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Perspectiva

Las masacres sauditas de refugiados: asesinatos masivos a manos de un aliado clave de EE.UU.

Los guardias fronterizos de Arabia Saudita, armados y entrenados por las potencias imperialistas, especialmente Estados Unidos, han perpetrado crímenes sádicos de lesa humanidad, según un reporte de Human Rights Watch (HRW) publicado el lunes. El reporte documenta el asesinato sistemático de cientos de migrantes, principalmente de Etiopía, en la frontera de Yemen con Arabia Saudita entre marzo de 2022 y junio de 2023.

Basado en testimonios de testigos directos, evidencia de video e imágenes satelitales, el reporte titulado “Las balas caían como lluvia”, descubrió que grupos grandes de migrantes fueron atacados con morteros, misiles y tanques, dejando “escenas de horror: mujeres, hombres y niños desparramados en las montañas, gravemente heridos, desmembrados o ya muertos”.

Estos ataques a veces continuaban por días. Muchos que perdían extremidades debían ser abandonados y los sobrevivientes describen los gritos y el trauma mental de verse obligados a dejarlos.

Hamdiya de 14 años le dijo a HRW, “Nos disparaban sin parar. Vi a personas morir de una manera que nunca imaginé. Vi a 30 personas asesinadas en un solo lugar. Me metí debajo de una roca y dormí ahí. Podía sentir a otras personas durmiendo alrededor mío. Descubrí que las personas que pensaba que dormían alrededor realmente eran cuerpos de fallecidos”.

En algunos casos, fueron matadas hasta 100 personas en un solo ataque. Los asesinatos masivos continuaron incluso cuando las víctimas intentaban escapar de vuelta a Yemen. Se están cavando fosas comunes en los cruces a lo largo de la frontera.

Los migrantes detenidos reportan que los guardias fronterizos les preguntaron en cuál extremidad querían que les dispararan antes de ser mutilados. Otros fueron golpeados con rocas o tubos metálicos. Estos fueron a veces los métodos utilizados contra los sobrevivientes de los ataques explosivos a distancia.

“Un niño de 17 años describió cómo los guardias fronterizos sauditas lo obligaron a él y a otros sobrevivientes a violar a dos niñas sobrevivientes después de que los guardias habían ejecutado a otro sobreviviente que se rehusó”.

Los sobrevivientes temporalmente detenidos en Arabia Saudita antes de ser deportados a Yemen fueron golpeados, mantenidos en condiciones hacinadas e insalubres, inundadas de aguas negras, y recibían una sola comida por día.

HRW escribe cautelosamente que “los abusos podrían calificar como crímenes de lesa humanidad, si existe una política estatal saudita de asesinar a civiles migrantes”, pero la evidencia es abrumadora.

Entre comienzos del año y el 30 de abril de 2023, señala HRW, “Los expertos de la ONU reportaron que habían recibido acusaciones de ‘ataques de artillería y con armas de fuego pequeñas presuntamente por parte de las fuerzas de seguridad sauditas, dejando a 430 migrantes muertes y 650 heridos, incluyendo a refugiados y solicitantes de asilo’. Luego procedieron a declarar que esto ‘parece ser un patrón sistemático de asesinatos indiscriminados y transfronterizos a gran escala’”.

“Las balas caían como lluvia” se basa en 42 entrevistas con sobrevivientes, análisis de más de 350 videos y fotografías, e imágenes satelitales de cientos de kilómetros cuadrados. Las fotografías y los videos fueron analizados por el Grupo Independiente e Expertos Forenses (IFEG, por sus siglas en inglés) del Consejo Internacional de Rehabilitación para Víctimas de Tortura.

Tal salvajismo no es meramente el producto del régimen bárbaro en Riad, sino del capitalismo global, que depende del petróleo saudita y de los miles de millones de dólares sauditas reciclados como un elemento crítico de su estructura mundial.

