En una entrevista de una hora de duración en BFM-TV, Jean-Luc Mélenchon, ex candidato presidencial del partido France insoumise (La Francia insumisa, LFI), pidió a los franceses que lo eligieran como primer ministro en las elecciones legislativas de junio. Se comprometió a ser primer ministro bajo cualquiera de los dos candidatos presidenciales que ganen en la segunda vuelta del 24 de abril, el actual presidente Emmanuel Macron o la neofascista Marine Le Pen.
El anuncio de Mélenchon de que servirá bajo cualquiera de los dos candidatos de extrema derecha es una bofetada a los casi 8 millones de personas que le votaron. Millones de personas apoyaron a Mélenchon para expresar su hostilidad tanto a Macron como a Le Pen, especialmente los trabajadores musulmanes amenazados tanto por Le Pen como por la ley islamófoba 'antiseparatistas' del propio Macron. Sin embargo, Mélenchon, en lugar de tratar de organizar la oposición al próximo presidente, dejó claro que colaboraría con el próximo presidente, incluso si éste es un neofascista.
Esto señala la importancia del llamamiento del Parti de l'égalité socialiste (PES, Partido Socialista por la Iguadlad), la sección francesa del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CITI), para construir un movimiento en la clase obrera que rechace a ambos candidatos, boicotee las elecciones y prepare las luchas que vendrán contra el próximo presidente. Sólo el PES está armando a los trabajadores y a la juventud con una perspectiva de lucha irreconciliable contra ambos candidatos reaccionarios.
Mélenchon está objetivamente en una posición extremadamente poderosa. Obtuvo el apoyo de los votantes menores de 35 años, se impuso en los distritos obreros de las principales ciudades de Francia y ganó en 10 de las 16 ciudades más grandes de Francia. Si intentara reunir a sus votantes contra Macron y Le Pen, llamándolos a participar en huelgas y protestas, podría cerrar rápidamente la economía francesa. Una acción de este tipo, llevada a cabo en oposición a las amenazas de guerra de la OTAN contra Rusia y a la inacción oficial ante la pandemia del COVID-19, podría tener un amplio impacto global, como lo tuvo la huelga general francesa de mayo de 1968.
Sin embargo, Mélenchon no pretende movilizar políticamente, sino reprimir políticamente a sus votantes, dejando claro que deben resignarse a una presidencia de extrema derecha que contará con el apoyo político del candidato presidencial por el que han votado.
Mélenchon intentó cínicamente presentar esta política ultrarreaccionaria como una lucha 'militante'. Afirmó que está pidiendo a los votantes franceses que voten masivamente a LFI, que actualmente lidera las carreras por 105 de los 577 escaños de la Asamblea Nacional, para que LFI pueda formar un gobierno y nombrar a Mélenchon primer ministro. 'Seré primer ministro no por la gracia del señor Macron o de la señora Le Pen, sino porque el pueblo francés lo habrá querido', dijo.
Cuando el entrevistador de BFM-TV, Bruce Toussaint, le preguntó bajo qué candidato presidencial aceptaría servir como primer ministro, Mélenchon respondió: 'Eso es una cuestión bastante secundaria'. Preguntado de nuevo por Toussaint si realmente serviría bajo un presidente neofascista si Le Pen ganara en las encuestas, Mélenchon indicó que sí, diciendo: 'Vox populi, vox dei'.
Mélenchon dijo a Toussaint que sus opiniones sobre el neofascismo habían cambiado y se habían vuelto mucho menos hostiles que hace 50 años, en la fundación del Frente Nacional de extrema derecha (hoy la Agrupación Nacional de Marine Le Pen) en 1972. Dijo: 'Al principio de la lucha contra el Frente Nacional, adopté una posición muy dura. Inspirado en el pasado, dije que no debíamos aceptarlos... Ahora la cuestión no se plantea así para mí. Se plantea en el sentido de que fundamentalmente [Marine Le Pen] lleva consigo una visión de Francia que significa que es fundamentalmente otra Francia. No es la Francia en la que estamos'.
