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Trump amenaza con designar “terroristas” a los cárteles de la droga y allana el camino a operaciones militares de EEUU contra México

Han aparecido en los medios de comunicación posibles planes de operaciones militares estadounidenses en México después de que el presidente entrante Donald Trump se comprometiera a designar a los cárteles de la droga como “organizaciones terroristas extranjeras”. 

Tropas estadounidenses en la frontera entre Arizona y México [Photo by U.S. Army/2nd Lt. Corey Maisch]

El 22 de diciembre, durante el evento de extrema derecha AmericaFest, Trump dijo que haría la designación “inmediatamente” como parte de “un conjunto histórico de órdenes ejecutivas” que firmará tras su inauguración el 20 de enero. 

En virtud de la Ley de Autorización para el Uso de la Fuerza Militar de 2001, este paso proporcionaría el marco jurídico, no solo para sanciones financieras y penales, sino también para operaciones militares en México, como señala The Independent

A partir de entrevistas con funcionarios del equipo de transición de Trump, Rolling Stone informó sobre los planes militares que ya se han presentado a Trump para su consideración, que “incluyen ataques aéreos contra la infraestructura de los cárteles, asesinar a sus líderes y entrenar a las fuerzas mexicanas”, así como “operaciones encubiertas y patrullas en la frontera para detener el flujo de drogas a través de ella”.

La revista preguntó a militares en activo y retirados cómo sería una operación de este tipo. Varios compararon una posible ofensiva para desmantelar la cúpula de los cárteles con las guerras de Estados Unidos en Oriente Próximo. Un veterano dijo: “Es Irak otra vez. Vas a localizar y fijar el OAV [objetivo de alto valor] y luego empezar a destripar las redes. Eliminas a los líderes clave, y lo que van a hacer después es simplemente sacar a los mandos intermedios del campo de batalla”. 

Trump ha argumentado que hay que librar tal guerra para impedir que los cárteles se apoderen de ciudades estadounidenses y frenar las muertes por sobredosis. Sin embargo, aquellos familiarizados con la “guerra contra el terrorismo” conocen bien cuáles son los propósitos reales de designar a los cárteles como “organizaciones terroristas”, cuando se trata del Gobierno más implicado en crímenes de guerra y terrorismo en el mundo. Trump ve a los cárteles como un nuevo pretexto basado en mentiras para librar guerras de agresión en el extranjero e intensificar los ataques a los derechos democráticos al interior, como lo fueron las “armas de destrucción masiva”, Al Qaeda y los talibanes. 

Como parte de sus planes de deportación masiva, Trump está presentando a las comunidades migrantes de clase trabajadora en Estados Unidos y a las olas de nuevos migrantes que intentan escapar la devastación económica y social causada por un siglo de opresión imperialista como una demografía infestada por las organizaciones criminales. No obstante, estas afirmaciones completamente han sido ampliamente desmentidas por las estadísticas sobre migrantes. 

Al mismo tiempo, su Gobierno quiere sentar un precedente para reanudar el largo y sangriento historial de invasiones militares de Washington en el hemisferio durante los siglos XIX y XX, como forma de estrechar su dominio sobre el vientre geoestratégico del imperialismo estadounidense y fuente de recursos naturales y mano de obra barata. 

Las razones subyacentes fueron resumidas en la declaración de Año Nuevo del World Socialist Web Site

Las declaraciones incendiarias de Trump sobre la toma del canal de Panamá, la compra de Groenlandia y la amenaza de desplegar el ejército en México ejemplifican las ambiciones imperialistas de la Administración entrante. El corolario del nacionalismo “Estados Unidos Primero” de Trump es una política global de establecer una “Fortaleza de las Américas”, considerando el control sobre el hemisferio occidental con un paso esencial en la confrontación en desarrollo con China.

De forma similar a cómo los medios corporativos cubrieron las guerras de Irak y Afganistán, el reportaje de Rolling Stoney otros sobre el tema ignoran estas causas transparentes y dan por sentados los objetivos profesados por los funcionarios del Gobierno entrante. De este modo, la revista cita comentarios que critican una posible invasión simplemente en términos de ser una estrategia ineficaz para combatir los cárteles y que podría resultar políticamente contraproducente para el imperialismo estadounidense.

Tales declaraciones reflejan el temor de que la masacre de familias obreras y empobrecidas en ciudades y pueblos mexicanos destruidos por bombardeos e incursiones estadounidenses alimentaría el creciente sentimiento antiimperialista y antibélico en la región y dentro de los Estados Unidos, más allá del causado por el genocidio estadounidense-israelí en Gaza. 

Los miembros seleccionados por Trump para su Gobierno, como el ex boina verde y agente de la CIA, Ronald Johnson, como embajador en México, dejan claro que no se trata de amenazas vanas. 

