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Sindicato dirigido por morenistas organiza “seminario nacional” con los militares en Brasil

El sindicato SindmetalSJC, dirigido por la CSP-Conlutas y afiliado al morenista Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), organizó el 27 de marzo un seminario titulado “¿Soberanía en riesgo? El futuro de la base industrial de defensa de Brasil”. El evento fue la demostración más directa hasta ahora de la política nacionalista promilitarista y reaccionaria de los morenistas. En busca de una alianza corporativista, invitaron a militares y figuras que defienden la sangrienta dictadura militar de 1964-1985.

Robinson Farinazzo (derecha) y Weller Gonçalves (izquierda) durante el evento organizado por Conlutas, 27 de marzo de 2025 [Photo by SindmetalSJC]

El evento fue promovido fraudulentamente por Conlutas como una defensa de los puestos de trabajo en la fábrica de armas Avibras, en São José dos Campos, estado de São Paulo. El dirigente sindical Weller Gonçalves afirmó que el seminario se organizó debido a “la crisis en Avibras y la falta de acciones efectivas del gobierno para ayudar a los trabajadores y defender la soberanía nacional”.

Los trabajadores de Avibras han librado una batalla de más de dos años por salarios atrasados y para conservar sus empleos. Desde septiembre de 2022, la empresa dejó de pagar los sueldos de todos los trabajadores, y solo revirtió 420 despidos tras una intensa oposición. Lejos de brindar algún tipo de “ayuda” real a los trabajadores de Avibras, SindmetalSJC organizó múltiples visitas al Ministerio de Defensa, bloqueando al mismo tiempo la unidad de su lucha con trabajadores de sectores industriales clave como Embraer y Mercedes-Benz.

El tema dominante del seminario de Conlutas fue la subordinación de la clase obrera al Estado brasileño en nombre de la “soberanía nacional”. Se brindó una plataforma para defender la falsa y profundamente reaccionaria perspectiva del “desarrollo de la industria nacional” mediante enormes inversiones en la fabricación de armas.

Además de la participación de figuras vinculadas a la industria armamentista y a militares activos, la expresión más directa de esta política fue el invitado encargado de abrir el seminario: Robinson Farinazzo. Defensor explícito de la dictadura militar, Farinazzo declaró tener una gran amistad con Weller Gonçalves.

Farinazzo fue presentado como “oficial de reserva de la Marina de Brasil, experto en tecnología aeronáutica y de defensa” y “defensor de la soberanía nacional”. Conlutas encubrió los aspectos más reveladores de la política de Farinazzo. En 2022, posó para fotos con Nova Resistência (NR), un grupo de extrema derecha en Brasil inspirado por el filósofo fascista ruso Alexandr Dugin, con quien Farinazzo también se reunió ese mismo año.

Durante su exposición, Farinazzo presentó una lista de empresas armamentistas y declaró: “En los años 60 y 70 teníamos un montón de empresas. Éramos la China del mundo. Con un crecimiento del 11 por ciento al año, el trabajador podía cambiar de empleo cuando quisiera y siempre ganaba más”.

Farinazzo elogió la decisión del régimen del general Ernesto Geisel de dejar de importar armas de Estados Unidos en 1977: “El presidente Geisel denunció un tratado de 1952 que Brasil tenía con Estados Unidos para la compra de armas. Cuando Geisel rompió ese acuerdo, Brasil tuvo que mirar hacia adentro… fue una de las mejores decisiones de su gobierno”.

Según esta narrativa, la dictadura militar fue una defensora de la industria armamentista y, junto con ella, de los trabajadores brasileños. Sin embargo, afirmó Farinazzo, tras la adopción de una política económica supuestamente “neoliberal” por parte de los gobiernos militares y civiles de los años 80 y 90, la economía brasileña colapsó, lo que provocó la quiebra de empresas fabricantes de tanques y vehículos blindados.

Esta concepción, en la que la política económica del Estado habría determinado completamente las consecuencias del neoliberalismo en Brasil, fue desarrollada por otro expositor del seminario: el general del Ejército Ivan Neiva Filho.

El general afirmó que el verdadero impulso para la industria nacional fue la decisión de la monarquía portuguesa de construir fábricas con fines militares para defender la colonia brasileña hace dos siglos. Según Neiva Filho, la industria armamentista es la base esencial de todo desarrollo industrial y económico: “La industria de defensa tiene un carácter completamente diferente al de otros sectores industriales. La BID [Base Industrial de Defensa] no es una formación de mercado y no opera bajo las normas usuales del mercado”.

En medio de los llamados a fortalecer la industria armamentista realizados durante el evento, Conlutas ignoró abiertamente el hecho de que esto solo incrementa la amenaza de guerra en la región y refuerza el poder político de las mismas fuerzas militares que conspiraron con Bolsonaro en el intento de golpe de Estado del 6 de enero de 2023. Farinazzo y Neiva Filho fueron aplaudidos por los burócratas de Conlutas, y Gonçalves declaró al final que “el evento cumplió su objetivo”.

La concepción reaccionaria de Farinazzo y Neiva Filho contradice los elementos más básicos de la realidad económica y social, borrando la existencia de clases en la sociedad capitalista y justificando la supresión de toda oposición social en nombre del Estado capitalista.

Lejos de tratarse solo de decisiones tomadas por políticos capitalistas, la destrucción de amplios sectores industriales en los años 80 y 90 reflejó la descomposición de la llamada política de “sustitución de importaciones” que caracterizó a los gobiernos nacionalistas burgueses en Brasil y otros países de la región tras la Segunda Guerra Mundial.

