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Perspectiva

80 años desde la Segunda Guerra Mundial en Europa

El mariscal Wilhelm Keitel firma la rendición incondicional de la Wehrmacht alemana, 8 de mayo de 1945

Las conmemoraciones del 80º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial en Europa se llevan a cabo en medio del resurgimiento de una guerra global y el fascismo.

Cuando los comandantes en jefe de las fuerzas armadas alemanas ratificaron su rendición en Berlín la noche del 8 al 9 de mayo de 1945, la ciudad estaba en ruinas. El ejército alemán había sido derrotado decisivamente. Entre los escombros, los soldados aliados descubrieron pruebas de los monstruosos crímenes de los nazis contra la humanidad.

Apenas unos días antes, soldados del Ejército Rojo habían liberado el campo de concentración de Sachsenhausen cerca de Berlín y la prisión de Berlín-Plötzensee, donde miles de combatientes de la resistencia habían sido ejecutados. Las escenas que encontraron fueron inimaginablemente horríficas.

Entre 70 y 85 millones de personas murieron en la Segunda Guerra Mundial, incluidos hasta 55 millones de civiles. La guerra de exterminio de los nazis se cobró la vida de 27 millones de ciudadanos soviéticos, y 6 millones de judíos fueron asesinados sistemáticamente en el Holocausto.

La guerra en su conjunto llegó a su fin cuatro meses después, con la rendición de Japón tras los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki por parte del imperialismo estadounidense.

El aniversario del “Día V-E” (Día de la Victoria en Europa) se conmemora en condiciones de escalada del conflicto global. El mundo no está simplemente al borde de la guerra mundial: las etapas iniciales ya han comenzado. Las zonas de conflicto y los focos de tensión actuales se extienden desde Europa hasta Oriente Próximo y Asia, e incluso se extienden hasta el Ártico y el espacio exterior.

En Ucrania, Estados Unidos y las potencias europeas están librando la mayor guerra terrestre en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de debilitar y desmembrar a Rusia. Ahora en su tercer año, el conflicto ya ha dejado a más de 1 millón de personas muertas o heridas. Con el regreso de Trump al poder, las potencias europeas están debatiendo abiertamente el despliegue directo de tropas terrestres en Ucrania, una medida que amenaza con escalar la guerra por delegación en una conflagración europea a gran escala.

En los últimos días, los enfrentamientos militares entre India y Pakistán se han intensificado bruscamente, y las fuerzas indias llevaron a cabo ataques contra objetivos en Cachemira y en el interior de Pakistán el miércoles. Estos acontecimientos amenazan con desencadenar una guerra a gran escala entre ambos Estados con armas nucleares, con consecuencias potencialmente catastróficas para la región y el mundo.

Detrás de la escalada del conflicto en el sur de Asia se encuentra la acumulación militar más amplia del imperialismo estadounidense contra China, con Taiwán como el punto de tensión central. Los ejercicios militares conjuntos con Japón, Corea del Sur y Filipinas, combinados con la expansión de los envíos de armas a Taipéi, son parte de la estrategia de Washington para rodear militarmente a China.

Estados Unidos ha amenazado cada vez más con una guerra con China por Taiwán, no como una posibilidad sino como una inevitabilidad. James Stavridis, excomandante supremo aliado de la OTAN, advirtió recientemente: “Nunca había sentido que estuviéramos tan cerca de una guerra real con Beijing como hoy”.

La Administración fascistizante de Trump, que ha declarado una guerra comercial global a China como un pilar central de su agenda, se está preparando activamente para una “guerra caliente” con el país más poblado del mundo. El producto interno bruto de China ya ha superado al de Estados Unidos cuando se mide por la paridad del poder adquisitivo, intensificando los temores estratégicos de la clase dominante estadounidense.

El plan de Trump de anexionar Canadá, Groenlandia, el canal de Panamá y Gaza como territorios estadounidenses debe entenderse dentro de este contexto. Estas regiones abarcan puntos estratégicos de comercio global –el canal de Panamá, el mar Rojo y el golfo de Ormuz y la ruta del mar del Norte— y su incautación es parte de una estrategia más amplia para hacer cumplir la hegemonía imperialista estadounidense.

Ochenta años después de la exposición de los crímenes del régimen nazi, las atrocidades más horribles asociadas con el fascismo se están normalizando una vez más. Esto queda claro sobre todo en el genocidio de Gaza, que es parte de una guerra creciente en toda la región. Las potencias imperialistas, que se han comprometido a forjar un “nuevo Oriente Próximo” bajo su dominio, no solo son cómplices, sino que también supervisan la campaña genocida del Estado israelí contra el pueblo palestino.

Según las cifras oficiales, más de 50.000 palestinos han sido asesinados desde el 7 de octubre de 2023, aunque es probable que el verdadero número de muertos se acerque a los 100.000. Gaza ha sufrido una hambruna sistemática, sin que se permita la entrada de alimentos, agua o combustible durante más de dos meses. Al menos 10.000 personas padecen desnutrición aguda.