Mélenchon indicó que sus diferencias con Le Pen se concentran en la cuestión del derecho de los nacidos en suelo francés a recibir automáticamente la ciudadanía francesa, y en la organización de un referéndum sobre la prohibición del velo islámico en Francia.
El carácter extremadamente limitado de los desacuerdos que Mélenchon dice tener con el neofascismo deja claro que el propio Mélenchon ha viajado mucho hacia la derecha. Forma parte de un consenso profundamente reaccionario en la clase dirigente francesa a favor de abandonar totalmente la lucha contra el COVID-19 y la participación en una guerra de la OTAN con Rusia en Ucrania. De hecho, Mélenchon ni siquiera mencionó la pandemia en la entrevista de BFM-TV, aunque alrededor de mil personas mueren de COVID-19 cada semana en Francia.
Mélenchon tampoco mencionó cómo Macron ha endeudado profundamente al Estado durante la pandemia para financiar los rescates bancarios que enriquecieron masivamente a la aristocracia financiera, ya que las 500 personas más ricas de Francia aumentaron su riqueza en un 40% en el año posterior al lanzamiento de los planes de rescate bancario. Esto hizo que la deuda pública francesa se disparara hasta cerca del 115 por ciento del producto interior bruto de Francia.
En cuanto a la guerra de Rusia, donde los medios de comunicación han acusado repetidamente a Mélenchon de complicidad con el Kremlin, aseguró a BFM-TV que apoya a la OTAN. Recordó que la mañana de la invasión rusa de Ucrania criticó a Moscú y afirmó que Rusia es la 'única responsable' de la guerra.
Sólo en este contexto se pueden evaluar las pocas promesas demagógicas de Mélenchon. Señaló que 'millones de personas están cogidas por el cuello en este país', prometió limitar los precios del gas natural y aumentar el salario mínimo a 1.400 euros mensuales, y propuso referendos iniciados por los ciudadanos como en Suiza. Pero no se puede financiar un aumento significativo del nivel de vida de los trabajadores mientras se despilfarran incontables miles de millones de euros en rescates bancarios y guerras.
La defensa de los derechos sociales fundamentales requiere un asalto decidido a los privilegios de los superricos, la incautación de los fondos públicos que han saqueado, el fin de la guerra y una lucha para detener las muertes masivas del COVID-19. Pero es absurdo y falso pretender que se puedan llevar a cabo esas políticas como primer ministro responsable ante un presidente Macron o Le Pen.
Por eso el PES llama a un boicot activo de la segunda vuelta, para acerar a los trabajadores y a la juventud para una lucha contra los candidatos presidenciales reaccionarios y unificarlos en una oposición de clase al próximo presidente. Está claro que este llamamiento sitúa al PES en oposición directa no sólo a Macron y Le Pen, sino también a Mélenchon. En nombre de una revalorización positiva del neofascismo, Mélenchon extiende su apoyo político a ambos candidatos reaccionarios.
Además, deja clara la oposición entre el PES y no sólo Mélenchon, sino todos los partidos en quiebra que Mélenchon propone unificar en una llamada Unión Popular. Según declaró a BFM-TV, los Verdes, el Partido Comunista Francés estalinista y el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) pablista podrían unirse a la coalición que propone. El NPA ya ha respondido positivamente al llamamiento de Mélenchon, emitiendo una 'Carta del Nuevo Partido Anticapitalista a la Unión Popular' en la que declara que 'nos alegramos de la iniciativa que ha tomado' y concluye: 'Debemos reunirnos en los próximos días'.
Mélenchon no busca unificar a la izquierda en la lucha. Está buscando reagrupar una coalición de partidos pequeño-burgueses en bancarrota que apoyan la guerra imperialista y la infección de masas con COVID-19, y están claramente dispuestos a sancionar alianzas con el neofascismo.
En estas condiciones, el PES vuelve a llamar al boicot activo de la segunda vuelta y afirma que el PSE es la alternativa trotskista a la pseudoizquierda que hay que construir.
(Publicado originalmente en inglés el 19 de abril de 2022)