Varios miembros nominados a su gabinete han respaldado la idea. El nominado a asesor de seguridad nacional, Mike Waltz presentó una legislación para autorizar el uso de la fuerza militar contra los cárteles de la droga en México, pidiendo “tratarlos como al Estado Islámico”. 

No se puede exagerar la devastación potencial de un ataque dirigido por Estados Unidos, cuente o no con la bendición de las autoridades mexicanas. El Gobierno mexicano, operando con armas y entrenamiento estadounidenses en el marco de la Iniciativa Mérida, ya lanzó una guerra en 2006 que no ha logrado frenar las operaciones de los cárteles, al tiempo que ha dejado un saldo estimado de 450.000 muertos y 100.000 desaparecidos y ha costado incontables miles de millones de dólares. Los homicidios se mantienen cerca de máximos históricos. 

Del mismo modo, dos décadas de guerras de contrainsurgencia dirigidas por Estados Unidos en Afganistán, Pakistán, Irak, Siria y Yemen han destruido sociedades enteras y han provocado hasta 940.000 muertes directas y 4,7 millones de muertes indirectas, según el Instituto Watson de la Universidad Brown. 

Rolling Stone también destaca la posibilidad de represalias por parte de los cárteles tanto contra los 1,6 millones de ciudadanos estadounidenses que viven en México como contra objetivos en Estados Unidos. 

La embestida planeada por Trump contra los migrantes y las amenazas de agresión comercial y militar están sacudiendo los cimientos del dominio de la burguesía en todos los países de la región, dejando clara su incapacidad para oponerse al imperialismo. 

La presidenta nacionalista burguesa de México Claudia Sheinbaum ha respondido a las amenazas militares de Trump, así como a sus amenazas de imponer devastadores aranceles comerciales, con la consigna “colaboración, no subordinación”, tan absurda como sonaría si la hubiera usado Polonia en 1939 contra Hitler.

El 23 de diciembre, refiriéndose al mismo discurso fascista en el AmericaFest, Sheinbaum reprodujo un video de Trump donde la llama “una mujer encantadora, maravillosa, presidenta Sheinbaum, una mujer maravillosa.”

“Agradezco mucho que se refiera a mí de esa manera”, dijo y destacó cómo Trump “pide el apoyo para la migración y otros temas y después hay otra parte donde habla sobre definir a los cárteles sobre terrorismo, pero nunca habla de la intervención en México. Nunca”.

Tales esfuerzos por minimizar las amenazas militares por parte del próximo comandante en jefe fascista de un país vecino con el ejército más poderoso de la historia y responsable de innumerables crímenes de guerra y agresiones en todo el mundo no son nada menos que criminales. Estados Unidos tomó más de la mitad del territorio de México durante la guerra de 1846-48 y ha invadido a su vecino al menos 10 veces.

Pero sin creer en sus propias palabras, Sheinbaum ha respondido con una concesión tras otra. El viernes pasado, Sheinbaum retractó su afirmación de que se negaría a recibir deportados de Estados Unidos de otras nacionalidades. “Aquí los vamos a recibir”, dijo. 

Este giro se produce tras el anuncio de que su Gobierno planea organizar una conferencia de cancilleres de América Latina para presionar a otros países a aceptar deportados de Estados Unidos. Es decir, los funcionarios mexicanos actuarían como emisarios de los Departamentos de Estado y Seguridad Nacional de Trump. 

Sheinbaum también ha intensificado los esfuerzos de su predecesor Andrés Manuel López Obrador para desvincular la economía mexicana de China y servir mejor a las exigencias geopolíticas de Washington. El 1 de enero, México puso en vigor aranceles del 19 por ciento a productos comprados en plataformas digitales de países sin tratados comerciales, afectando principalmente a las plataformas chinas Shein y Temu. Esto sigue a un arancel de 35 por ciento a productos textiles, principalmente de Asia. 

La respuesta ruinosa de Sheinbaum demuestra que la oposición a Trump no puede basarse en ninguna forma de nacionalismo burgués ni en ningún proyecto de “unidad del sur global.” Al igual que las otras variantes de la “marea rosa” en América Latina –desde Maduro en Venezuela, hasta Lula en Brasil y Petro en Colombia—, el Gobierno en México representa los intereses de los clientes capitalistas venales del imperialismo estadounidense que subordinan todas las cuestiones democráticas a consideraciones de inversiones, créditos y acceso a los mercados. Una oposición auténtica solo puede provenir de un movimiento socialista revolucionario de la clase obrera, que una a los trabajadores de América del Norte, Central y del Sur para acabar con el imperialismo y el sistema capitalista de ganancias.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 6 de enero de 2024)

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