La incursión del ejército ucraniano a la región de Kursk en Rusia, que duró ocho meses, ha terminado efectivamente después de que Rusia anunciara que recuperó el control de Guyevo, una de las últimas aldeas bajo control de las fuerzas ucranianas en territorio ruso.
En medio de los avances sostenidos de Rusia sobre el propio Donbass ucraniano, Ucrania lanzó esta invasión aventurera en agosto del año pasado y ocupó entre 1.000 y 1.300 kilómetros cuadrados, convirtiéndola en la mayor invasión terrestre a Rusia desde la Wehrmacht de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Las tropas enviadas al territorio ruso fueron entrenadas por el Reino Unido y utilizaron tanques de batalla de la OTAN.
El gobierno dictatorial de derecha del presidente Volodímir Zelenski promovió inicialmente la invasión como una forma de reducir la presión sobre sus fuerzas insuficientes en el Donbass y mejorar la posición de Kiev en eventuales negociaciones para poner fin a la guerra. Al hacerlo, el ejército ucraniano desvió un número considerable de sus mejores tropas hacia una incursión condenada al fracaso, que de manera previsible resultó en la muerte de miles de soldados ucranianos sin mejorar la posición negociadora de Kiev ni crear una “zona de amortiguamiento” para su ejército.
A principios de marzo, la BBC informó sobre la retirada “catastrófica” de las fuerzas ucranianas de la ciudad estratégicamente importante de Sudzha, en la región de Kursk. Fue “como una película de terror”, según testimonios de soldados ucranianos que condenaron unánimemente el liderazgo militar por el fiasco de Kursk.
Según un soldado llamado Dmytro, “los caminos están llenos de cientos de coches destruidos, vehículos blindados y cuatrimotos. Hay muchos heridos y muertos”.
Dmytro estimó que miles de soldados ucranianos han muerto innecesariamente desde el inicio de la invasión en agosto de 2024 y declaró: “Todo se ha acabado en la región de Kursk… la operación no fue exitosa”.
Hablando con Reuters, el soldado ucraniano Oleksii Deshevyi, de 32 años, un ex guardia de seguridad de supermercado que perdió la mano mientras luchaba en Kursk en septiembre, también condenó la desastrosa invasión.
“No deberíamos haber comenzado esta operación”, dijo Deshevyi desde un centro de rehabilitación en Kiev.
Según el Kyiv Independent, las pérdidas materiales totales para Ucrania ascendieron a 790 unidades de equipo frente a 740 por parte de Rusia.
Además de sus propias bajas militares y de la pérdida de equipo suministrado por occidente, el gobierno ruso ha implicado a soldados ucranianos en el asesinato de 22 civiles en la aldea ocupada de Russkoye Porechnoye entre septiembre y noviembre.
El mentiroso habitual Zelenski y su comandante en jefe, el general Oleksandr Syrskyi, continúan elogiando la operación en Kursk como un “éxito”. A mediados de marzo, mientras Kiev retiraba sus tropas de la región, Zelenski declaró absurdamente que los soldados en retirada lo hacían con la “misión cumplida”. Quedará en manos de los historiadores militares dar un balance completo de la muerte y destrucción causadas por la invasión.
A pesar de las afirmaciones falsas de Zelenski y Syrskyi, el fracaso de la operación ha socavado evidentemente la posición de ambos dentro del Estado ucraniano respaldado por la OTAN.
La semana pasada, The Guardian publicó una entrevista con Bohdan Krotevych, exjefe de Estado Mayor de la infame brigada neonazi Azov. En ella, pidió la destitución de Syrskyi como jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Krotevych es un declarado admirador del criminal de guerra nazi Albert Kesselring, quien jugó un papel clave en la invasión nazi a la Unión Soviética en 1941 y fue responsable de la masacre de las Fosas Ardeatinas en Italia en 1944, donde fueron asesinados 335 civiles.
Krotevych es una figura poderosa. En junio del año pasado, Zelenski sustituyó al comandante de las Fuerzas Conjuntas, el teniente general Yuriy Sodol, por el general de brigada Andrii Hnatov por recomendación suya, lo cual da cuenta de la enorme influencia de la extrema derecha en los niveles más altos del Estado ucraniano.
Aunque inicialmente apoyó la invasión a Kursk, en sus declaraciones al periódico británico criticó a Syrskyi por “quedarse allí demasiado tiempo”, especialmente cuando las fuerzas rusas avanzaban sobre la ciudad de Pokrovsk, en el sur del Donbass.
“Syrskyi no aplica una ciencia avanzada ni el arte de la guerra”, dijo Krotevych, acusándolo de tener “sólo dos funciones: si el enemigo ataca, arrojar más personas. Y si el enemigo es superior, replegar nuestras fuerzas y alegar que se preocupa por la vida de las personas”.
También criticó a Syrskyi por no otorgar suficiente descanso a los soldados movilizados. Posturándose prácticamente como un “humanitario” en relación con los soldados ucranianos, Krotevych afirmó que renunció a su cargo en Azov tras “recibir del alto mando militar, de la jefatura del comandante en jefe, órdenes que cada vez se acercaban más a lo criminal y que, por conciencia, no podía cumplir ni acatar”.
Mientras Krotevych intenta absolverse a sí mismo y a Azov del fracaso de la invasión a Kursk, la captura de “tierras ucranianas históricas” en Rusia ha sido desde hace tiempo parte de las aspiraciones irredentistas defendidas por los nacionalistas de extrema derecha.
En septiembre de 2022, Dmytro Yarosh, fundador y exlíder del fascista Sector Derecho, anticipando la invasión a Kursk, exigía en Facebook que Ucrania hiciera reclamos territoriales sobre varias regiones y ciudades de Rusia, citando específicamente Belgorod, Kubán y Vorónezh, y pidió expandir la guerra para recuperar “tierras ucranianas”.
Al final de la entrevista, Krotevych anunció que pasará un tiempo en Londres y que está comenzando una “empresa privada, Strategic Operational and Intelligence Agency (Soia), para recolectar inteligencia sobre Rusia, Bielorrusia, Corea del Norte y otros países hostiles a Ucrania, además de actuar como enlace experto con occidente”.
Krotevych subrayó que sus visitas a Londres no están relacionadas con Valery Zaluzhny, excomandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Tras un enfrentamiento público con el presidente Zelenski, Zaluzhny fue destituido y enviado al Reino Unido donde actualmente se desempeña como embajador del país.
Admirador reconocido del líder fascista ucraniano Stepan Bandera, Zaluzhny es uno de los favoritos para eventuales elecciones presidenciales y probablemente sería apoyado por varias organizaciones militares y políticas de extrema derecha como Azov. En marzo, en medio de los intentos del gobierno de Trump de negociar un acuerdo con Rusia y Ucrania para poner fin a la guerra y saquear los recursos de ambos países, Zaluzhny pronunció un provocador discurso en Chatham House, en Londres, declarando que Estados Unidos estaba “destruyendo” el orden mundial y se había unido al “eje del mal”. El gobierno de Zelenski se distanció públicamente de sus declaraciones.
Aunque las fuerzas ucranianas han sido expulsadas de Kursk, Kiev ha continuado con los ataques transfronterizos en la región de Bélgorod. “Seguimos llevando a cabo operaciones activas en las zonas fronterizas del territorio enemigo, y eso es absolutamente justo: la guerra debe volver de donde vino”, declaró Zelenski el lunes pasado en un mensaje nocturno en video.
(Artículo originalmente publicado en inglés el 14 de abril de 2025)