Entre 1904 y 1908, el imperialismo alemán perpetró el primer genocidio del siglo XX con la sangrienta represión del levantamiento de los herero y los nama en su entonces colonia de África del Sudoeste Alemana. Solo unas décadas más tarde siguió el asesinato de 6 millones de judíos y la guerra de exterminio contra la Unión Soviética —que costó la vida de hasta 30 millones de ciudadanos soviéticos— el asesinato en masa más grande de la historia.
En el siglo XXI, la clase dirigente alemana continúa sin solución de continuidad con estas tradiciones criminales. Durante el fin de semana, el nuevo ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Johann Wadephul (democristiano, CDU), viajó a Israel para su visita inaugural. El lunes, el presidente federal Frank-Walter Steinmeier recibió en Berlín con honores militares a su homólogo israelí, Isaac Herzog. A partir del martes, Steinmeier realizará una visita de retorno a Israel para conmemorar oficialmente el 60° aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas. Steinmeier también se reunirá con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, un criminal de guerra contra quien la Corte Penal Internacional ha emitido una orden de arresto.
Unas pocas lágrimas de cocodrilo de los políticos alemanes por el sufrimiento del pueblo palestino y referencias cínicas a los crímenes históricos contra la población judía —Steinmeier recordó la “ruptura de civilización de la Shoá” en la conferencia de prensa conjunta con Herzog— no pueden ocultar el hecho de que el imperialismo alemán está desempeñando un papel clave en la implementación de un genocidio. Está armando a Israel y lo respalda deliberadamente en un momento crítico.
El régimen ultraderechista de Netanyahu está llevando actualmente a sus últimas consecuencias el exterminio sistemático y la expulsión de la población palestina. La semana pasada, Netanyahu anunció el comienzo de la fase final de la limpieza étnica de la Franja de Gaza. Un plan elaborado junto con el presidente fascista de Estados Unidos, Donald Trump, contempla la ocupación militar completa de todo el territorio y el internamiento masivo de la población. A los palestinos se les obligará a vivir en campos de concentración y luego se les forzará a cruzar el desierto a pie o serán deportados por mar.
Los campos serán administrados por empresas privadas de seguridad de EE.UU., mientras que las fuerzas armadas israelíes controlarán la distribución de raciones de hambre. En una referencia abierta a la Endlösung —“Solución final”, el término nazi para el genocidio de los judíos europeos—, Netanyahu amenazó: “Ha llegado el momento de dar los últimos pasos”. El ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, declaró que “en el plazo de un año, la Franja de Gaza será completamente destruida”. Los civiles serían “enviados a una zona humanitaria en el sur y de ahí emigrarían en grandes números a terceros países”.
El régimen israelí está intentando llevar a cabo su plan mediante el hambre masiva de la población. Desde hace más de dos meses, Israel ha bloqueado completamente la Franja de Gaza y no permite el ingreso de alimentos, agua ni electricidad. El genocidio del pueblo palestino y el papel de Alemania en este son tan evidentes que incluso el principal semanario alemán, Der Spiegel, publicó un comentario titulado “Alemania se hace cómplice”. En él se afirma:
Desde hace más de dos meses, Israel no deja entrar ningún alimento, medicamento ni combustible a la Franja de Gaza. Los niños mueren por desnutrición. Mientras tanto, Israel bombardea con más crueldad que nunca en esta guerra. Personas indefensas son destrozadas en sus tiendas de campaña. Solo en la última semana, decenas han muerto por bombas [lanzadas] sobre una escuela y un restaurante que también servía como comedor popular. Entre los muertos también había niños.
Y agrega:
Y como si eso no fuera suficiente, Israel acaba de anunciar una nueva ofensiva. Se pretende ocupar la Franja de Gaza a largo plazo y expulsar nuevamente a la población, preferentemente “voluntariamente”. Pero no hay nada voluntario en ello. No se contempla el derecho al retorno.
Para evitar cualquier “malentendido”, el ministro israelí de Finanzas Bezalel Smotrich añadió que “Israel destruirá y despoblará completamente la Franja de Gaza, y la victoria podrá declararse en un plazo máximo de seis meses”.
Es el colmo de la criminalidad que la clase dominante alemana justifique su apoyo al genocidio israelí apelando a la “lucha contra el antisemitismo” y a sus propios crímenes históricos. El lunes, Steinmeier y Herzog visitaron el monumento de Gleis 17 en la estación ferroviaria de Grunewald en Berlín, desde donde miles de judíos fueron deportados a los campos de exterminio durante el Holocausto.