La desigualdad global, las sociedades clasistas dominadas por déspotas obscenamente ricos y las guerras e intrigas regionales e imperialistas han producido un infierno en la Tierra. Por su angustioso viaje alrededor del Cuerno de África y a través de Yemen para huir de la violencia y el hambre, a los refugiados se les retribuye con violaciones, tortura y muertes.

Muchos más se han visto obligados a dejar sus hogares por la guerra de dos años de la guerra de Tigray entre el Gobierno etíope y esta región norteña del país, que finalizó formalmente en noviembre del año pasado. Entre 300.000 y 500.000 personas murieron por los combates, la hambruna y la falta de atención médica. Ambos bandos llevaron a cabo ataques a objetivos civiles, masacres y violencia sexual.

Más de 3 millones de personas siguen desplazadas internamente y 9 millones necesitan ayuda alimentaria. El 40 por ciento de la población en la región de Tigray sufre una escasez extrema de alimentos. La destrucción de la guerra se sumó a una sequía récord en todo el Cuerno africano, sumiendo a 50 millones de personas en niveles críticos de inseguridad alimentaria. La propia Etiopía alberga casi un millón de refugiados, principalmente de Sudán del Sur, Somalia y Eritrea.

El trayecto a Arabia Saudita pasa por Yibuti, el golfo de Adén y Yemen. Muchas veces, los traficantes torturan a los migrantes para extorsionar dinero de sus familias. Frecuentemente las mujeres son violadas, incluyendo dos entrevistadas por HRW que quedaron embarazadas en el camino.

Un video publicado en TikTok el 4 de diciembre de 2022 muestra a un grupo de aproximadamente 47 migrantes, 37 de los cuales parecen ser mujeres, caminando a lo largo de una colina empinada en Arabia Saudita, en un camino utilizado para cruzar desde el campamento de migrantes de Al Thabit. [Photo by Human Rights Watch ]

Una vez en Yemen, los migrantes deben atravesar una zona de guerra y una segunda catástrofe humanitaria sin precedentes. Una guerra civil de nueve años ha devastado su sociedad. Diecisiete millones de yemeníes padecen inseguridad alimentaria y dos millones de niños sufren desnutrición aguda. Más del 70 por ciento de la población depende de algún tipo de ayuda humanitaria, y la ONU estima que 377.000 personas habían muerto hasta finales de 2021, el 70 por ciento de ellas menores de cinco años.

Tanto el Gobierno yemení en funciones, respaldado por Arabia Saudí, como las fuerzas rebeldes hutíes, que controlan más de la mitad del país, han cometido graves abusos de derechos humanos contra los migrantes detenidos en condiciones terribles, como violencia y tortura, agresiones sexuales y ejecuciones. En 2021, HRW denunció que una gran cantidad de migrantes en Saná murieron quemados después de que las fuerzas hutíes dispararan armas contra un campo de detención para reprimir una protesta.

En la región de Saada al norte de Yemen, se han establecido puntos de descanso para la travesía hacia Arabia Saudita, que consisten en campamentos destartalados que a veces albergan a miles de personas. Los traficantes utilizan a los migrantes menos capaces de pagar como carne de cañón para explorar los cruces más peligrosos.

El imperialismo estadounidense ha dejado sus huellas a lo largo de este sangriento camino. Su íntima asociación económica, política y militar con la oligarquía semifeudal saudita es conocida por todos. Como parte de su alianza, Estados Unidos facilita la intervención saudita en la guerra civil yemení, que implica ataques aéreos sistemáticos contra civiles e infraestructuras civiles.

Los lazos entre ambos Gobiernos fueron reforzados por el presidente estadounidense Biden en una visita a Arabia Saudita en julio del año pasado. El viaje de Biden desechó su vacía promesa electoral de tratar al país como un paria internacional tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. El objetivo del viaje fue alinear a los Estados del golfo Pérsico detrás de la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania. En palabras de Biden en aquel momento, “creo que tenemos la oportunidad de reafirmar nuestra influencia en Oriente Próximo, que creo que fue un error abandonar... Quiero dejar claro que podemos seguir liderando en la región y no crear un vacío, un vacío que sea llenado por China y/o Rusia”.

