La cifra confirmada de fallecidos por el horrendo incendio forestal en la isla hawaiana de Maui el martes y miércoles aumentó a 93 el domingo. Se teme que sea el incendio más mortífero en EE.UU. en más de 100 años.
El sábado, las autoridades afirmaron que el trabajo de búsqueda e identificación de los fallecidos aún se encontraba en etapas tempranas y que esperan encontrar muchas víctimas más, especialmente en el radio de 8 kilómetros alrededor Lahaiana.
El jefe policial de Maui, John Pelletier, dijo que los canes para rastreo de cadáveres apenas habían cubierto el 3 por ciento del área y que la cifra de muertos aumentaría, añadiendo que “ninguno de nosotros realmente conoce la magnitud de esto”. Pelletier dijo que la identificación de los muertos era particularmente difícil porque “los restos se desmoronan al rejuntarlos”. Hasta la fecha, solo se ha identificado a dos de los fallecidos y Pelletier informó a los familiares que van a necesitar muestras de ADN para identificar a sus seres queridos.
En una entrevista en “Face the Nation” de CBS el domingo, el reportero Jonathan Vigliotti le preguntó a la jefa de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA), Deanne Criswell, sobre la veracidad de los reportes de “varias fuentes cercanas a la búsqueda” de que puede haber cientos de muertos. Criswell respondió: “Si eso es lo que te están diciendo, no lo dudaría. Ellos son los que saben más sobre lo que están viendo y cuántas personas no han sido halladas”.
El gobernador de Hawái, Josh Green, declaró el sábado que 2.200 edificios fueron dañados o destruidos, el 86 por ciento de los cuales eran estructuras residenciales. La causa del incendio aún se desconoce pero algunos reportes indican que los vientos del huracán Dora derribaron postes de luz que luego causaron que se incendiaran los pastos secos.
Se han reportado tres incendios más en la isla. Dos de ellos siguen ardiendo, uno en el área de Kihei al sur y el otro en las comunidades montañosas al interior conocidas como Upcountry, donde el fuego ha afectado más de 500 hogares. Otro incendio comenzó la noche del viernes en Kaanapali, la comunidad costera al norte de Lahaina, pero las autoridades indican que ya fue extinguido.
Las imágenes de las estructuras arrasadas y los coches incinerados en Front Street, Lahaina, que han sido publicadas en redes sociales recuerdan la fuerza destructiva de la guerra. En una comparación con la destrucción de las ciudades alemanas con bombas incendiarias de los aliados en febrero de 1945, el vocero de la Agencia de Gestión de Emergencias de Hawái, Adam Weintraub, dijo a la prensa, “Algunas de las imágenes aéreas que hemos visto me recuerdan a las fotografías de Dresde en la Segunda Guerra Mundial”.
Como el incendio “Camp Fire”, que fue el segundo más mortal en Estados Unidos al incinerar los hogares y matar a 85 personas en Paradise, California, en 2018, el incendio de Maui superó los 660 ºC y derritió los motores de aluminio y las ruedas de los carros, convirtiéndolas en charcos.
Aunque la escala y el impacto completos del incendio forestal no se conocerán hasta dentro de varios días o semanas, se puede afirmar que la muerte y la destrucción provocadas por el desastre natural de Maui son una acusación contra la clase dominante capitalista y su Gobierno y los partidos políticos gobernantes.
Los científicos del clima y los ecologistas llevaban dos décadas advirtiendo de un incendio de consecuencias así de devastadoras, pero no se tomaron las medidas preparatorias necesarias por ser contrarias a los intereses capitalistas.
Elizabeth Pickett, codirectora ejecutiva de la organización sin ánimo de lucro Hawaii Wildfire Management Organization y coautora de un plan contra incendios forestales en Maui elaborado en 2014, declaró al Wall Street Journal que ciertas medidas, como “el aumento de la capacidad de respuesta ante emergencias, se han visto obstaculizadas por la falta de financiación, los obstáculos logísticos en un terreno escarpado y las prioridades contrapuestas”.
¿Cuáles son esas otras prioridades? Mientras el Gobierno estadounidense, respaldado por los medios de comunicación corporativos, afirma continuamente que no hay dinero para construir infraestructuras y preparar medidas que impidan que se produzcan catástrofes de este tipo en primer lugar, los fondos para la guerra y los rescates financieros de los bancos y las corporaciones son inagotables.
El Gobierno estadounidense, tanto bajo los demócratas como los republicanos en las últimas tres décadas, ha gastado billones de dólares en guerras imperialistas que han matado y desplazado a millones de personas y, al mismo tiempo, ha canalizado cantidades similares hacia el sistema financiero para garantizar que no se interrumpa la generación de dinero para los multimillonarios de Wall Street.