En una conferencia de prensa conjunta poco antes con el jefe de Estado israelí, Steinmeier respaldó el genocidio contra el pueblo palestino con las siguientes palabras:
Su país fue invadido por Hamás. Frente a la amenaza terrorista contra Israel, su país no puede descansar y debe defenderse contra el terrorismo islamista, los secuestradores y los raptores.
Steinmeier declaró cínicamente que el “sufrimiento de la población civil en Gaza” no “dejaba a nadie indiferente”. Por lo tanto, pidió a Herzog que “trabaje para garantizar que la ayuda humanitaria vuelva a llegar rápidamente al pueblo de Gaza”. Solo para asegurarle, en la siguiente frase, que Alemania no era “ingenua como un amigo especial de Israel”. Reconocía “el dilema que Hamás crea para el ejército israelí al esconderse cobardemente detrás de civiles mientras continúa disparando cohetes contra Israel. Reconozco el dilema que crea esta organización terrorista, también al enriquecerse con la ayuda”.
Durante los últimos 19 meses, destacados políticos alemanes han utilizado repetidamente palabras similares para justificar la guerra de exterminio de Israel contra el pueblo palestino. “No nos haremos a un lado” cuando “los terroristas de Hamás se escondan detrás de personas, detrás de escuelas… Entonces, incluso los lugares civiles pueden perder su estatus protegido”, declaró la ex ministra de Relaciones Exteriores de los Verdes, Annalena Baerbock, en el Bundestag el pasado octubre, justificando abiertamente la destrucción de hospitales y escuelas y el asesinato masivo de civiles.
También el partido La Izquierda comparte la responsabilidad política por la muerte de decenas de miles de personas —principalmente mujeres y niños— y por la destrucción casi total de la Franja de Gaza. Inmediatamente después del inicio de la campaña destructiva de Israel en octubre de 2023, ¡todos! los diputados de La Izquierda en el Bundestag votaron a favor de una moción proisraelí presentada por los partidos gobernantes socialdemócrata (SPD), verde y liberal-demócrata (FDP), junto con la CDU/CSU. El entonces jefe del grupo parlamentario de La Izquierda, Dietmar Bartsch, elogió la resolución como una “contribución de Alemania a la lucha contra el terrorismo”.
Heidi Reichinnek, candidata principal de La Izquierda en las elecciones generales de febrero, fue particularmente agresiva en su apoyo a la masacre en Gaza. En un discurso en el Bundestag el 21 de marzo de 2024, repitió la propaganda oficial sobre la “masacre brutal de Hamás”, cuya “violencia brutal contra niños y violencia sexualizada contra mujeres” solo podía “compararse con unos pocos acontecimientos”. Hamás no eran “luchadores por la libertad, sino terroristas que deben ser desarmados. Debemos todos estar de acuerdo en eso aquí”. Israel “naturalmente tiene el derecho a defenderse”.
Durante el fin de semana, La Izquierda aprovechó su congreso en Chemnitz para respaldar nuevamente a Israel. En una resolución del comité ejecutivo del partido titulada “El derecho del Estado de Israel a existir no es negociable para nosotros”, se afirma:
La dirección del partido se desmarca de todo llamamiento, declaración o representación visual que niegue la existencia de Israel o propague la exterminación de Israel bajo el pretexto de solidaridad con la población palestina.
Así, La Izquierda demuestra no solo su apoyo incondicional al genocidio de Israel, sino también su hostilidad a una lucha común de los trabajadores judíos, palestinos y árabes contra sus respectivos regímenes reaccionarios y por un Oriente Medio socialista. De hecho, esta es la única forma de detener el genocidio y la evolución hacia una tercera guerra mundial: mediante la construcción de un movimiento de masas internacional de la clase trabajadora contra el fascismo y la guerra y contra su causa raíz, el capitalismo.
En Berlín, Herzog dejó en claro que los objetivos bélicos en Oriente Medio van mucho más allá del exterminio y la expulsión de los palestinos. El desatamiento de la maquinaria bélica israelí forma parte del objetivo de las potencias imperialistas de eliminar también a los hutíes en Yemen, y a Irán, de intensificar la política de guerra contra Rusia y China y de redistribuir el mundo entre las potencias imperialistas.
Los “actos atroces” de los hutíes —que están atacando barcos en el mar Rojo en respuesta a los crímenes de Israel contra los palestinos— tenían “una sola dirección: Teherán”, amenazó Herzog. Irán estaba brindando “un enorme apoyo militar y financiero a esta organización”. Irán debía ser “enfrentado con determinación y se le debía impedir obtener armas nucleares”, dijo Herzog. Esto no solo era “en interés de Israel”, sino en el “interés de toda la humanidad”.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 13 de mayo de 2025)