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La Unión Europea impone contra-aranceles a Estados Unidos

Tras la entrada en vigor el miércoles por la mañana de los aranceles punitivos anunciados por el presidente estadounidense Donald Trump, la Unión Europea (UE) respondió con sus propias contramedidas. Sin embargo, estas son relativamente modestas.

Mientras que Estados Unidos impuso aranceles de importación del 20 por ciento sobre casi todos los productos provenientes de la UE (los aranceles previamente implantados del 25 por ciento a los automóviles, el acero y el aluminio siguen vigentes), la UE sólo impone aranceles de entre el 10 y el 25 por ciento sobre productos seleccionados por un valor de 21.000 millones de euros. Esto es menos que los 26.000 millones de euros en importaciones de acero y aluminio de Europa a Estados Unidos que están sujetas a aranceles.

Además, los aranceles sólo entrarán en vigor de manera gradual: cerca de una quinta parte a partir de mediados de abril, otra parte desde mediados de mayo y los gravámenes sobre almendras y soya apenas a comienzos de diciembre. La lista de bienes afectados, que apunta principalmente a regiones con alta proporción de votantes de Trump, ya había sido elaborada en respuesta a los aranceles sobre acero y aluminio.

A diferencia de China, que respondió a horrendos aranceles estadounidenses del 104 por ciento con contra-aranceles del 84 por ciento, Bruselas apuesta por llegar a un acuerdo con Washington. La Comisión Europea enfatizó: “Estas contramedidas pueden ser suspendidas en cualquier momento si Estados Unidos acepta un resultado de negociación justo y equilibrado”. Y añadió que la UE “prefiere claramente encontrar una solución negociada, equilibrada y mutuamente beneficiosa con Estados Unidos”.

También hay esperanzas de que —como señaló el diario alemán FAZ — “el poder de los hechos ponga a Trump en su lugar”, es decir, que el aumento en los precios al consumidor en Estados Unidos y las consecuencias negativas de los aranceles para empresas e instituciones financieras estadounidenses lleven a Trump a recular. En Europa se siguió con gran interés el intercambio de ataques entre Peter Navarro, jefe de la política comercial de Trump, y el director ejecutivo de Tesla, Elon Musk. Sin embargo, esas esperanzas podrían resultar infundadas.

Las consecuencias de una guerra comercial en escalada entre Estados Unidos y la Unión Europea serían devastadoras. No hay otras dos regiones del mundo tan estrechamente entrelazadas económicamente. En conjunto, representan casi el 30 por ciento del comercio global de bienes y servicios y el 43 por ciento de la producción económica mundial (PIB).

En 2024, la UE y Estados Unidos intercambiaron bienes por un valor de 865.000 millones de euros y servicios por 746.000 millones de euros. Alrededor del 26 por ciento de las exportaciones europeas de bienes se dirigieron a Estados Unidos, mientras que el 13,7 por ciento de los bienes importados provenían de ese país. La UE logró un superávit de 157.000 millones de euros en el comercio de bienes (lo cual Trump utilizó para justificar los aranceles punitivos), mientras que el reverso se da en el ámbito de los servicios: EE.UU. obtuvo un superávit de 109.000 millones de euros.

Sin embargo, también hay voces en Europa que abogan por una postura más firme contra Estados Unidos. Alemania y Francia, en particular, desean tomar medidas contra las empresas estadounidenses de servicios.

Alemania es especialmente afectada por los aranceles estadounidenses. Exportó bienes por un valor de 161.000 millones de euros a EE.UU. en 2024. La industria farmacéutica alemana y el fabricante de automóviles Porsche destinaron cada uno alrededor de una cuarta parte de su producción al mercado estadounidense. Los constructores aeronáuticos, fabricantes de productos especiales como equipos médicos, astilleros que construyen cruceros para EE.UU., y en particular la industria automotriz también está fuertemente afectados por los aranceles.

Mientras que algunos fabricantes de automóviles, como Porsche y Audi, solo venden en EE.UU. modelos producidos en Europa, otros, como Volkswagen, BMW y Mercedes, tienen plantas en Estados Unidos, pero también importan desde Europa y México, por lo que siguen dependiendo de proveedores internacionales. Audi ya ha reaccionado a los aranceles punitivos con una prohibición de exportaciones y, por el momento, solo piensa vender en EE.UU. los autos que ya tiene almacenados allí.