Con el incendio forestal de Maui, ya no hay duda de que la negativa de la clase capitalista a abordar el cambio climático --producto de décadas de emisiones imprudentes de carbono a la atmósfera impulsadas por el afán de lucro-- está llevando a la sociedad a una catástrofe existencial.
Y, sin embargo, la respuesta de la élite política ha sido mostrar un asombroso grado de desinterés y evadir cualquier responsabilidad por el desastre. Aparte de una declaración de tres párrafos de la Casa Blanca el jueves, el presidente Biden no ha dicho nada sobre la asombrosa pérdida de vidas en Hawái.
En declaraciones a Jake Tapper en el programa “State of the Union” de CNN el domingo por la mañana, la senadora demócrata Mazie Hirono de Hawái afirmó que no iba a “poner excusas por la tragedia”. Sin embargo, cuando Tapper le preguntó por qué las autoridades estaban tan poco preparadas para el incendio, ella hizo el sorprendente comentario: “Creo que estamos haciendo mucho para proporcionar el tipo de apoyo que tenemos que proporcionar, pero siempre se pedirá más”.
Los habitantes de Maui no ven así la situación. En primer lugar, además de lidiar con familiares desaparecidos y fallecidos, ahora hay miles de personas en la isla que se han quedado sin hogar. Según FEMA y el Centro de Desastres del Pacífico, unas 4.500 personas necesitan refugio.
En segundo lugar, el World Socialist Web Site también ha recibido informes de que la provisión de alimentos y dinero que se necesitan urgentemente para los residentes de la clase trabajadora está siendo organizada y gestionada enteramente a nivel comunitario, por voluntarios. El nivel de consternación, ira y desconfianza hacia el Gobierno es palpable entre la población.
La isla de Maui es, de hecho, un microcosmos de la desigualdad social que existe en todo Estados Unidos. En las últimas décadas, la disparidad de ingresos en Hawái se ha acelerado. Según un estudio realizado en 2022, la proporción de hogares con activos e ingresos limitados y trabajadores activos (ALICE, por sus siglas en inglés) en el condado de Maui, es decir, individuos con ingresos de poco más de 35.000 dólares al año o una familia de cuatro miembros con ingresos de 72.000 dólares, ha aumentado hasta el 52 por ciento o más de la mitad de la población. Se trata de la tasa más alta del estado de Hawái.
Además, en Maui se encuentran las propiedades y residencias de algunas de las personas más ricas del mundo. El exjefe y fundador de Amazon Jeff Bezos posee una finca de 78 millones de dólares y 14 acres, rodeada de miles de hectáreas de campos de lava inactivos en la bahía de La Perouse, en Valley Isle, Maui. Oprah Winfrey, con un patrimonio personal de 2.500 millones de dólares, posee 2.000 acres en la isla.
Otros multimillonarios con propiedades en Maui son Peter Thiel, cofundador de Paypal, Jensen Huang, CEO de Nvidia, y David Duffield, magnate tecnológico. Mark Zuckerberg (107.000 millones de dólares), el CEO de Facebook (Meta), y Larry Ellison (141.000 millones de dólares), CEO de Oracle, poseen miles de hectáreas en las islas hawaianas de Lanai y Kauai, cerca de Maui.
Estos multimillonarios y otros llevan décadas comprando terrenos y casas en Hawái, normalmente como lugares de vacaciones, pero también como lugar para aparcar sus activos. Mientras algunos de estos individuos guardan silencio sobre la catástrofe de Maui, otros han organizado actividades benéficas con fines puramente de relaciones públicas.
El incendio forestal de Maui forma parte de una serie de desastres naturales cada vez peores –huracanes, terremotos, tsunamis, tornados y otras catástrofes ecológicas— que han expuesto directamente la negligencia criminal de la clase capitalista y sus instituciones. En el caso del huracán Katrina en 2005, por ejemplo, la ciudad de Nueva Orleans quedó devastada y 1.392 personas perdieron la vida debido a las inundaciones, así como la incapacidad y negativa del Gobierno a llevar a cabo una respuesta eficaz.
Las condiciones que se han desarrollado en Hawái, como en cualquier otro lugar del planeta, dan fe de que lo que se necesita para detener el devastador impacto del cambio climático es la movilización de la clase trabajadora a escala internacional contra todo el sistema de lucro. Solo arrebatando los recursos de la sociedad de las manos de la élite financiera, que continuamente pone la acumulación de riqueza por encima de la vida humana, y reorganizándolos sobre una base planificada y socialista podrá la clase trabajadora prevenir las amenazas existenciales creadas por el capitalismo.
(Publicado originalmente en inglés el 13 de agosto de 2023)