Ante las crisis del petróleo y la contracción económica mundial en los años 70, el régimen militar recurrió a una política de inversión mediante endeudamiento, acumulando una deuda colosal que pasó de US$12.500 millones a US$100.000 millones entre 1974 y 1980.

En 1979, alarmado por una ola de huelgas y protestas masivas en Estados Unidos y a nivel internacional, la Reserva Federal, el banco central estadounidense, en representación de los intereses generales de la clase dominante estadounidense, implementó un fuerte aumento de las tasas de interés, conocido como la política del “shock de Volcker”, en referencia a su entonces presidente, Paul Volcker. Esto resultó en un incremento del desempleo y la destrucción de regiones industriales enteras en EE.UU., y provocó crisis en toda América Latina.

El aumento de las tasas de la Reserva Federal puso fin de forma definitiva a la política económica de la dictadura militar, acelerando la crisis social y desatando un poderoso movimiento de huelgas en los años 80.

Contrario a lo afirmado por Farinazzo, las huelgas que acabaron con la dictadura de dos décadas estuvieron precedidas por una profunda estagnación económica, caída de los salarios y una explosiva desigualdad social.

El Partido de los Trabajadores (PT) fue creado en ese periodo como una trampa preventiva para bloquear la movilización política independiente de la clase obrera. Con su ayuda, la burguesía logró eventualmente restablecer el capitalismo brasileño y rescatar las instituciones parlamentarias burguesas.

Las convulsiones económicas de los años 80 reflejaron tendencias profundas en el sistema capitalista mundial. La aparición de nuevos métodos de producción, transporte y transacciones financieras dio lugar a corporaciones transnacionales y cadenas de suministro globales, acabando con toda perspectiva de reformas nacionales. Al mismo tiempo, este proceso profundizó la contradicción fundamental del capitalismo entre el carácter internacionalmente integrado de la producción y la existencia del sistema de Estados nación.

En última instancia, fue esta contradicción objetiva fundamental del sistema capitalista la que hizo colapsar la política económica de la dictadura militar —no simples decisiones de políticos individuales, como Conlutas pretende hacer creer a los trabajadores.

La perspectiva nacionalista que Conlutas intentó fomentar mediante su reaccionario evento choca frontalmente con la realidad. Un producto indeseado del “neoliberalismo” para los capitalistas fue la integración internacional sin precedentes de la clase obrera. Este proceso también llevó al descrédito total de las burocracias sindicales que habían controlado al movimiento obrero en el periodo de la posguerra mediante el nacionalismo económico.

Hoy en día, cualquier vestigio de apoyo al Partido de los Trabajadores fundado en las medidas sociales de la segunda mitad de los años 2000 bajo Lula fue reemplazado hace tiempo por la indignación social frente a años de recortes sociales implementados con la ayuda del PT y su aparato sindical.

Lula, en su tercer mandato, atraviesa los niveles de rechazo más altos jamás registrados en encuestas. Su gobierno responde acomodando los intereses de las fuerzas más autoritarias y reaccionarias de la política nacional, enfocado actualmente en negociaciones para la amnistía de Bolsonaro y los generales que participaron en el intento golpista del 6 de enero.

Al mismo tiempo, Lula responde a la guerra comercial de la administración Trump con una reaccionaria campaña nacionalista de “Brasil para los brasileños”, buscando desviar la oposición social a años de recortes y aumentos de precios. El orden capitalista en bancarrota vuelve a dar lugar a fuerzas fascistas y defensores de una nueva dictadura autoritaria, y frente a la guerra comercial y sus márgenes de maniobra cada vez más estrechos, la burguesía brasileña solo buscará acelerar este rumbo autoritario.

Mientras que la respuesta nacionalista de Lula y sus ministros coloca a los militares en el centro de la política nacional, el papel de Conlutas es sofocar la lucha de los trabajadores en beneficio de los intereses de la burguesía brasileña.

Más allá de las declaraciones formales de defensa de los trabajadores por parte del dirigente de Conlutas, la realidad es que esta organización sindical dirigida por los morenistas será recordada por otorgar tribuna a figuras simpatizantes del fascismo y defensores agresivos del militarismo, los enemigos más violentos de la clase obrera.

Los trabajadores de Avibras deben rechazar con desprecio el programa corporativista promovido en el seminario de Conlutas, que busca subordinarlos a la “competitividad de la industria nacional”, es decir, a los intereses de las grandes corporaciones y del capital financiero internacional.

El único programa viable para los trabajadores de Avibras es rechazar la política nacionalista reaccionaria y luchar por unir su lucha con las de todos los trabajadores de Brasil y del mundo.

La política de integración entre sindicatos, Estado e industria promovida en el evento de Conlutas se opone frontalmente al crecimiento de las luchas sociales y la solidaridad internacional de la clase obrera. Durante la huelga de trabajadores de Boeing en EE.UU. en octubre de 2024, los trabajadores de Embraer demostraron una enorme disposición para paralizar labores y expresaron su solidaridad con los trabajadores estadounidenses.

Hoy en día, el veneno del nacionalismo económico promovido por la administración Trump ya choca con los intereses sociales de la clase obrera estadounidense e internacional, que encuentra expresión en un masivo movimiento de oposición en todo EE.UU.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 289 de abril de 2025)

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