El saliente ministro alemán de Economía, Robert Habeck (Verdes), propuso el lunes utilizar el “Instrumento Anti-Coerción” contra los aranceles punitivos de Trump, considerado una “bazuca” en el arsenal comercial de la UE. Introducido a fines de 2023, el Instrumento Anti-Coerción permite una amplia gama de contramedidas que van mucho más allá de los aranceles. Empresas tecnológicas estadounidenses como Alphabet, Meta, Apple, Microsoft y Amazon, que generan miles de millones en ventas en Europa, podrían ver restringidas sus actividades y ser sujetas a gravámenes adicionales. Esto desencadenaría una espiral de escalada con consecuencias económicas devastadoras.

El miércoles por la tarde, Trump suspendió durante 90 días los aranceles aumentados para 75 países que habían mostrado disposición a negociar, dejándolos con un arancel estándar del 10 por ciento. Al mismo tiempo, anunció un nuevo incremento inmediato a los aranceles sobre importaciones provenientes de China, elevándolos al 125 por ciento. Sin embargo, incluso si el conflicto entre EE.UU. y la UE no escala más, Europa se verá directamente afectada por la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Las bolsas europeas ya han reaccionado con fuertes fluctuaciones y pérdidas.

La UE se enfrenta a un dilema. Si apoya a China contra los aranceles de Trump, corre el riesgo de una escalada del conflicto con Estados Unidos y la ruptura definitiva de la OTAN, de la cual depende en su guerra contra Rusia. Si se alinea con EE.UU. contra China, arriesga perder a su socio comercial más importante junto a Estados Unidos. En 2024, la UE exportó bienes por 213.000 millones de euros a China e importó por un valor de 518.000 millones de euros.

Por ello, la UE intenta desactivar el conflicto. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, habló el martes por teléfono con el primer ministro chino Li Qiang y le pidió prevenir una escalada mayor. Ante la gran perturbación causada por los aranceles de EE.UU., Europa y China, como los dos mayores mercados del mundo, tienen la responsabilidad de asegurar un sistema comercial libre y justo, afirmó von der Leyen. Pero no tuvo éxito. China no estuvo dispuesta a ceder ante la presión de Estados Unidos y aumentó sus aranceles contras del 34 al 84 por ciento al día siguiente.

Incluso si Trump impone aranceles a “amigos y enemigos”, el verdadero objetivo de su ofensiva es China, como dejan claro los últimos acontecimientos. Incluso el conservador FAZ lo reconoce: “Con su guerra arancelaria, Trump está agudizando el gran conflicto global que definirá el siglo XXI”, afirma en un comentario de Nikolas Busse. China, y no Rusia, es el principal problema desde la perspectiva de Estados Unidos. “Trump ha impuesto sus aranceles a todo el mundo, pero sus planes militares apuntan principalmente a China. En esto no se diferencia de sus predecesores”.

Alemania y la UE están reaccionando al enfoque agresivo de Estados Unidos con rearme, para participar de forma independiente en el violento reparto imperialista del mundo. El precio lo está pagando la clase trabajadora y la juventud a ambos lados del Atlántico en forma de despidos masivos, recortes sociales, represión estatal y su utilización como carne de cañón en guerras futuras.

Los partidos que alguna vez se autoproclamaron de izquierda o reformistas cumplen un papel clave en este proceso. En Alemania, el mismo día en que entraron en vigor los aranceles punitivos de Trump, los socialdemócratas firmaron un acuerdo de coalición con la conservadora Unión Demócrata Cristiana/Unión Social Cristiana centrado en el rearme más amplio desde Hitler, la expansión del aparato estatal represivo, la adopción de la política migratoria fascista de Alternativa para Alemania y recortes de empleos.

En Estados Unidos, los sindicatos están entre los más fervientes defensores de los aranceles punitivos de Trump. En Alemania, son responsables de la disminución de los salarios reales y de organizar despidos masivos en la industria automotriz.

La clase obrera no debe dejarse arrastrar por este torbellino de nacionalismo y reacción. La clase trabajadora es la única fuerza social capaz de oponerse a ello al unirse internacionalmente y luchar por el derrocamiento del capitalismo y la construcción de una sociedad socialista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 9 de abril de 2025)

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