El productor de televisión israelí Elad Barashi, asociado con una emisora de derecha cercana a Netanyahu, pidió recientemente la introducción de cámaras de gas y trenes de deportación en Gaza. “Hombres, mujeres y niños, por cualquier medio necesario, simplemente debemos llevar a cabo una Shoah [Holocausto] contra ellos”. Tales llamados al asesinato en masa revelan abiertamente la lógica del genocidio en sí.

La escalada de la guerra global está siendo encabezada por el imperialismo estadounidense, ahora bajo la dirección de Trump, pero todas las potencias imperialistas se están rearmando rápidamente. El gasto militar mundial aumentó a 2,7 billones de dólares el año pasado, el nivel más alto jamás registrado desde que comenzaron las cifras en 1988.

Entre los mayores aumentos porcentuales en el gasto militar estuvieron los de Alemania y Japón. El gasto militar de Alemania aumentó a 88.500 millones de dólares en 2024, convirtiéndose en el cuarto más grande del mundo y el más alto de Europa. Este es un aumento del 28 por ciento desde 2023 y un aumento del 89 por ciento desde 2015.

El nuevo Gobierno alemán, apoyado por todos los partidos en el Parlamento, está dirigido por Friedrich Merz, quien colaboró con el partido fascista Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) antes de las elecciones. Ahora se está preparando para llevar el gasto militar a alturas astronómicas. Se ha destinado un fondo especial de 500.000 millones de euros para hacer que la infraestructura de Alemania sea apta para la guerra.

Japón aumentó su gasto militar en un 21 por ciento en 2024, asignando la mayor proporción del gasto nacional a los militares desde 1958.

El febril rearme de las potencias imperialistas se está llevando a cabo bajo la bandera de la “defensa nacional”. Pero detrás de esta consigna se encuentran los intereses brutales de las clases dominantes capitalistas que se enfrentan a contradicciones irreconciliables. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, el gran revolucionario León Trotsky explicó en Guerra y la Cuarta Internacional:

Las razones que provocaron la última guerra imperialista, inherentes al capitalismo moderno, alcanzaron ahora una tensión infinitamente mayor que a mediados de 1914. El único factor que frena al imperialismo es el temor a las consecuencias de una nueva guerra. Pero la eficacia de este freno es limitada. El peso de las contradicciones internas empuja a un país tras otro por la vía del fascismo, el que a su vez no podrá mantenerse en el poder sin preparar explosiones internacionales. Todos los Gobiernos temen la guerra. Todos los Gobiernos temen la guerra, pero ninguno tiene libertad para elegir. Sin una revolución proletaria es inevitable una nueva guerra mundial.

Las contradicciones del capitalismo que dieron lugar a la Segunda Guerra Mundial no se resolvieron con la derrota de la Alemania nazi. Aunque el dominio del imperialismo estadounidense en la posguerra suprimió temporalmente el conflicto directo entre las grandes potencias, este equilibrio inestable comenzó a desmoronarse en la década de 1970.

Cuando grandes partes del mundo volvieron a ser accesibles al capital con la disolución de la Unión Soviética, los viejos conflictos llegaron a un punto crítico y ahora han asumido una nueva calidad. Estas son las mismas contradicciones que llevaron a las dos guerras mundiales.

Como explicó el presidente del Consejo Editorial Internacional del WSWS, David North, en su contribución al Acto del Primero de Mayo de este año:

Las causas esenciales del descenso a la barbarie política y una guerra global catastrófica son las mismas contradicciones económicas y sociales del régimen capitalista que resultaron en la guerra y el fascismo en el siglo pasado. Estas contradicciones interrelacionadas son, en primer lugar, la incompatibilidad de la economía mundial con el sistema capitalista de Estados nación; y, en segundo lugar, el carácter socialmente destructivo de la propiedad privada capitalista de las fuerzas productivas, controladas por oligarcas obsesionados con el dinero, y la producción social que involucra el trabajo de los miles de millones de personas que componen la clase obrera internacional.

Solo la clase obrera internacional, que crea toda la riqueza social y tiene que soportar toda la carga de la guerra y la crisis, es capaz de prevenir una nueva catástrofe.

Los trabajadores deben contraponer la unidad internacional de la clase obrera al crecimiento del nacionalismo y a la guerra militar y comercial, que el aparato de los sindicatos también apoya. Deben rechazar el uso repugnante de las conmemoraciones para promover el militarismo y las viles falsificaciones de la historia, y desarrollar su propia conmemoración de los horrores de la guerra mundial: es el capitalismo el que conduce a la barbarie, y solo su derrocamiento por un movimiento de masas de la clase obrera que luche por establecer una república socialista mundial puede evitarlo.

Es por eso que construir el Partido Socialista por la Igualdad y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional es la tarea más urgente. Así como Trotsky advirtió sobre la Segunda Guerra Mundial sobre la base de su comprensión marxista de la situación mundial, el CICI está haciendo sonar la alarma hoy. Sin una revolución proletaria es inevitable una nueva guerra mundial.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 7 de mayo de 2025)

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