Español

Las subidas arancelarias de Trump hacen retroceder el comercio mundial

El comercio mundial experimentará una contracción este año como consecuencia de la guerra arancelaria desatada por el presidente estadounidense Donald Trump, según un informe publicado ayer por la Organización Mundial del Comercio (OMC).

La OMC afirmó que las perspectivas para el comercio mundial se han “deteriorado drásticamente” debido a los aumentos de aranceles por parte de EE.UU. y la “incertidumbre en las políticas comerciales” que han generado. Se estima una contracción del 0,2 por ciento para 2025, en contraste con un incremento del comercio del 2,9 por ciento en 2024. Añadió que el crecimiento del comercio podría haber alcanzado hasta un 2,7 por ciento este año si los aranceles se hubieran mantenido bajos.

Un corredor bursátil observa las pantallas de video en la bolsa de Frankfurt, Alemania, miércoles 16 de abril de 2025. [AP Photo/Matthias Schrader]

Las previsiones de la OMC toman en cuenta la pausa de 90 días que Trump anunció en la imposición de los “aranceles recíprocos”, que oscilan entre el 30 y el 50 por ciento para varios países.

La contracción podría ser incluso más significativa de lo que indica el informe, publicado apenas dos semanas después del anuncio de Trump sobre el llamado “día de la liberación”. Esto se debe tanto a que los “aranceles recíprocos” podrían implementarse tras la pausa, como a la incertidumbre generada por la guerra arancelaria.

“Los riesgos para la previsión incluyen la aplicación por parte de Estados Unidos de los aranceles recíprocos actualmente suspendidos, así como un efecto de contagio más amplio de la incertidumbre en la política comercial, más allá de las relaciones comerciales vinculadas con EE.UU.”, señaló la OMC.

La organización prevé que, si se aplicaran los aranceles recíprocos, esto provocaría una reducción adicional del comercio mundial en 0,6 puntos porcentuales. Y si la incertidumbre en la política comercial se amplía, habría una reducción adicional de 0,8 puntos porcentuales, lo que llevaría a una “disminución del 1,5 por ciento en el volumen del comercio mundial de mercancías en 2025”.

Con la imposición de un arancel del 145 por ciento por parte de EE.UU. contra China, la OMC espera que el comercio entre ambos países —las economías número uno y número dos del mundo, respectivamente— se contraiga entre un 80 y un 90 por ciento.

La directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, quien presentó el informe, expresó que el “desacoplamiento” entre EE.UU. y China era un “fenómeno que realmente me preocupa” y que tendrá “consecuencias de gran alcance”.

En esta etapa, nadie puede predecir con certeza cuáles serán esas consecuencias. Pero un desacoplamiento de esta magnitud entre economías importantes solo ha tenido lugar anteriormente en tiempos de guerra.

La OMC advirtió que, entre otras cosas, la incertidumbre en torno a la política comercial podría “debilitar la confianza empresarial, reduciendo la inversión empresarial y, por ende, perjudicando el crecimiento económico”. En su peor escenario —que bien podría materializarse—, el organismo comercial señaló que el crecimiento global caería al 1,7 por ciento. Tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional consideran que un crecimiento global inferior al 2 por ciento es indicativo de una recesión.

A medida que se extiende el peligro para el crecimiento global, la administración Trump ha indicado que la guerra económica de EE.UU. contra el mundo se intensificará con el inicio de investigaciones sobre chips informáticos, productos farmacéuticos y minerales estratégicos bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962 por parte del departamento de comercio.

Según esta legislación, el departamento de comercio elabora un informe para el presidente sobre si la importación de un producto en particular se hace “en cantidades o bajo circunstancias que amenazan o perjudican la seguridad nacional”.

Esta legislación ya se había utilizado para imponer aranceles al acero y al aluminio. Ahora, su alcance parece extenderse.

