicos e ingenieros despedidos de las divisiones de Investigación Minera de Spokane y Pittsburgh del NIOSH fueron llamados de vuelta únicamente para cerrar sus laboratorios e investigaciones en las próximas semanas. Estas divisiones mineras realizan estudios para mejorar la seguridad en las minas, con el objetivo de eliminar muertes, lesiones y enfermedades en todos los sectores de la minería.
Las audiencias también se celebraron el mismo día en que el New York Times publicó un artículo de opinión coescrito por Kennedy que promueve la intención de la administración de implementar requisitos laborales para Medicaid y otros programas sociales, un respaldo abierto a los planes republicanos de recortar Medicaid en un asombroso monto de 715.000 millones de dólares en la próxima década. Sus coautores fueron el Dr. Mehmet Oz, recientemente confirmado como director de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid; Brooke Rollins, secretaria de Agricultura; y Scott Turner, secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD).
Durante las audiencias, se interrogó a Kennedy sobre diversos temas, incluyendo los recortes planeados a Medicaid, las vacunas, el brote persistente de sarampión en Texas, la fluoración del agua potable y los recortes a la investigación en los Institutos Nacionales de Salud (NIH). En su respuesta, Kennedy reafirmó casi todas las principales posturas anticientíficas y anti-salud que ha sostenido, tanto antes como después de convertirse en secretario de Salud, al tiempo que intentaba presentar falsamente los recortes a Medicaid como una eliminación del “fraude y abuso”.
También promovió un nuevo y grave fraude: que la deuda nacional de EE.UU. constituye un “determinante social de la salud”. Esta postura intenta retratar la deuda como responsable directa del deterioro de la salud de la población, en lugar de responsabilizar a la clase dominante y sus políticas criminales, que han provocado grotescos aumentos en la desigualdad social y han destruido protecciones de seguridad laboral.
Los republicanos planean recortar Medicaid para compensar los recortes fiscales en curso para los ricos. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, el proyecto de presupuesto tal como está redactado provocará que aproximadamente 8,7 millones de personas pierdan su cobertura de Medicaid este año, y que 7,6 millones más no tengan seguro durante la próxima década.
Los requisitos laborales, y la manera en que se evalúa el cumplimiento por parte de los beneficiarios, afectan desproporcionadamente a los estadounidenses más pobres, quienes no pueden completar una burocracia cada vez más onerosa. Además, el proceso está diseñado deliberadamente para dificultar el reporte adecuado del empleo.
En ambas audiencias, Kennedy profundizó su ataque contra la confianza en la vacuna contra el sarampión. De hecho, el senador Chris Murphy (demócrata por Connecticut) le preguntó directamente si comprendía que una consecuencia de socavar continuamente la fe en la vacuna era que menos personas se la aplican. Kennedy esquivó la pregunta.
Al señalar las mentiras de Kennedy sobre la vacuna contra el sarampión, Murphy afirmó:
Le dijiste al público que la vacuna pierde efectividad muy rápido… y dijiste que nunca se probó adecuadamente su seguridad. Dijiste que hay residuos fetales en la vacuna contra el sarampión.
Incapaz de controlarse, Kennedy gritó con enojo: “¡Todo eso es cierto!”
Ante preguntas sobre si recomienda la vacuna contra el sarampión, Kennedy respondió con evasivas. Cuando se le señaló que en realidad no estaba recomendando la vacuna, Kennedy mintió afirmando que sí lo había hecho durante la audiencia de la mañana en la Cámara de Representantes, cuando en realidad no dijo tal cosa.
Durante la audiencia, Kennedy también mintió sobre qué vacunas se habían probado contra placebos, afirmando que sólo la vacuna contra el COVID-19 había sido sometida a tales pruebas. El senador Bill Cassidy (republicano por Luisiana) emitió una declaración más tarde durante la audiencia corrigiendo el registro, señalando que múltiples vacunas, incluyendo las del sarampión y el virus del papiloma humano (VPH), sí han sido contrastadas con placebos.
En respuesta a las críticas por el manejo de su agencia del brote de sarampión en Texas, Kennedy comparó erróneamente los casos totales de sarampión este año per cápita con México, Canadá y Europa. La comparación adecuada sería con Estados Unidos en el pasado. La situación actual representa un retroceso significativo con respecto a los años noventa, cuando los casos y muertes eran mucho menores que en 2024 y 2025 hasta la fecha. Además, las cifras europeas incluyen varios países de ingresos bajos y medios que nunca eliminaron el sarampión, además de las naciones más avanzadas de Europa occidental.
Kennedy también estalló de rabia cuando la senadora Maggie Hassan (demócrata por New Hampshire) le preguntó sobre el papel del charlatán antivacunas David Geier en los planes del HHS para estudiar el autismo. Acusó a Hassan de calumniar a Geier, afirmando que Geier había impugnado con éxito los cargos en su contra presentados por el Consejo Médico de Maryland y que ganó un acuerdo de 5 millones de dólares.
Geier fue hallado culpable por el Consejo Médico de Maryland de ejercer la medicina sin licencia. El consejo le impuso una multa de 10.000 dólares. La decisión fue confirmada en apelación. En última instancia, Kennedy nunca respondió a la pregunta sobre el papel de Geier en los planes de realizar un nuevo estudio sobre el autismo.
En resumen, Kennedy reaccionó con visible agitación y mentiras ante las preguntas en las audiencias de la Cámara y el Senado sobre los planes de la administración para desmantelar los servicios sociales que salvan vidas, incluyendo Medicaid. Reiteró descaradamente falsedades y desinformación sobre las vacunas y muchos otros temas.
Desde el 1 de abril, cuando el HHS anunció recortes de 20.000 trabajadores —casi el 25 por ciento de su fuerza laboral— Kennedy y los otros charlatanes de la administración Trump han emprendido una guerra total contra la ciencia y la salud pública. El resultado es el resurgimiento explosivo de enfermedades infecciosas infantiles como el sarampión y la tos ferina, con 2025 encaminado a ser el peor año para la tos ferina en más de 70 años y el peor año para el sarampión desde que se declaró eliminado en EE.UU. hace 25 años.
No hace mucho tiempo, los responsables de la salud y la salud pública en el gobierno federal —incluidos los jefes del HHS, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y los Institutos Nacionales de Salud (NIH), entre otros— eran, en su mayor parte, expertos respetados. Ahora son una banda de charlatanes que lanzan peroratas fascistizantes a diario.
El próximo objetivo en la lista de la guerra de la administración Trump contra la clase trabajadora es Medicaid. Los brutales recortes planeados para el programa —que se suman a la falsa declaración de Biden de que la pandemia de COVID-19 había terminado en mayo de 2023, lo que permitió a los estados eliminar a más de 20 millones de personas de Medicaid— dejarán a millones sin cobertura médica. Millones más se enfrentarán a mayores costos o a coberturas reducidas.
La clase dominante estadounidense está decidida a devolver a la clase trabajadora a condiciones de esclavitud industrial no vistas desde el régimen nazi, enviándolos a la tumba prematuramente tan pronto como ya no puedan ser explotados para obtener ganancias. La clase obrera debe responder con su propio programa político independiente para reemplazar el capitalismo por el socialismo, anteponiendo sus vidas y sus necesidades sociales a las ganancias privadas.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 14 de mayo de 2025)