Español

La guerra comercial contra China causa disrupciones en los puertos de EE.UU., amenazando con despidos masivos

Barcos portacontenedores en fila frente al puerto de Los Ángeles esperando espacio para atracar. [AP Photo/Damian Dovarganes]

A pesar de una pausa de 90 días impuesta sobre los aranceles de “Día de la Liberación” anunciados por Trump el 2 de abril, la expansión de las medidas arancelarias contra China continúa arrojando caos sobre los mercados globales.

En particular, el comercio en algunos de los puertos más grandes en EE.UU. se ve afectado por tarifas portuarias propuestas por la Oficina del Representante Comercial de EE.UU. (USTR, por sus siglas en inglés). Estas oscilan entre 1 millón y 3,5 millones de dólares por cada embarcación construida en China que atraque en un puerto estadounidense. La USTR planea imponer estas tarifas el 14 de octubre de 2025, con una audiencia de implementación programada para mediados de mayo.

Las implicaciones de estas tarifas portuarias de varios millones de dólares serán francamente desastrosas para los trabajadores tanto dentro como fuera del país.

En una entrevista con Politico, Gene Seroka, director ejecutivo del puerto de Los Ángeles y Long Beach, declaró que están en riesgo importaciones valoradas en 3 billones de dólares y los empleos relacionados con ellas.

“El impacto es de gran alcance,” dijo Seroka. “Uno de cada nueve empleos en el sur de California, es decir, cerca de un millón de personas, depende del trabajo que surge de este puerto.

“Cada cuatro contenedores que movemos crean un empleo, en promedio. Si empezamos a ver una pérdida de cerca del 10 por ciento de la carga, empezamos a erosionar esos empleos”.

Los trabajadores son plenamente conscientes de que las corporaciones transnacionales compensarán los costos operativos crecientes asociados con los aranceles y tarifas portuarias trasladando esos costos al consumidor o cancelando envíos de mercancías por completo.

En un contexto en que los precios de bienes básicos ya se encuentran en niveles históricos, la imposición de aranceles y tarifas portuarias seguirá dificultando aún más la vida de la clase trabajadora.

El sindicato ILWU respalda a Trump

A pesar de ello, la Unión Internacional de Estibadores y Almacenes (ILWU, por sus siglas en inglés), que representa a decenas de miles de trabajadores portuarios en la costa oeste de Canadá y EE.UU., expresó su apoyo a las tarifas portuarias en una audiencia de la Comisión de Comercio Internacional realizada el 24 de marzo en Washington.

La ILWU respaldó dichas tarifas bajo el argumento de que revitalizarían la capacidad de construcción naval estadounidense y contrarrestarían las supuestas prácticas comerciales desleales de China, las cuales —según el sindicato— han debilitado la base industrial de EE.UU. y provocado la pérdida de empleos.

La única crítica de la ILWU giró en torno a la posibilidad de que la carga sea desviada hacia puertos en México y Canadá, y luego transportada por camión o tren hacia EE.UU., eludiendo así las tarifas propuestas. En otras palabras, la burocracia sindical del ILWU insta a la administración fascistizante de Trump a adoptar aún más severas medidas de guerra comercial.

Representantes de la burocracia del ILWU recomendaron la imposición de tarifas adicionales en las fronteras terrestres para abordar el problema. En la audiencia pública, la oposición a estas tarifas portuarias y sus efectos desastrosos no provino de los sindicatos oficiales, sino de representantes de negocios y comercio que argumentaron que las tarifas perjudicarían sus ganancias.

Esto ha forzado a la USTR a dar marcha atrás y a replantear la posibilidad de aplicar tarifas menos onerosas para comerciantes, agricultores y operadores portuarios.

En realidad, las corporaciones estadounidenses son responsables de la destrucción de los empleos en Estados Unidos. La burocracia sindical ha sido socia completa en este proceso.

Cuando el contrato de los estibadores de la costa oeste venció en 2022, la ILWU mantuvo a sus miembros trabajando durante más de un año sin contrato. Pero cuando los trabajadores respondieron a los retrasos interminables tomando acciones laborales por su cuenta, el sindicato colaboró con la administración de Biden para imponer rápidamente un nuevo contrato antes de que los trabajadores tuvieran oportunidad de revisarlo.

Bajo Biden, los burócratas sindicales han impuesto importantes contratos traidores y bloqueado huelgas en nombre del llamado “interés nacional”. El verano pasado, Biden resumió esta relación llamando a la AFL-CIO su “OTAN doméstica”, destacando su papel esencial en asegurar las cadenas de suministro e imponer la paz laboral a los trabajadores en preparación para nuevas guerras.

Despidos masivos

Mientras Trump pisotea los derechos democráticos y busca establecer una dictadura, la burocracia sindical intenta mantener esta relación bajo su administración. Grandes sindicatos, incluidos los Trabajadores Automotrices Unidos (UAW), los Teamsters, y el sindicato de estibadores de la costa este, la Asociación Internacional de Estibadores (ILA), han respaldado explícitamente las medidas arancelarias de Trump, alegando que traerán de vuelta empleos “americanos”. A principios de este año, la ILA impuso a la fuerza un nuevo contrato de seis años negociado por Trump, declarando al aspirante a führer como el “amigo” de los trabajadores estadounidenses.