A través de dos presentaciones diferentes este lunes, la administración anunció que ordenaba investigaciones sobre las implicaciones para la seguridad nacional de la importación de chips informáticos, así como de productos farmacéuticos, sus ingredientes y derivados. Las investigaciones fueron iniciadas por el secretario de comercio, Howard Lutnick, el día anterior al anuncio de Trump del 2 de abril.

Ambas investigaciones están directamente vinculadas al objetivo de “relocalizar” la producción en EE.UU. con el fin de reunir las instalaciones necesarias para una guerra. Como comentó Trump en marzo: “Ya no fabricamos productos farmacéuticos y si tenemos problemas como guerras u otras cosas, necesitamos acero, necesitamos productos farmacéuticos”.

El inicio oficial de las investigaciones sobre chips y productos farmacéuticos fue seguido el martes por una orden ejecutiva de Trump al departamento de comercio para que ideara formas de impulsar la producción estadounidense de minerales estratégicos, vitales para el desarrollo de productos de alta tecnología, motores eléctricos y la industria automotriz. También aquí el énfasis estaba en la preparación para la guerra.

“El presidente Trump reconoce que una dependencia excesiva de minerales estratégicos del extranjero y de sus productos derivados podría poner en peligro las capacidades de defensa de EE.UU., el desarrollo de infraestructura y el desarrollo tecnológico”, afirmaba la orden.

La declaración advertía que EE.UU. “depende en gran medida de fuentes extranjeras, particularmente de naciones adversarias”, lo que lo expone a una “coerción económica”.

El problema no es la falta de minerales estratégicos dentro de sus fronteras, sino que no posee la capacidad industrial para refinarlos y procesarlos. China se ha convertido en el principal procesador mundial, con el resultado de que incluso los minerales extraídos en EE.UU. deben ser enviados allí.

A medida que EE.UU. intensifica su guerra económica, China responde cada vez con más fuerza. Tras haber igualado los aumentos arancelarios generales de EE.UU., ahora impone restricciones a la exportación de minerales estratégicos y busca ampliar las represalias.

Esta semana surgieron informes de que Beijing ha ordenado a las aerolíneas no realizar nuevos pedidos de aviones Boeing y que las aerolíneas deben obtener autorización previa para recibir las aeronaves previamente encargadas.

Boeing, que ha enfrentado una crisis de calidad tras los accidentes fatales del MAX en 2018 y 2019, solo pudo reanudar las entregas a China en el verano de 2024, después de que el país asiático suspendiera las recepciones. El mercado chino es crucial para la industria de la aviación, y Boeing estima que representará una quinta parte del mercado global de aeronaves en las próximas dos décadas.

La importancia del mercado chino y los golpes que reciben las corporaciones estadounidenses por la guerra arancelaria y las prohibiciones de exportación de Trump también se reflejan en el sector de alta tecnología.

Ayer, Nvidia —líder mundial en la fabricación de chips avanzados para el desarrollo de inteligencia artificial— anunció que realizará un ajuste negativo en sus ingresos de 5.500 millones de dólares debido a las acciones de Trump para restringir las exportaciones a China de su unidad de procesamiento gráfico H20.

Según un informe del Financial Times, “expertos del sector creen que el impacto sobre los ingresos de Nvidia podría superar los 10.000 millones de dólares”.

Washington ya había impuesto controles de exportación sobre los chips más avanzados de la empresa, pero Nvidia creía, tras conversaciones con Trump, que la versión menos potente H20 no se vería afectada por la prohibición y así lo comunicó a sus compradores chinos.

La sorprendente noticia de que se introducían nuevos controles de exportación es una señal más de que las grandes corporaciones estadounidenses no pueden realizar una planificación a largo plazo con un mínimo de certeza. Esto provocó una caída de casi el 7 por ciento en las acciones de Nvidia; el índice tecnológico NASDAQ cayó más del 3 por ciento y el S&P 500 bajó un 2,24 por ciento.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 16 de abril de 2025)

Loading