Resulta significativo que el informe de Human Rights Watch, aunque cita repetidamente el uso saudita de “armas explosivas” contra migrantes desarmados e indefensos, no dice nada sobre qué países suministraron esas armas, en particular Estados Unidos, Reino Unido y Francia. Los nombres de estos países ni siquiera aparecen en el informe de 73 páginas. En su lugar, está la recomendación cuidadosamente redactada: “Los Gobiernos implicados deberían suspender cualquier transferencia de armas y otros equipos militares a Arabia Saudita, incluidos los acuerdos sobre armas, entrenamiento y mantenimiento, y suspender cualquier entrenamiento militar en curso y cooperación con las unidades de la guardia fronteriza saudita”.

Human Rights Watch es una organización generalmente alineada con la política exterior estadounidense. En la actual guerra por delegación de Estados Unidos y la OTAN en Ucrania, HRW ha publicado extensos informes sobre supuestas atrocidades rusas, mientras que si acaso menciona acciones similares por parte del Gobierno ucraniano. Las críticas ocasionales del grupo a aliados clave de Estados Unidos suelen estar relacionadas con conflictos internos en el seno de la cúpula de seguridad nacional estadounidense, o con el deseo del Departamento de Estado de presionar a estos aliados cuando sus acciones van en contra de las consideraciones de política exterior de Estados Unidos.

Pero cualesquiera que sean las razones de la publicación, no cabe duda de que las pruebas son auténticas y las conclusiones condenatorias. El régimen saudí, uno de los tres principales aliados del imperialismo estadounidense en Oriente Próximo, junto con Israel y Egipto, está bañado en sangre.

Los Gobiernos como el estadounidense y el británico, que mantienen relaciones amistosas con Arabia Saudita mientras afirman castigar a otros Estados por abusos contra los derechos humanos, son culpables de una hipocresía repugnante. Incluso los “compromisos” más simbólicos con el derecho internacional se disuelven apenas tocan la riqueza petrolera de los Estados del golfo Pérsico. Los Gobiernos imperialistas afirman que sus rapaces políticas exteriores se basan en consideraciones de derechos humanos y derecho internacional, pero Arabia Saudita es la prueba irrefutable de que estas afirmaciones son mentira.

Además, incluso la barbarie del príncipe heredero palidece en comparación con los crímenes de los Gobiernos imperialistas, y en particular de Estados Unidos. En las últimas tres décadas, ningún otro Gobierno del mundo ha librado tantas guerras, asesinado a tantas personas o violado el derecho internacional de forma más flagrante que el Gobierno con sede en Washington D.C.

En cuanto al abuso y el asesinato descarado de inmigrantes, Estados Unidos y las potencias imperialistas de Europa son culpables de sus propios crímenes, ya sea a manos de la fuerza fronteriza entre Estados Unidos y México o de las innumerables medidas de la política conocida como “Fortaleza Europa” que han provocado muertes masivas.

Los crímenes del régimen saudita son una demostración más de la necesidad de movilizar a la clase obrera internacional sobre la base de un programa socialista revolucionario. Esta es la única manera de detener la amenaza de un mundo nuclear.

Los crímenes del régimen saudita son una demostración más de la necesidad de movilizar a la clase obrera internacional sobre la base de un programa socialista revolucionario. Esta es la única manera de detener la amenaza de una guerra mundial nuclear, como en el conflicto entre la OTAN y Rusia en Ucrania, o para detener el trato salvaje de los 100 millones de refugiados de las guerras, la pobreza extrema, el cambio climático y las demás consecuencias de la crisis y el colapso del capitalismo mundial.

(Publicado originalmente en inglés el 21 de agosto de 2023)

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