La realidad es la contraria. Craig Fuller, fundador y director ejecutivo del medio especializado en logística global FreightWaves, indicó en X (antes Twitter) que las medidas de guerra comercial serán una “masacre” para los trabajadores del transporte en camión en EE.UU.

“Muchos camioneros con los que he hablado no se dan cuenta de cuán rápidamente ha colapsado el volumen de contenedores,” proclamó Fuller. “A partir de mayo, el transporte portuario desde California estará casi eliminado.”

En otra actualización publicada dos días después, Fuller añadió: “Los mercados de transporte para el comercio minorista y manufactura están pasando apuros, y la manufactura pesada ha sido completamente aniquilada.”

De la guerra comercial a la guerra mundial

Según datos proporcionados por FreightWaves, los volúmenes de carga para camiones en Atlanta, Dallas y Chicago han caído un 12 por ciento, 13 por ciento y 19 por ciento respectivamente. La mayor caída se registró en Cleveland, con un descenso del 35 por ciento, sumándose a un descenso general del 10 por ciento en la demanda de transporte por camión con respecto al año previo.

Afirmar que los constructores navales de EE.UU. pueden reemplazar los barcos chinos excluidos por los aranceles y tarifas portuarias es negar la realidad. Veinte de los barcos portacontenedores más grandes por capacidad fueron construidos u operan bajo corporaciones chinas y surcoreanas. Estas embarcaciones colosales promedian más de 22.500 TEU (unidad equivalente a 20 pies), mientras que el barco portacontenedores más grande construido en EE.UU., el Daniel K. Inouye, tiene capacidad de apenas 3.600 TEU.

Según un informe de la USTR producido el año pasado durante la administración de Biden, EE.UU. ocupa actualmente el puesto número 19 en construcción naval comercial, fabricando menos de cinco barcos al año. En 1975, EE.UU. construía 70 barcos al año y era el primer productor mundial, cuando la globalización apenas comenzaba.

Hoy, China construye más de 1.700 barcos al año, y recibe el 74 por ciento de todos los nuevos pedidos durante el año fiscal 2024.

Los astilleros chinos son una parte vital de la economía globalizada, transportando mercancías por todo el mundo, no solo exportaciones chinas. El sector agrícola estadounidense también empieza a sentir los efectos económicos de estas medidas, dado que China es el mayor importador de productos agrícolas estadounidenses, transportados en barcos de carga fabricados en China.

Otros países asiáticos como Japón, Corea del Sur, Taiwán y Tailandia también importan grandes cantidades de trigo, maíz y soya del mercado estadounidense, usando nuevamente barcos chinos.

Varios mercados asiáticos están explorando la posibilidad de comprar grano a exportadores en América Latina o la región del Mar Negro para evitar los aranceles estadounidenses y las tarifas asociadas con barcos construidos en China.

La industria marítima china ya muestra signos de desaceleración debido al carácter inesperado y esporádico de las tarifas propuestas, como lo indica una leve caída en las ventas de barcos chinos en las últimas semanas.

Cualesquiera que sean las diferencias tácticas, y a pesar de las consecuencias desastrosas, la guerra comercial contra China cuenta con respaldo bipartidista. El informe de la USTR mencionado antes, elaborado a pedido del sindicato United Steelworkers (USW) y otros cuatro sindicatos estadounidenses, constituye la base de los planes de Trump para imponer tarifas a embarcaciones chinas. La investigación alegó que China goza de una superioridad “irrazonable” en los sectores marítimo, logístico y de construcción naval, lo cual “perjudica gravemente a las empresas, trabajadores y a la economía estadounidense.”

El objetivo fundamental de estas y otras medidas similares es preparar las cadenas de suministro de EE.UU. para una guerra masiva contra China, que inevitablemente incluiría batallas navales a gran escala. El texto de la Ley SHIPS for America, orientada a fortalecer la industria marítima estadounidense y propuesta por primera vez en los últimos meses del gobierno de Biden, cita explícitamente el objetivo de “apoyar la defensa nacional y la seguridad económica” como justificación principal.

Aunque tienen un carácter desesperado y demente, las medidas de guerra comercial de Trump siguen una lógica de clase basada en consideraciones geopolíticas, económicas y militares.

Con una deuda oficial de EE.UU. que asciende a 36 billones de dólares, aumentando en 10.000 millones cada día, la clase dominante estadounidense busca salidas a su crisis financiera emprendiendo provocaciones cada vez más imprudentes contra aliados y rivales por igual.

La guerra comercial, y la eventual guerra mundial que provocará, debe ser rechazada por los trabajadores a nivel internacional a toda costa.

Los problemas que enfrenta la clase trabajadora en Estados Unidos no provienen de trabajadores canadienses, mexicanos o chinos, sino de las políticas procapitalistas de la clase dominante en todos los países.

La única alternativa viable es el rechazo del “Primero EE.UU.” y de todas las formas de nacionalismo, en favor de la unidad global de la clase trabajadora contra la explotación capitalista, la guerra y la dictadura.

Esto requiere una rebelión contra los colaboradores fascistizantes y procorporativos en la burocracia sindical mediante el desarrollo de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base, derrocando a la burocracia y devolviendo el poder a los centros de trabajo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de abril de 2025)

Loading